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Los autores del libro que lleva por título Lenin en Chapingo, Victoria Herrera Valle y Aquiles Celis Córdova, me hicieron el favor de invitarme a la presentación de su trabajo. Acepté la inmerecida distinción y con base en algunas palabras que pronuncié ese día, me permito ahora dirigirme a los lectores. Ellos son dos historiadores muy talentosos que trabajan con el Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales, CEMEES, un sorprendente colectivo de científicos jóvenes que ya está influyendo seriamente en el indispensable análisis de la realidad nacional y que, entre otros destacados esfuerzos, sostiene un programa semanal de debate en línea, los miércoles a las 21 horas (@canalseistv) que se llama Lo marginal en el centro, es decir, lo que nuestra sociedad clasista concibe en la periferia, lo prescindible y no relevante, ellos lo instalan y lo analizan en el centro, en lo fundamental y decisivo.
En la obra Lenin en Chapingo se indaga, se exhibe y se analiza escrupulosamente la verdad, no toda, porque ¿qué obra de investigación puede abarcar toda la verdad?, pero sí una buena parte de ella, acerca de la lucha estudiantil y magisterial que se libró en la entonces Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo entre los años de 1966 y 1976. Las demandas enarboladas, la organización de los participantes, la represión que sufrieron y los resultados y cambios que se operaron, son extremadamente actuales y están vivos y dando frutos.
En mi intervención en la presentación de este trabajo singular creí que era necesario, y ahora también –por eso las reproduzco textualmente– decir las siguientes palabras: “En esta ocasión, ocasión muy especial, tengo la temeridad de hablar frente al Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional, el Maestro Aquiles Córdova Morán. Hablar frente a un hombre de su estatura teórica, política y moral, como dijo el poeta, sobrecoge y pasma. Pero ocuparse de una lucha histórica de la cual él fue autor intelectual y protagonista principal, debería paralizar completamente. Si me atrevo a permanecer aquí y a externar algunas ideas, es solamente porque tomo en cuenta su gran generosidad intelectual. Si yerro, será mi responsabilidad, si acierto, una muestra de la grandeza de quien me enseñó a luchar y a vivir”.
Este trabajo arranca de la lucha del año de 1967 en la que la Escuela Nacional de Agricultura encabezó una movilización nacional en solidaridad con los estudiantes pobres de la escuela particular de Agronomía Hermanos Escobar de Ciudad Juárez. El salto de calidad de una serie de demandas inmediatistas, al abanderamiento de una demanda trascendente, como fue la de la federalización de esa escuela, transformaría la educación agrícola superior en el norte del país y en todo México y que, sin lugar a dudas, contribuyó poderosamente a que numerosas escuelas se sumaran al movimiento de huelga, se debió a la visión de Aquiles Córdova Morán, que fue quien explicó y convenció a los estudiantes de Ciudad Juárez de lo limitado de sus demandas originales.
Chapingo era en 1967 una escuela militarizada. No tengo noticias de ninguna otra de este tipo que se haya puesto en huelga. En ese movimiento estudiantil se instrumentó una importante organización interna y el elemento más activo e influyente del Comité de Huelga, consecuentemente, fue Aquiles Córdova, tal como lo demuestra el trabajo de Herrera y Celis con citas de reportes que enviaban en secreto los agentes del gobierno. La de 1967 no fue una lucha por prebendas para los estudiantes de Chapingo que gozaban de importantes servicios asistenciales y educativos, fue una lucha en solidaridad.
Es lugar común asegurar que las manifestaciones estudiantiles en mayo de 1968 en París fueron el inicio de la participación política de los jóvenes en la problemática social de toda una época. Para vacunar a la juventud contra la inconformidad y la protesta que empezaban a proliferar, desde las más altas esferas de la propaganda capitalista, se diseñó la conocida como contracultura, básicamente, la contemplación, la música ruidosa y, desde luego, el consumo de alcohol, de drogas y la práctica obsesiva del sexo. El arranque de esta temible campaña tuvo lugar en Woodstock, en el estado de Nueva York, el 15 de agosto de 1969 y hoy se sabe que la CIA proveyó de manera abundante todo lo necesario para que esa congregación “espontánea” durara tres días con sus noches.
Sostengo que, en realidad, esa inconformidad y participación juvenil que Woodstock pretendía desviar, inició, no en París en 1968, sino en Chapingo en 1967. Para quien se detenga a reflexionar sobre las características de esa lucha estudiantil en una escuela militar, el alcance nacional, pues se declararon en huelga 11 Escuelas de Agricultura y 33 Normales Rurales y, sobre todo, el éxito tangible de sus demandas de que no gozó el Mayo de París, no debiera quedar duda de que se trataba de un hecho inusitado y digno de tomar en cuenta.
La huelga que estalló luego en Chapingo en el año de 1974 con raíces y antecedentes en 1967, pretendía que se convirtiera en ley el proyecto Universidad Autónoma Chapingo, el proyecto UACh, que lanzaba al futuro como una institución popular y revolucionaria a la vieja Escuela Nacional de Agricultura y que había aprobado la comunidad reunida en Asamblea General Conjunta de profesores y Estudiantes. Ésta fue, a no dudarlo, una lucha exitosa, pues la huelga se ganó, es decir, la Ley que creó la UACh se aprobó en el Congreso de la Unión con las características que defendía la comunidad en lucha y, todavía, para pesar de sus adversarios, norma su vida institucional. No debe pasarse por alto que el autor y defensor principal del Proyecto UACh fue el Maestro Aquiles Córdova Morán, los enemigos de aquella época nunca lo dudaron, como lo demuestra la rabia con la que lo atacaron y que en todos estos años nadie ha reclamado el enorme mérito.
En el Proyecto UACh se explica y defiende la lucha por una Universidad Nacionalista, pues hace ya casi 50 años que se vio la dependencia del país en todos los órdenes y se preveía su agravamiento. Una Universidad Popular para la admisión y el sostenimiento de integrantes de las clases más desamparadas del país, que consiste en aplicar exámenes de admisión que tomen en cuenta las desventajas de clase social que cargan los aspirantes y, luego, ya admitidos, proporcionarles servicios asistenciales que eviten su deserción, así como la práctica de la solidaridad activa con las luchas populares. Una Educación Crítica, que sostenía que se enseñara marxismo-leninismo como una herramienta fundamental para conocer y transformar la realidad, ahora, es evidente que el método de análisis de la clase dominante ha fracasado ya que su teoría no sólo no logra parar y revertir la crisis en la que se hunde el capitalismo, sino que hasta está perdiendo dramáticamente la guerra científica y tecnológica. Una Universidad Democrática, es decir, la unidad indisoluble de profesores y estudiantes reunidos en una Asamblea General Conjunta que fungiera como máxima autoridad de la institución y, finalmente, una Universidad Autónoma, característica indispensable consignada en la ley que sigue siendo un pendiente, pues, hasta ahora, la SADER continúa manejando el presupuesto e influyendo directamente en los asuntos trascendentes de la universidad.
En fin, el compromiso de Vladimir Ilich Ulianov, su polémica y su batalla, están muy presentes en el decisivo trabajo y aportación de Victoria Herrera y Aquiles Celis. Ellos, con su inteligencia y talento, lo mantienen vivo y actuante. Lenin estuvo, ha estado en Chapingo y, sin duda, ha estado y sigue estando en el apreciable trabajo Lenin en Chapingo. Y ya que usted es lector paciente, amigo, y ha llegado hasta aquí, léalo, no se arrepentirá.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".