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Nació el cuatro de octubre de 1920 en la provincia de Quang Nam. Conocido como “el poeta de la revolución” o “poeta del pueblo”, es el más reconocido de los líricos vietnamitas del Siglo XX. Consagró su carrera artística a la revolución y al amor, convirtiéndose en una celebridad de la cultura vietnamita y un poeta del humanismo revolucionario. En 1996, el Estado socialista de Vietnam lo condecoró con el Premio Ho Chi Minh.
Sus primeros poemas fueron publicados en columnas de periódicos cuando tenía dieciocho años; ese mismo año se afilió al Partido Comunista y fue nombrado presidente del comité de resistencia en Hue durante la Revolución de Agosto de 1945. En 1946, publicó su primer poemario titulado De ahora en adelante; más tarde sacó al aire otras obras poéticas: Norte de Vietnam, Viento, Yendo al frente, Sangre y flores y Un sonido de música. Destacó por un estilo propio inspirado en el contexto histórico y el destino de su país, en sus obras destacó el heroísmo, el patriotismo y la camaradería.
Uno de sus críticos, el profesor Le Quang Hung, decía de él: “fue la antorcha de la poesía revolucionaria vietnamita durante la primera mitad del Siglo XX. Vivió los momentos más duros de aquella época, pero también los más gloriosos. La guerra y la revolución fueron los temas predilectos de este ‘poeta de la Historia del país’. Sus obras relatan los principales acontecimientos de la nación y el anhelo de libertad del pueblo vietnamita, siendo el reflejo y resultado de una perfecta sintonía entre el arte y la política, entre el pueblo y la revolución”. Murió el nueve de diciembre de 2002.
Quién volvería a la aldea a decir a mi vieja
que esta noche su hijo lejano la recuerda.
¿Tienes frío, mamá? El viento de las cimas
no se termina nunca, ni la fría llovizna.
Te vas a cultivar el arroz en el fango,
las briznas de la siembra temblándote en los brazos.
Con cada una de ellas que hundes en la tierra
un pensamiento para tu hijo ya se eleva.
La llovizna ha calado tu sencillo vestido
y con cada gotica mi cariño ha crecido.
Si me quieres, viejita, si es que me oyes,
no te afanes por mí de día ni de noche.
Cientos de montes y arroyos he atravesado
y tú miles de penas has afrontado.
Mis diez años de guerra son muy poca cosa
ante tus sesenta de vida heroica.
Me voy lejos, al frente, para allí defenderos
a ti y a mi patria, las dos madres que tengo.
Por mí no te preocupes, ya que mucho me quieres,
¡que mi madre es madre de un combatiente!
Aunque lejos de ti, muy cerca estaré siempre,
junto a mis compañeros que me protegen.
Estamos unidos de corazón, mamá,
unos con otros, todos los hijos de Viet Nam.
Cada paso que doy tropiezo con la guerra,
pero mientras avanzo nuevas madres me llegan,
madres que me han curado como a sus propios hijos,
dado calor y ropa, un hogar y cariño.
Pero yo estoy curtido, ¡cuánto he crecido ya!
Y sólo me preocupo por ti, mi mamá.
Piensa en tu hijo, pero no te entristezcas;
echado el enemigo, pronto estaré de vuelta.
La madre de cabellos grises escuchaba
esa noche una voz silenciosa y lejana.
Vamos a plena luz
por el camino.
En calma, sin ningún
sobresalto,
por el camino de ocho metros de ancho,
infinito,
que va de Bac Son a Dinh Ca,
de Dinh Ca a Thaí Nguyen,
del Noroeste a Dien Bien
de la Revolución al fin de la batalla.
¡Y que hoy vira hacia la nueva mar
de esta tierra roja, virgen, inmaculada!
¡Hermosa es esta patria amada!
Los bosques de palmas,
el té de las montañas,
las verdes llanuras perfumadas,
el Río Claro con sus mil llamas,
los remeros coreando aah… aaah… aaah…
¡Y la resaca oscilante de las olas
bajo las chalanas de Binh Ca!
Quién pasa por Phu Tho.
Quién baja hacia Trung Ha.
Quién vuelve a Hung Hoa.
Quién llega a la Zona Tres.
Quién vuelve a la Zona Cuatro.
Seguid el torrente de Libertad hacia la patria.
¡Ya el francés arrancó con fortines y postas!
El Río Rojo celebra el triunfo ola tras ola.
¿Va usted para Hanói? Coja puesto en mi barca
¡Así, pues, nueve años han pasado!
Tres mil días de lucha sin tregua.
Van fuertes mis rodillas, firmes mis piernas.
El otoño de agosto iluminado
extiende sobre uno su cielo espléndido,
una nube se escurre blandamente...
¡Qué día tan excelente!
Son nuestras las nubes, el cielo de la patria,
¡nuestra República Democrática!
La sombra enemiga se ha fugado.
Ved los soles de otoño y el agosto: ¡victoria!
