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Niels Steensen, el padre de la geología moderna
Antes se creía que el parecido entre los fósiles y los seres vivos era gracias a un espíritu animador o vegetativo. Fue gracias al médico Niels Steensen que se reconoció la pertenencia de fósiles a seres vivos.
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El hallazgo y reconstrucción de fósiles siempre ha despertado la curiosidad de los seres humanos desde las primeras civilizaciones. La fascinación surge al tratarse de organismos que ya no viven actualmente y muchos de ellos superan en tamaño a las especies actuales. Por ejemplo, existen escorpiones que alcanzan los 10.3 centímetros de longitud, como las hembras del escorpión gigante de Yala, en Sri Lanka, especie descubierta en 2018; pero se han encontrado fósiles de escorpiones marinos que llegaron a 2.5 metros de longitud y que vivieron hace 400 millones de años. Si bien solemos temer a los escorpiones por ser venenosos. ¿Cómo reaccionaríamos al ver vivo a un escorpión prehistórico? En el caso de los animales vertebrados, el elefante africano es el vertebrado terrestre de mayor tamaño con 7.5 metros de longitud y seis toneladas de peso; pero se sabe que el vertebrado de mayor longitud fue el Argentinosaurus, con 33 metros de longitud y 67 toneladas de peso, que vivió hace 93 millones de años.

La palabra fósil proviene del latín fossile que significa “aquello que es excavado”. Se considera un fósil a cualquier evidencia de vida en el pasado geológico. Los fósiles pueden ser huesos, conchas, madera petrificada, restos de organismos conservados en ámbar, huellas o cuerpos congelados en hielo. En conjunto, los fósiles han mostrado a la humanidad la existencia de tiempos pretéritos donde el clima, la vegetación, la fauna y los continentes han sido muy diferentes a lo que conocemos ahora. Sin embargo, la comprensión de la historia geológica de la Tierra es muy reciente, pues durante muchos años la interpretación de los fósiles y de la biodiversidad estuvo dominada por el pensamiento bíblico, que caracterizó a la época medieval. A los fósiles se les atribuían poderes medicinales, mágicos y religiosos o se consideraban partes de criaturas mitológicas como dragones o cíclopes.

El estudio moderno de los fósiles comenzó con el Renacimiento, a finales del Siglo XVI, época en la que inició la descripción de colecciones públicas y privadas de fósiles en países como Italia, Francia e Inglaterra. Sin embargo, el origen orgánico de los fósiles no era reconocido. Por ejemplo, Michele Mercati, curador de la colección de fósiles de Roma, pensaba que el parecido entre los fósiles y seres vivos se debía a que los primeros habían crecido dentro de las rocas por acción de un espíritu animador o vegetativo.

Fue con los trabajos del médico danés Niels Steensen que se reconoció la pertenencia de fósiles a seres vivos. Steensen nació en Copenhague en 1638 y fue un destacado anatomista de su época, entre sus trabajos se encuentran la descripción del aparato lacrimal y el haber descubierto la glándula parótida y los ovarios en los seres humanos. En 1665, se trasladó a Florencia, Italia, bajo el mecenazgo del duque de Toscana, Fernando II de Médici (el mismo mecenas de Galileo Galilei). Aquí, Steensen estudió los dientes fosilizados del megalodón, el tiburón prehistórico más grande que ha existido en la Tierra. Los dientes fósiles de este depredador se conocían desde la época de los griegos y llamaban la atención por sus grandes dimensiones. Un diente de megalodón alcanza un tamaño promedio de 18 centímetros desde la base de su raíz hasta la punta de la corona, es decir, abarca la palma extendida de la mano de un ser humano; y hay reportes de dientes que llegan a 23 centímetros. En comparación, un diente de tiburón blanco apenas tiene un tamaño de siete centímetros. Pero desde la Edad Media se pensó que los dientes fosilizados del megalodón eran lenguas petrificadas de serpientes, por lo cual se denominaban glossopetra.

Steensen realizó la disección de la cabeza de un tiburón actual y observó semejanzas morfológicas entre los dientes del escualo y las glossopetras. Concluyó que las lenguas de piedra debieron pertenecer a un tiburón de mayor tamaño en comparación con las especies actuales; se trataba de una especie de tiburón antiguo. Sus resultados los publicó en 1667 en un informe titulado Canis carcariae dissectum caput (Disección de la cabeza de un tiburón perro). En su trabajo, Steensen dejó de lado las consideraciones mitológicas y mágicas que rodeaban a los dientes de megalodón, en lugar de esto, propuso un mecanismo de formación de fósiles para explicar por qué las glossopetras no se encontraban en el fondo de los mares actuales, sino en la cima de acantilados y enterrados en el suelo. Steesen razonó que los dientes fueron arrastrados por el oleaje del mar, tierra adentro, donde quedaron sepultados en capas de sedimento, las cuales se depositaron en forma de diferentes estratos horizontales. Estas ideas las desarrolló con más detalle en 1669, en su trabajo De solido intra solidum Naturaliter contento Dissertationis Prodromus (Discurso introductorio acerca de un cuerpo sólido naturalmente contenido en el seno de un sólido).

En sus trabajos de 1667 y 1669, Steensen llegó a conclusiones sobre la formación y existencia de fósiles que no requerían de la intervención de entidades religiosas ni artificios mitológicos. Por lo cual, Niels Steensen es considerado el padre la geología moderna.


Escrito por Jorge Adrián Serrano

Colaborador ciencia


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