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Geopolítica de una sequía global anunciada
A esta ambición capitalista sobre el agua dulce están expuestos los pueblos de muchas naciones con gobiernos sin la estrategia adecuada para enfrentar el cambio climático, como México.
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El insaciable afán de ganancias monetarias del imperialismo se ha apropiado del agua potable y, con su habitual visión bélica, la está usando como arma contra sus adversarios sin que le importen los ocho mil millones de habitantes del planeta.

esta ambición capitalista sobre el agua dulce están expuestos los pueblos de muchas naciones con gobiernos sin la estrategia adecuada para enfrentar el cambio climático, como México. La vida en la Tierra depende de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O). Esta elemental sustancia debería utilizarse para garantizar la paz y prosperidad; pero hoy su escasez, propiciada por el mismo hombre, se utiliza como eficiente arma política y económica.

Regiones enteras están sufriendo sequía debido a la privatización del agua, expropiación y sabotaje de terceros. Detrás de tales actitudes se halla el capitalismo contemporáneo, que privilegia el suministro para unos y lo escatima a millones de personas. Es el “sufrimiento a cámara lenta”, como ha reconocido el agiotista Banco Mundial (BM).

Entre los sectores privilegiados “con llave abierta” al agua destaca el agrícola, con 70 por ciento del consumo, y el industrial, con 20 por ciento, que dejan solamente el restante 10 por ciento para el uso doméstico.

Pero esta ecuación no es del todo cierta, porque se oculta deliberadamente que algunas industrias acaparan el agua; entre éstas sobresale la tecnología dedicada a la creación de inteligencia artificial, cuya necesidad de agua ha aumentado colosalmente.

En los centros de información, la cibernética y en “la nube” la demanda de agua resulta insaciable porque los servidores, los dispositivos de almacenamiento y las redes generan mucho calor y requieren refrigeración constante.

A finales de 2023, habitantes de Grenoble, Francia, denunciaron el derroche de miles de litros de agua por la empresa STMicroelectronics. Su denuncia fue contundente: “¡La industria de los chips roba el Oro Azul de los Alpes!”. En contraste con ese silencioso abuso, se ha publicitado que la industria de la confección consume anualmente la misma cantidad de agua que cinco millones de personas.

Las compañías capitalistas de navegación marítima, comercial o turística, usan también demasiada agua y propician un alza en el costo de las mercancías hacia Cuba, Venezuela, Irán, China y Rusia con los bloqueos y las sanciones comerciales, porque los productos son transportados en contendores navales.

El cambio climático está provocando que yacimientos y cuerpos hídricos se encuentren sobre la marca de sequía sin precedentes. La escasez del Oro Azul es tan crítica que su falta está causando conflictos sociales y políticos en poblados, entidades y regiones de muchos países.

Pero el dispendio hídrico persiste en los sectores minero, acerero, cementero, energético y turístico; en importancia destacan el del papel y cartón, que consume el 27 por ciento del agua para fabricar pasta y refrigerar equipos, así como el transporte aéreo.

Debido a este grave problema vital, en 2024 ha vuelto al primer plano el anunciado riesgo de las “guerras del agua”; y los países e individuos más poderosos definen sus estrategias de acopio con base en el despojo del agua a sus legítimos propietarios.

En marzo pasado, el pontífice de la Iglesia Católica Romana lamentó que los recursos financieros de las naciones capitalistas se utilicen para adquirir armas en lugar de distribuir agua a dos mil 220 millones de personas. Esto fue ignorado por la industria bélica, que utiliza millones de metros cúbicos de agua para construir armas en su proceso de “weaponización”, explica la directora de la Red de Integridad del Agua, Bárbara Schreiner.

Pero no todo está perdido. Entre 2000 y 2015 hubo 235 “remunicipalizaciones” del agua; es decir, no se renovaron las concesiones a las empresas privadas que incumplieron su compromiso de llevar agua de buena calidad a sus clientes.

Esta “‘remunicipalización” ha beneficiado a unos 100 millones de personas en 37 países del mundo, quienes acceden al agua como un bien público y su consumo ya no depende de los intereses privados.

Agua pública, acceso privado

 

 

Las fuentes del líquido vital escasean con el tiempo y están fuera del alcance de las mayorías. A la sequía por causa humana y por el cambio climático se suma su acaparamiento. Sin importar que su acceso represente un derecho humano, hoy los gobiernos no tienen poder ni voluntad para enfrentar al sector privado que presiona por concesiones de extracción y facturación.