¡Hacia la capital, que el Tío nos aguarda!
¡Tras los cabellos blancos, la bandera roja!
¡Madre, seca tus lágrimas!
El enemigo ha huido.
El bambú de la aldea
en el jardín, y el plátano,
renacerán;
volverán nuestros búfalos
por las costas y playas.
Diez veces más que antes de las matanzas
el llano cantará.
¿Hermanitos, ya vais a la escuela?
Nosotros os construiremos aulas nuevas
que no serán quemadas más,
vuestros cantos y juegos por la colina se abrirán
como un enjambre de pájaros en torno a la aldea.
Quién va al Sur del país,
hacia los brazos del Mekong;
quién entra en la ciudad Ho Chi Minh,
nombre glorioso en letras de oro constante;
quién regresa a la indómita Llanura de los Juncos,
nuestro bastión más alto, carne de nuestra carne,
tierra sagrada, enemigo sepulcro.
Quién llega a Phu Yen, Khan Hoa;
quién vuelve a Phan Rang, Phan Thiet;
quién sube al altiplano: Kontum, Darlac,
la extensa Zona Cinco, entraña nuestra, país querido;
quién vuelve a mi tierra natal,
el Río de los Perfumes, el Vado de Hat, la Playa de los Pinos.
Quién va con los hermanos, quién va allá
a decir a la otra mitad de Viet Nam:
cada palmo de tierra es suelo de la patria,
¡la patria vietnamita, la República Democrática!
Somos hijos de un mismo padre, hermanos de sangre.
La carne siente cuando los huesos sufren,
el corazón está atado a la mente.
Tenemos tres pies
(¡sí, tres!).
Que el burro rebuzne
a más no poder,
que no nos incumbe.
Que vengan a hacer
fronteras, ¿y qué?
¡Junto a Ho Chi Minh
y siempre de pie
hasta ver el fin!
Sí, hemos crecido en medio de la guerra.
Los pies trabajadores de este pueblo de héroes
han perdido por siempre sus cadenas.
Los pies que, saliendo del fango, del carbón,
han andado hacia el Sol de la Revolución.
Los pies de Ba To, Cao Lang, Hoc Mon,
que en Dien Bien hicieron temblar toda la tierra.
¡Los pies que han hundido a los Señores del Imperio
en el negro pantano de los tiempos!
Adelante, adelante, adelante,
firmes como de bronce, duros como de acero.
Somos miles, millares,
avanza nuestro ejército
largo como los ríos, como los montes alto.
Avanza nuestro cuerpo,
avanza como el inmenso Mar de China,
inmenso.
Adelante. La patria es de una pieza,
nadie la podrá destrozar.
De la Punta Camau a la Puerta de China
un mismo cielo sobre nuestras cabezas,
de Norte a Sur un solo mar.
No hay paralelo para cada corazón,
en un mismo afecto por nuestro Tío Ho,
en un mismo amor por la misma capital,
en la misma esperanza por un solo Viet Nam.
Francisco Villa fue, durante unas breves semanas, gobernador del Estado de Chihuahua.
Uno de sus críticos decía de él: “fue la antorcha de la poesía revolucionaria vietnamita durante la primera mitad del Siglo XX.
Moderna e inteligente es la lírica de la ecuatoriana Espinel Cedeño; sin estridencias, se rebela ante las trabas impuestas a la mujer para participar en la vida intelectual.
Poetisa, novelista, periodista y psicóloga.
El accidente acabó con la vida de uno de los más destacados representantes del indigenismo en la literatura latinoamericana.
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Es poetisa, narradora, novelista Y autora de libros para niños. Sus poemas reunidos en "El nombre del pájaro" abordan la vida del pueblo con crudeza y franqueza, sin la romantización habitual de este tema.
Nació en Teherán, Irán, en 1980, donde vive y trabaja actualmente como redactor jefe de poesía en Cheshmeh Publishing House.
Una obra “cabal y desbordante, de inefable amor al terruño… este libro abarca no sólo las facetas histórica, legendaria y romántica de Yucatán, sino también el original ambiente propio de esta tierra, cálida y cordial, lo que le es inmutable”.
Arístides Enrique José Roque Gandolfi Herrero es el nombre real de este escritor y revolucionario argentino; Álvaro Yunque es su nombre de batalla en las lides poéticas, desde donde combate “por la liberación económica del proletariado”.
Su poesía, heredera del modernismo, que viera la luz en su patria con el gran Rubén Darío.
El verso y la prosa son como dos pisos de la misma casa.
“La poesía para Reed no era sólo escribir palabras, sino vivir la vida”. Max Eastman.
Desempeñó un papel crucial en el desarrollo del movimiento literario conocido como Shintaishi o “nuevo Romanticismo”, que buscaba revitalizar la poesía japonesa a principios del Siglo XX.
Periodista, poetisa y activista de los Derechos Humanos de ascendencia palestina.
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Escrito por Redacción