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La desigualdad en México ya es peligrosa: Alexandra Haas
La directora ejecutiva del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) México, Alejandra Hass, previó que, si la concentración de la riqueza en el país avanza como hasta ahora, México estaría en riesgo de un estallido social.
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La directora ejecutiva del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) México, Alejandra Hass, previó que, si la concentración de la riqueza en el país avanza como hasta ahora, México estaría en riesgo de un estallido social. La abogada a cargo de la organización no gubernamental señala en entrevista que “la crisis puede tomar muchísimas caras”, pero las dimensiones de la desigualdad ya son peligrosas en las condiciones actuales”.

La Organización Internacional contra la Desigualdad (Oxfam en inglés) con sede en México, ha emitido los hallazgos del estudio “Beneficios en fuga”, un seguimiento elaborado durante varios años, en el que se expone cómo la riqueza se concentra en muy pocas manos. En esta ocasión, según Oxfam, son 22 milmillonarios y podemos asegurar que el mundo es cada vez más desigual.

buzos (b).- ¿De qué dimensiones es la concentración de la riqueza, según este reporte presentado por Oxfam?

Alexandra Haas (AJ).– Llevamos ya varios años en la organización global, en más de 70 países estudiando la desigualdad. Oxfam empezó como una organización que se ocupaba de la pobreza y de las personas en situación de marginalidad y las dificultades diversas relacionadas con guerras, situaciones climáticas, etcétera; sin embargo, después observamos que el problema no es nada más que hay millones, cientos de millones de personas en situaciones de precariedad, sino también que el sistema económico ha provocado de manera creciente e inédita, quizá como nunca en la historia de la humanidad, que se abra la brecha entre personas millonarias y el resto de la población.

En el mundo hay un poco más de dos mil 700 personas milmillonarias. La mayoría de ellas está concentrada en los países del Norte, en Europa, en Estados Unidos (EE. UU.), Canadá, algunos países industrializados de Asia, etcétera. También hay muchas personas millonarias en los países del sur, América Latina no es la excepción. México, por ejemplo, tiene 22 milmillonarios este año, un aumento significativo respecto a nuestro último reporte.

b.– ¿Qué particularidad tiene el caso de México?

AH.− La particularidad de México es que los milmillonarios que aumentaron no son nuevos, como pasa en otras economías, donde las personas más ricas cambian porque las industrias se vuelven más exitosas o menos exitosas, o las empresas crecen, triunfan o luego también pueden fallar, generándose una renovación. En México llevamos 30 o 40 años con las mismas personas en la cima de esas grandes fortunas; y ocho de esos 22 milmillonarios no son exactamente nuevos milmillonarios, sino más bien hijos de los milmillonarios que estaban en la lista. Se trata de personas que, en vida, por ejemplo, les heredaron a dos o tres hijos; entonces ésos llegan a la lista compartiendo esa fortuna. En realidad, es la misma fortuna, de las mismas fuentes. Entonces estamos planteando que los milmillonarios, en EE. UU., que en inglés se llaman billonarios, con billones de dólares (bdd). Oxfam ha identificado que, dentro de los próximos diez años, en el mundo habrá trillonarios mientras que la pobreza persistirá. Con este panorama, tardaremos mucho más tiempo: 200 o 300 años en lograr combatir la pobreza; mientras a la vuelta de la esquina está la posibilidad de tener trillonarios

En Oxfam explicamos que esta concentración de la riqueza es porque la economía está diseñada para eso. Hay diversos problemas pero, en síntesis, uno de ellas es que el capital, el dinero que se invierte en sectores económicos, da mucho más rendimiento por toda una estructura legal y gubernamental dada por el trabajo. Entonces las personas, por ejemplo: para que una trabajadora del hogar en México, con el salario que tiene, logre ganar lo que Carlos Slim tiene de fortuna, tendría que trabajar, en una jornada de levantarse a las cuatro o cinco, trasladarse a su trabajo, hacer toda la limpieza, el cuidado de los niños, de los adultos mayores, hacer la comida, etc., 24 millones de años. De este tipo son las comparaciones que hacemos en Oxfam, porque queremos mostrar que por más inversión de talentos, capacidades y energía, no se puede vivir en una sociedad democrática de manera saludable con estas dos realidades: una persona que tiene esa cantidad de recursos y capacidad de control sobre la economía de uno o varios países frente a las personas que, trabajando intensamente, con una inversión de tiempo, de vida, de talento también, nunca van a lograr estar ni siquiera cercanas a alcanzar un nivel de vida digna.

b.– ¿La concentración de riqueza también viene unida a una concentración del poder?