En el año 2000 se libró la “primera guerra del agua” de América Latina en Cochabamba, Bolivia, cuando el gobierno de Hugo Banzer permitió a la empresa estadounidense Bechtel que subiera al 100 por ciento las tarifas; y prohibió a los pobladores que captaran agua de lluvia.

Miles de ciudadanos exigieron la cancelación de esa privatización; y el general proyanqui los reprimió violentamente con saldo de seis muertos y 175 heridos. Esta conciencia social revive cíclicamente en Latinoamérica.

La misma Bechtel, financiada por la tenebrosa Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), se benefició de un contrato estadounidense para reconstruir la infraestructura hídrica y civil en Irak, destruida por sus bombas en 2003.

Otra batalla se libra en Sao Paulo, Brasil –que dispone del 12 por ciento del agua dulce en el mundo– porque el gobierno de Jair Bolsonaro concesionó el saneamiento de su red de agua potable a una empresa privada; y hoy, los habitantes de la ciudad más rica y poblada de América Latina, la raciona.

Hace 20 años, el Informe interdisciplinario Prinwasser alertó contra el intento de privatizar el agua pública en el mundo y denunció la tendencia de los proveedores a incumplir con su compromiso de invertir más en purificación y dar mantenimiento a las redes hídricas. Entre los nueve gobiernos de los países incluidos en ese informe figuraban México, Argentina, Finlandia, Kenia, Inglaterra y Grecia.

También han sido denunciadas las prácticas negativas y sobreexplotación de acuíferos efectuadas por las firmas españolas Canal de Isabel II y Aguas de Barcelona en México (Saltillo) y Colombia (costa atlántica).

Pero a pesar de estas experiencias, los gobiernos han cedido a la presión del capitalismo. En diciembre de 2020 se activó el primer mercado del futuro del agua dulce, llamado Veles California Water Index, impulsado por el índice Nasdaq y la Bolsa Mercantil de Chicago.

La conversión del agua en un commodity (bien capitalizable en las bolsas de valores) significa ya no valorarla como un derecho humano. A miles de kilómetros de sus fuentes se decide el uso vital del agua para los humanos, así como su precio al alza o a la baja según escasee o abunde.

Esta decisión fue adoptada en secreto para no alertar a las sociedades. Por ello no es arriesgado afirmar que gran parte de la humanidad ya vive en una era en la que el agua está privatizada, en tanto la sequía se extiende en el planeta.

Vida en peligro

El planeta ya orbita en una situación indeseable: escasez de agua igual a Inestabilidad política y económica por el frenético uso del líquido. La profundización del capitalismo imperialista azuza la competencia entre personas y Estados por los recursos naturales.

La carencia de agua, que impacta a millones en el mundo, es una de las quejas cada más más frecuentes. Por ello, el Observatorio de Riesgos para las Empresas del Instituto Cerdá incluyó a la sequía como uno de los principales riesgos de 2024, junto a la inflación y los ciberataques.

Por la falta de agua, el Canal de Panamá ha reducido sus operaciones; y al otro lado del planeta, la tensión entre Occidente y Beijing frena la conservación del Mar del Sur de China, un espacio territorial estratégico para millones de personas en el orbe.

La represa que construye Etiopía en el río Nilo la enemista con Egipto y Sudán, que reclaman que esa obra les privará del acceso al agua, pues en la cuenca del afluente viven más de 270 millones de personas.

La sequía que en el verano de 2021 asoló a la comunidad kurda de Rumelia, Siria, redujo en 70 por ciento el caudal en el río Éufrates, el más largo del país, con dos mil 800 kilómetros. El mar Mediterráneo sufre por la falta de lluvias, que a su vez desertifican los países ribereños.

Desde 2018 se emitió la alerta sobre el “día cero” en Sudáfrica, pues en su capital, Ciudad del Cabo, los recursos hídricos ya no cubrían la demanda de agua de su población; y hoy la situación resulta más crítica.

El derroche y la contaminación del agua por la industria textil son abrumadores. En Perú, el emporio Gamarra es conocido por la extrema explotación, efectuada en ese país, denuncian Dennissella de Vettori y Enrico Huarag.

El informe Crímenes de Moda, de la ONG británica Earthside, vincula a gigantes de la moda como H&M y Zara con el derroche de agua en la producción de algodón sucio en Brasil. Asocia a éstas y otras grandes textileras con la deforestación y la sequía en Asia, así como con la apropiación de tierras y el ciclo de corrupción y violencia en el Tercer Mundo.

