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El Inegi publicó hace pocos días los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022. Los datos más festejados por el gobierno fueron que el promedio del ingreso corriente trimestral por hogar aumentó en 11 por ciento respecto al 2020, llegando este año a 63 mil 695 pesos, y que disminuyó la diferencia de ingresos entre los más pobres y los más ricos, pues estos últimos ya “solo” ganan en promedio 15 veces más que los más pobres. Fiel a su estilo profundamente refractario a los datos duros que contradicen su discurso, el Presidente dijo que estaba muy contento por los resultados, tanto que ya se podía ir a Palenque porque gracias a su gobierno en México disminuyó la pobreza y la desigualdad. Pero, una vez más, la terca realidad, los datos y los análisis serios lo desmienten.
El dato de 63 mil 395 pesos de ingresos por hogar es un promedio de los ingresos de todos los hogares (visto así de bulto, habrá quien diga que no está tan mal que los hogares hayan recibido casi 64 mil pesos de ingreso cada tres meses, pero eso solo es un cálculo matemático global, que se obtiene dividiendo los ingresos totales que recibieron los hogares, entre el número de hogares).
Los resultados cambian y se vuelven deprimentes cuando la población se divide en diez partes (deciles), según el grado de ingresos de las familias y se calcula cuánto le tocó de ingresos promedio a cada familia de ese decil. En el decil I vemos lo que reciben cada tres meses los más pobres, y así sucesivamente va subiendo el nivel de ingresos, hasta el decil X, en donde se ubica lo que reciben los más ricos. A este respecto, dice el Inegi: “Al dividir los hogares por deciles de ingreso corriente total, el primero registró un ingreso promedio trimestral de 13 mil 411 pesos. En los hogares del décimo decil, el ingreso corriente promedio trimestral fue de 200 mil 696 pesos”.
Así que, a cada familia de las más pobres le correspondió un ingreso promedio diario de 149 pesos y a cada familia de mayores ingresos le correspondió un promedio de dos mil 230 pesos diarios, datos que exhiben la enorme brecha que aún se presenta entre los mexicanos más pobres y los más ricos, consecuencia directa del capitalismo mexicano, concentrador de grandes fortunas en pocas manos y cuya inequidad no se acabará con unos cuantos pesos entregados por el gobierno en turno a las familias. Según la OXFAM, “Las fortunas de los 15 multimillonarios mexicanos aumentaron en 645 mil millones de pesos (unos 32 mil 250 millones de dólares), el equivalente a un tercio de lo que tenían antes, durante la pandemia de Covid-19” (Forbes, enero 23 de 2023).
Pero no se trata de enfrentar al pregón triunfalista de AMLO una visión opuesta solo por contradecirlo. La discusión debe ubicarse en el terreno del análisis científico de la realidad. En ese sentido, los resultados de las investigaciones sobre la evolución de la pobreza realizadas por el investigador Julio Boltvinik derrumban la posibilidad de que ese sonoro dato arrojado por la ENIGH 2022, o sea, el incremento del 11 por ciento en los ingresos promedio de las familias, pueda servir de base única para afirmar que se ha triunfado en la lucha contra la pobreza, puesto que el nivel de pobreza debe ser medido agregando otros indicadores como el acceso a la seguridad social, vivienda, salud, educación, agua, drenaje, teléfono, energía disponible, bienes durables y una medición del tiempo que los integrantes de las familias destinan a obtener sus ingresos, pues abundan los casos en que los ingresos se obtienen a costa de jornadas que consumen toda la vida de los trabajadores. El deterioro en esos aspectos es notable durante el actual sexenio; casos dramáticos son el desmantelamiento del sistema de salud, la desaparición de programas de vivienda y la ausencia casi total de obras para introducir servicios en las zonas marginadas.
Según el doctor Boltvinik, experto en medición de la pobreza que desde hace años incorpora los datos de la ENIGH y aplica su Método de Medición Integrada de la Pobreza, la incidencia de la pobreza bajó “de 78.8 por ciento de la población en 2016 a 75.8 por ciento (en 2022), tres puntos porcentuales (pp) en seis años. A ese ritmo de descenso, medio pp por año, la pobreza se eliminaría en 150 años, lo que pone de relieve la insuficiencia de la dinámica social y en particular de las políticas de combate a la pobreza. Aún peor, el número absoluto de personas en pobreza se mantuvo casi igual en casi 98 millones en todo el periodo”.
Además, no se puede pregonar un triunfo contra la pobreza, como lo hizo el Presidente, mientras casi un millón de familias vive al borde de la hambruna, según la misma ENIGH 2022: “De las más de 15.4 millones de familias en el país que tuvieron dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias el año pasado, 959 mil 608 pidieron limosna, mandaron a trabajar a los niños o recurrieron a prácticas socialmente no aceptadas con tal de comer” (…) El año pasado, 4.42 millones de mexicanos sintió hambre y no comió, mientras que 3.19 millones de adultos comió solo una vez al día o dejó de comer todo un día” (Expansión, 1º de agosto de este año).
Como dijo Benedetti:
“En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible
vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple
seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe”.
Para evaluar la pobreza, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) usa dos escalas: una de ingresos y otra de carencias sociales.
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Opinion