AH.− Así es. Eso en Oxfam le llamamos la captura, la manera en la que las personas que acumulan ese nivel de riqueza al final tienen las posibilidades de influir de desmedidamente sobre las orientaciones políticas y las decisiones legales e institucionales de un Estado, ni siquiera tienen que ser Estados grandes. En el caso de México, ciertamente, las 15 personas más ricas de este país tienen una gran posibilidad de presionar a los gobiernos sucesivamente; porque ni siquiera es que presionen sólo a este gobierno o al gobierno anterior, llevan años teniendo, por ejemplo, muy controlada la legislación de fiscalidad, que no ha podido avanzar; se eliminó el impuesto a la herencia; nunca ha habido un impuesto a la riqueza, esas personas que heredan miles de millones de dólares (mdd) y que no tienen que pagarle nada al fisco; y por lo tanto es intergeneracional. Los gobiernos van y vienen, pero los millonarios son los mismos, por eso tienen tanto control. 

b.– El reporte da un seguimiento a los hombres más ricos de México, ¿cómo se han beneficiado éstos de todas las políticas gubernamentales para consolidar y afianzar su riqueza?

AH.− Los tres sectores que abordamos son el de agua, los bancos y el turismo. Con el crecimiento de concesiones de agua en México en los últimos 20 años, no se supervisa el aprovechamiento de esas concesiones; y eso pone en riesgo el agua en general, un recurso muy escaso que genera muchísimos problemas. Hay colonias enteras del Valle de México que padecen de escasez de agua mientras que, por ejemplo, el sector turístico en la zona de Quintana Roo es el usuario que consume más agua del país.

Otro sector es el de los bancos. En este caso hubo una gran inversión extranjera de bancos en México, particularmente bancos españoles, pero hay de otros países, también de Canadá, de EE. UU. La ganancia obtenida es por las altas comisiones y altos pagos de deuda. Los mexicanos pagamos muy altas comisiones bancarias; y otra vez no se ha podido regular por la captura del Estado, porque cada vez que alguien quiere, no avanza. En el sexenio pasado hubo un senador que trató de presentar una reforma a las comisiones bancarias y hubo todo un movimiento en contra hasta evitar su aprobación. Estos sectores ejemplifican cómo opera este mecanismo de construir las condiciones institucionales y legales en un determinado sector para que me aseguren que protegerán mi propiedad. Con mi título de propiedad, mis permisos, identifico quién no me hará inspección y a quién podré influir para que mantengan mis beneficios; y luego sacarlos del país, presentándolo como mérito.

b.– ¿Se presentan como emprendedores?

AH.− Exacto, o desarrollo económico para México, que nos hace bien; y ciertamente, no estamos peleados con el desarrollo económico, con lo que estamos peleados es con que vaya acompañado de un mecanismo que acaba dejando en situación de pobreza a más de la mitad de la población de este país.

b.– ¿Cuáles son los derechos que se están negando precisamente por esta gran concentración de riqueza?

AH.− Sí claro, esta problemática es la de millones de personas: en diversos niveles de informalidad en lo que concierne al trabajo, personas que trabajan en sectores formales, pero en informalidad. Por ejemplo, el trabajador de la construcción no está en un sector informal, hay una constructora, una cementera, quizá un ingeniero, arquitecto; todos ellos están en la formalidad.

Este tipo de trabajadores también está en el sector agrícola, incluso gubernamental, los propios gobiernos tienen a mucha gente contratada en los tres niveles, pero en la informalidad; o bien las trabajadoras del hogar, es una lucha que tomará varios años. Todos ellos son personas que pertenecen a la población económicamente activa (PEA), pero no pueden salir adelante porque la estructura económica no permite la movilidad social. Hay una concentración de la riqueza muy impenetrable y una expansión muy amplia de la pobreza que tampoco logra remontarse decididamente, como hubiéramos esperado.

b.– Se habló mucho, particularmente a partir de 2018, de los programas sociales, planteados como una política redistributiva ¿qué impacto tienen estos programas sociales en el combate a la pobreza?

