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Soberana presencia de la Patria, de Diana Morán Garay
La Zona del Canal, posesión yanqui “a perpetuidad”, simbolizaba la injerencia imperialista.
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Iniciaba el año 1964 y el Canal de Panamá cumplía seis décadas. La Zona del Canal, posesión yanqui “a perpetuidad”, simbolizaba la injerencia imperialista. Hacía años que la inconformidad ante la manifiesta violación de la soberanía era evidente; las multitudinarias protestas, que crecían en número e intensidad, habían conquistado el acuerdo de que las banderas de ambas naciones se izarían en la franja de cinco millas en poder estadounidense. El nueve de enero de ese año, que hoy se conmemora en aquella nación como Día de los mártires, un incidente relacionado con la negativa a ondear la enseña de Panamá desencadenó la furia represiva del invasor, que se ensañó con una multitud de jóvenes, rociando gas lacrimógeno y disparando contra ella, el saldo oficial fue de 22 panameños muertos e incontables heridos; los hechos atrajeron la condena internacional contra el imperialismo.

Soberana presencia de la Patria(1964),de la poetisa y patriota panameña Diana Morán Garay (Panamá, 1929 – México, 1987), es un extenso poema formado por 132 versos libres en los que la autora denuncia este sangriento capítulo del intervencionismo permanente de la potencia estadounidense. 

 

Es enero en las calles donde ruedan los gritos,

nueve o diez en la carne, en la súplica radial

de un arroyuelo rojo para soldar los nervios,

es la fecha de un pueblo que encontró su camino.

(…)

Escuchen lo que digo

con la capilla ardiente del rencor más viejo:

Mi patria, cántaro de amor en todo idioma,

que ofrece su agua buena al peregrino

ha arrastrado sesenta calendarios

sin derecho a la fruta, al árbol de su huerto,

saqueada en la bondad de su cintura.

Testigo presencial de los sucesos, Diana Morán desenmascara la falsedad del discurso del “buen vecino” y rechaza, en una vehemente enumeración, la amplia campaña gringa, llena de hipocresía y odiosos simbolismos, para ocultar la represión y fingir que respeta a un pueblo al que ha invadido, atropellando sus derechos.

(…)

¿Quién reclama la sílaba final de un corderito

para ensayar un apretón de manos

aquí, donde quedó sin gasa el hospital

para cubrir la fuga de amapolas?

Quién, quién se atreve a rezar:

Tío Sam, Santa Claus, Cuerpo de Paz

–Arca de las Alianzas, Consuelo del Afligido–

el corazón agujereado

cicatriza con verdes papelillos.

¿Quién me pide que sufra, que suframos de amnesia,

que le demos a Fleming tres medallas

y con Bogart bailemos tamborito

por la amistad del tiburón

y el anzuelo en las sardinas?

¡No! El Sol no despierta para ustedes,

usureros del aire.

Ese disfraz de oveja, hermano lobo,

ya no engaña el candor de las violetas.

Ahora ¿cómo bautizarás esta maniobra?

¿Juegos de patos?

¿Operación amiga en Canal Zone?

¿Pildoritas Johnson para el subdesarrollo?

Estos brazos que buscan una forma de niña,

un latido de novio, una frente en los libros,

película no son para soldados morfinómanos.

La viudez de estos cuartos no se vende en coca cola.

El salitre escapado de la herida en desvelo

no es negocio de chicles o zapatos.

Este nueve de enero no es cera de museos,

no es moneda de cambio

ni tiene la firma de Bunau Varilla. 


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


Notas relacionadas

Soberana presencia de la patria no sólo es la enérgica denuncia de la masacre perpetrada por el imperialismo yanqui contra los jóvenes patriotas panameños en 1964.

El séptimo canto de Más allá canta el mar, la gran epopeya del poeta cubano Regino Pedroso.

La Zona del Canal, posesión yanqui “a perpetuidad”, simbolizaba la injerencia imperialista.

La poesía, como otros quehaceres, fue un espacio vedado por siglos a las mujeres; sin embargo, en la historia de la literatura universal abundan los ejemplos de autoras rebeldes.

Luchó toda la vida por su patria cubana desde la trinchera de las letras.

Publicada por primera vez en La Habana en 1939, en la imprenta La Verónica, de Manuel Altolaguirre, Más allá canta el mar es una extensa epopeya compuesta en luminosos versos de altísimo registro.

Escritor, dramaturgo y periodista, Vicente Alemán, más conocido por el seudónimo literario de Claudio Barrera.

El nueve de mayo de 2022 dejaba este mundo material el poeta, periodista y diplomático José Franco, nacido en 1936 y conocido como El Poeta de la Patria en su natal Panamá.

La segunda aparición de esta obra maestra también fue malinterpretada, creyendo algunos adivinar la ruptura del poeta con el modernismo.

De aquella sociedad nacida de la más grandiosa revolución que había conocido la humanidad surgió, como un resultado necesario, toda una constelación de poetas.

Los grandes poetas populares de todos los tiempos sufren a menudo la injusticia de verse antologados con sus versos menos partidarios.

Son 15 los cantos de Más allá canta el mar, la extensa epopeya latinoamericana de Regino Pedroso.

Casa con dos puertas, del último poeta modernista mexicano, Enrique González Martínez (1871-1952) es una metáfora reiterada.

Uno de los libros fundamentales en la obra del poeta veracruzano Rubén Bonifaz Nuño es Fuego de pobres (1961), su autor reconocerá que con este volumen “comenzaba ya el cambio; lo otro era personal; Fuego de pobres puede ser ya colectivo”.

La historia de la literatura abunda en ejemplos de amistades a toda prueba y de profundos desencuentros entre poetas y escritores de indudable valor.