Asia, rodeada de mares y ríos, hoy padece por sed. Posee la mayor población del planeta y tiene menos acceso al agua dulce (tres mil 920 metros cúbicos anuales per cápita). Desde 2014, el geoestratega Brahma Chellaney alertó al mundo acerca de la deficiencia del recurso en los ríos Amarillo, Lancang e Indo.

La sequía en India, por el impacto meteorológico de El Niño, afecta la producción de alimentos y de algodón, del que este país representa el segundo mayor productor mundial. El control del agua causa roces entre Tíbet y Beijing, pues la región del Himalaya acoge al glaciar de Rongbuk, donde nace la llamada Torre de Agua con los ríos más importantes del continente: el Yang Tse, el Indo, el Huang-Ho y el Mekong.

En África, decenas de millones de personas están en riesgo por la contaminación de importantes cuerpos de agua como el río Zambeze, que riega Zambia, Angola, Congo, Zimbabwe y Mozambique y es uno de los ríos más explotados del mundo. Además, las cataratas Victoria redujeron su caudal.

El río Limpopo, en Sudáfrica, redujo su caudal y las aguas subterráneas abundan en nitratos por causa humana. En el Cuerno de África, durante 2023, la sequía mató a más de 43 mil somalíes y decenas de millones de personas padecieron hambre.

No sólo el Tercer Mundo sufre por el agua privatizada. La mayoría de los estadounidenses toman agua de instalaciones públicas, pero la suministran proveedores privados; y esa práctica crece significativamente. Sobre todo en pequeñas localidades con presupuesto público insuficiente para el mantenimiento de instalaciones y garantizar el flujo.

 

 

Ésta ha sido la sequía más prolongada de Europa y comenzó en 2022, el más seco en 15 años y más caluroso desde 1961. Detrás de la “tractorada” europea está la escasez de agua, a pesar de que la Unión Europea (UE) y otros gobiernos la reservan para sus industriales y agricultores.

España padece una sequía que arrastra desde hace más de una década. Más de 10 millones de habitantes (de 47.7 millones) sufren cortes de agua en municipios y ciudades del norte y en Andalucía. Por la escasez se pide a los turistas usar agua del mar para eliminar la arena de la playa.

En mayo de 2023, en Andalucía se robaron unos 26 millones de metros cúbicos de agua emanada de pozos clandestinos. Un año antes, la sequía en Francia condujo al robo de agua en perjuicio de municipios, reporta el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Eso representa un peligro para la vida. 

 

 

Desigualdad y geopolítica

 

La escasez del agua viene con la desigualdad social, por la pobreza, injusticia social y ampliación de la brecha entre el sur y el norte globales. Todo indica que el cambio climático, la competencia por el agua, la marginación de las mayorías y la militarización conducirán a una inestabilidad regional y mundial.

América Latina, con 35 por ciento de mantos acuíferos (un tercio del agua dulce mundial), no garantiza acceso igualitario para toda su población. En 2022, 162 millones de personas no accedían sin riesgos; y únicamente el 66 por ciento (435 millones) tenía agua saneada.

El Programa Conjunto OMS/UNICEF para el Monitoreo del Abastecimiento de Agua y Saneamiento revela que los países con mayor riesgo de desecación son Brasil, Argentina, México, Uruguay y Chile, con más del 50 por ciento de zonas desérticas.

La tala de olivos por el sionismo israelí y el derrame de cemento en pozos de palestinos; los bombardeos estadounidenses contra infraestructura siria y yemení han envenenado la tierra y contaminado yacimientos acuíferos. La masiva agroindustria europea expulsa a miles de campesinos de sus fuentes de agua, tal como las corporaciones en América Latina.

Entretanto, los sabotajes a estaciones de bombeo, o el veto para adquirir refacciones por el bloqueo, condenan a la sed a millones de cubanos. Esta visión imperial aumenta las tensiones internacionales por el agua.

 

Las cifras del agua 

 

La escasez hídrica empeorará el mundo en los próximos años.

Sólo es utilizable 0.5 del 70 por ciento del agua en la Tierra.

Para obtener agua, más de tres mil millones de personas cruzan fronteras internacionales y se les denomina “migrantes hídricos”.

Hoy, dos mil millones de personas –26 por ciento de la población mundial– carecen de agua potable.

México recibía un volumen anual medio de mil 449 kilómetros cúbicos (km3) de agua por lluvia; de los cuales 71.5 regresaban a la atmósfera por evapo-transpiración, a los que se sumaban los 48 km3 de sus ríos en las fronteras norte y sur.

Exporta 0.3 km3 anuales del río Bravo a EE. UU., conforme al Tratado sobre Distribución de Aguas Internacionales (1944).


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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