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La “trampa de la deuda china”, una mentira más del imperialismo estadounidense
Ésta es un discurso acuñado y difundido por EE. UU. para hacerle frente al pujante avance de China en la economía y la geopolítica mundial. Es un intento de contener al país asiático generando miedo entre los países pobres.
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Los días ocho, nueve y 10 de agosto, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, realizó una visita oficial por tres países del continente africano: Sudáfrica, República Democrática del Congo y Ruanda. La visita se produjo para estrechar relaciones entre Estados Unidos (EE. UU.) y África, en un momento geopolítico en que el continente africano ha cobrado una importancia renovada. Blinken no solo realizó algunos ofrecimientos a los países que visitó, sino que también les advirtió sobre los problemas que les podían traer los préstamos provenientes de China. De esta manera, aunque no la mencionó por su nombre, Blinken hizo referencia a la llamada “trampa de la deuda china”.

La “trampa de la deuda china” se refiere a una supuesta política de Estado diseñada en Beijing para expandir su influencia en el mundo mediante el sometimiento de los países pobres y de medianos ingresos. La tesis básica es la siguiente: 1) la mayoría de los países de Asia, África y América Latina necesitan inversiones jugosas para que sus economías se desarrollen; 2) China aprovecha esa necesidad y les otorga préstamos muy grandes; 3) los contratos de los préstamos señalan que si el país receptor no cumple con el pago de la deuda, entonces China podrá cobrarse tomando algún bien estratégico de este país; 4) China diseña alevosamente su política de préstamos para que el país receptor no pueda pagar y sea despojado de sus ferrocarriles, puertos, aeropuertos o carreteras. En teoría, así funciona “la trampa de la deuda china”.

Esta acusación contra China se difundió en la prensa durante el gobierno de Donald Trump. A partir de 2018, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dispuso numerosos viajes a países de América Latina, África, Asia y Europa para advertirles contra la “trampa de la deuda china” y para llamarlos a que, por su propio bien, no establecieran relaciones con el país asiático. El gobierno de Joe Biden modificó algunos aspectos de la política exterior estadounidense; pero el ataque contra China que había comenzado con Trump se mantuvo.

Durante algunos años, la “trampa de la deuda china” gozó de buena salud como concepto, y tuvo un amplio eco en la prensa y la academia. Pero bastaron pocos años para que la verdad se abriera camino y el embuste empezara a caer por su propio peso. Desde China siempre negaron las acusaciones provenientes de EE. UU., pero al cabo de un tiempo, incluso algunos medios occidentales (y no precisamente de izquierda) comenzaron a cuestionar la validez de esta acusación. El think tank británico Chatham House, el estadounidense Bloomberg, algunos medios estadounidenses críticos como The Atlantic y el periódico hongkonés South China Morning Post (tenaz crítico de Beijing), han publicado documentos en los que desenmascaran la narrativa del gobierno estadounidense y califican la supuesta “trampa de la deuda china” como un mito.

La verdad es que las relaciones económicas de China con los países pobres tienen una explicación muy sencilla. En primer lugar, la potencia asiática se ha convertido en una gran alternativa económica que necesita importar ingentes cantidades de materias primas para la elaboración de sus mercancías; al mismo tiempo necesita mercados dónde vender toda su producción; esto ha llevado a China a estrechar las relaciones comerciales tanto con los países pobres como con los países ricos, con lo que se convierte en el principal socio comercial del mundo. En segundo lugar, la vertiginosa acumulación de capital que ha experimentado el gran país en las últimas décadas, ha generado sobrecapacidades financieras y empresariales que ya no encuentran aplicación en el mercado chino en sí, por lo que buscan invertirse en otros mercados; de ahí el interés de China por lanzar la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un proyecto por medio del cual usará sus sobrecapacidades para construir proyectos de infraestructura en más de 60 países de todo el mundo. En tercer lugar, al identificarse con los países pobres de Asia y África (hace treinta años, China tenía los mismos problemas económicos) los préstamos e inversiones están menos guiados por la búsqueda de ganancias que por el interés de contribuir al desarrollo de esos países; así se entiende que recientemente China haya renunciado a 23 préstamos vencidos en 2021 y que tenían que ser pagados por 17 países africanos.

La “trampa de la deuda china” es en realidad un discurso acuñado y difundido por el imperialismo estadounidense para hacerle frente al pujante avance de China en la economía y la geopolítica mundial. Es un intento de contener al país asiático generando miedo entre los países pobres. En otra época, este tipo de discursos tenían la capacidad de modificar efectivamente las relaciones internacionales, pero ese periodo ya pasó. En el naciente mundo multipolar, las mentiras fabricadas por el imperialismo estadounidense se estrellan contra el muro de la dura realidad.


Escrito por Carlos Ehécatl

COLUMNISTA


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