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Urgen gobernantes educados y organizados salidos del pueblo
En el informe de la Oxfam, "Las desigualdades que matan", se plantea como solución de la desigualdad social mundial, que haya voluntad política de los gobernantes; error. Se necesita la educación y organización de las mayorías del planeta.
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No es la primera vez que el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) advierte que las desigualdades socioeconómicas son un grave problema que afecta a la humanidad, principalmente a los países tercermundistas, entre los cuales se halla México. En su informe Las desigualdades que matan, emitido la semana anterior, el organismo internacional actualiza el asunto que, desde hace décadas, más conflictos genera en las naciones del planeta.

El documento subraya: “Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99 por ciento de la población mundial se habrían deteriorado a causa de la Covid-19. Las crecientes desigualdades económicas (...) así como la desigualdad existente entre países, están fracturando nuestro mundo. Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la ‘violencia económica’ tiene lugar cuando las decisiones políticas (…) están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica (…) al conjunto de la población y, especialmente, a las personas en mayor pobreza”.

Más adelante, el texto afirma: “las desigualdades contribuyen a la muerte de una persona cada cuatro segundos. No obstante, tenemos la oportunidad de reformar drásticamente nuestros modelos económicos para que se basen en la igualdad. Podemos abordar la riqueza extrema aplicando una fiscalidad progresiva, invirtiendo en medidas públicas de eficacia para eliminar las desigualdades y transformando las dinámicas de poder dentro de la economía y la sociedad. Si mostramos la voluntad necesaria (¿tendrá algún multimillonario o gobernante voluntad?) y escuchamos a los movimientos que están exigiendo cambios, podremos crear una economía en la que nadie viva en la pobreza”.

En el prólogo, Jayati Ghosh, catedrática de economía en la Universidad de Massachusetts en Amherst, e integrante del Consejo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos, asevera que “el acceso desigual a ingresos y oportunidades no solo crea sociedades injustas, enfermas e infelices, sino que también mata a personas” y denuncia que “a lo largo de los últimos dos años un gran número de personas ha perdido la vida tras contraer una enfermedad infecciosa al no poder acceder a tiempo a las vacunas”.

La directora de Documentales, Abigail E. Disney, comenta que “quizás el hecho de ver con tanta crudeza la injusticia y la crueldad de nuestras estructuras haría que por fin abriésemos los ojos, animándonos a replantearnos cómo se distribuyen los recursos. Pero está ocurriendo lo contrario. Han surgido nuevos milmillonarios (…) y empresas como Amazon, en lugar de sentir vergüenza, han visto la pandemia como una oportunidad para seguir enriqueciéndose y redoblaron las estrategias que habían dejado al 40 por ciento de las trabajadoras y trabajadores estadounidenses sin la posibilidad de disponer de los más mínimos ahorros para luchar contra el hambre, el desamparo y una asistencia médica inadecuada”. Y, destaca: “hay dinero de sobra para resolver la mayoría de los problemas del mundo, pero que los millonarios y milmillonarios acaparan esos recursos”, también sugiere que “podemos hacer que el mundo sea un lugar mejor. Solo tenemos que encontrar la voluntad política para tomar las medidas necesarias”.

Este espacio es muy breve para comentar todo lo que expone el informe sobre la catastrófica realidad que vive el mundo, donde se ha duplicado la riqueza de los 10 hombres más ricos mientras que los ingresos del 99 por ciento de la humanidad se deterioran. El documento revela que las desigualdades matan a 23 mil 300 personas cada día (una persona cada cuatro segundos); que 252 hombres poseen más riqueza que mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe; que, desde 1995, el uno por ciento más rico ha acaparado 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad; que cada año 5.6 millones de personas mueren por la falta de acceso a servicios de salud en países pobres; y que el hambre mata, como mínimo, a 2.1 millones de personas anualmente.

En México, al menos 100 millones de personas sufren pobreza y sobreviven de puro milagro; los precios de los productos básicos son elevadísimos; escasean las pruebas y vacunas contra el Covid-19; hay demasiada violencia delictiva y muchos asesinatos dolosos y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador está hundiendo al país a gran velocidad.

El informe de la Oxfam vuelve a cometer el error de asegurar que la voluntad política de los gobernantes es la solución, cuando lo que se necesita es que todos los seres humanos nos organicemos, eduquemos; y reconozcamos la grave crisis mundial. Urge que, en cada nación, el pueblo ponga a sus propios gobernantes. Solo así la suerte de la humanidad comenzará a cambiar. Por el momento, querido lector, es todo.


Escrito por Miguel Ángel Casique

Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).


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