AH.− Los programas sociales han sido importantes en momentos como la pandemia, una transferencia quizá salvó a una familia de la inseguridad alimentaria. Nos parece que la política de transferencias es importante, reconoce brechas de acceso y hace que las personas tengan además autonomía para priorizar en su gasto; pero lo que sí hace cambios es el ingreso, por eso, es importante reconocer el cambio en la política salarial. A ello le atribuimos que cinco millones de personas hayan salido de la pobreza porque no había habido aumentos. En los programas sociales, el problema es el tema fiscal, los gobiernos locales y el Federal no tienen suficientes recursos para sostener los existentes, que además son insuficientes.

También tendríamos que ver una expansión de los servicios educativos y de salud; para que una persona tenga un nivel de vida digna, no sólo requiere ganar más dinero, sino también contar con un sistema de seguridad social ampliamente comprendido o de bienestar social, en donde el Estado asegure que brinda a sus habitantes servicios universales y de calidad. Por ejemplo, es muy difícil lograr un sistema de salud universal para todos; en México, el Estado no tiene los recursos suficientes porque cobra muy pocos impuestos. 

México es de los países de América Latina y del mundo que cobran menos impuestos. Argentina y Brasil cobran 26 y 29 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) de impuestos. México solamente cobra alrededor de 17 por ciento. Se tenía la costumbre de obtener recursos públicos de Petróleos Mexicanos (Pemex), pero la producción ha caído, no se tiene resuelto el tema de los ingresos para el Estado, algo crítico. Por eso abogamos siempre por una reforma fiscal progresiva que logre cobrar más a los que más tienen y que se han beneficiado enormemente. Y eso reiteramos en el informe, que deberían devolver a México de dos maneras: tanto por vía del salario a sus trabajadores como por vía de los impuestos al Estado mexicano, para que éste pueda hacer las inversiones en infraestructura requeridas.

b.– ¿En Oxfam auguran mayores inequidades para México por este contexto internacional tan complejo, como es el cambio de gobierno en EE. UU.?

AH.− Sí, es complejísimo. No sabemos todavía la extensión del daño que pueden hacer estos cambios. En Oxfam nos ha preocupado la relación entre las oligarquías, porque se copian muchas de las dinámicas, lo vemos, por ejemplo, con gobiernos en América Latina que tienen un sesgo autoritario de recortes brutales al presupuesto público. O de la promesa de la seguridad a cambio de los derechos. Hay un movimiento de gobiernos autoritarios que tienen una perspectiva e incluso la fuerza para debilitar a las instituciones democráticas; son gobiernos muy fuertes, muy vocales, que se imponen por la fuerza, y mientras abogan por el recorte del Estado, piden un repliegue del Estado para generar supuestamente mayores condiciones de igualdad. Pero es particularmente preocupante porque en realidad buscan que las oligarquías paguen menos impuestos. Por eso creo que esta agenda de mirar hacia lo global, como algo que tiene un impacto en México, resulta central en el análisis que cualquier persona debe hacer sobre las condiciones actuales y darnos cuenta que necesitamos dialogar sobre otras perspectivas y con base en otra forma de ver las cosas. 

b.– Si este grado de concentración sigue avanzando con estas magnitudes, ¿ven el riesgo de un estallido social?

AH. Tampoco sabría decirlo. Realmente creo que las personas en México están muy concentradas en trabajar, en darle una buena vida a sus hijos, en salir adelante. Creo que las personas han mostrado una gran resiliencia, una gran capacidad de adaptación a las distintas condiciones y enormes dificultades. A mí no me gusta glorificar el sacrificio; creo que, sin querer adelantarme a lo que puede pasar, la crisis puede tomar muchísimas caras, pero la crisis verdadera de la desigualdad y de la falta de dignidad en las condiciones de vida de muchísima gente en México ya está. No necesitamos esperarnos a que haya ni un estallido, ni un gobierno autoritario ni nada por el estilo. Esa crisis de una extrema desigualdad, con 50 por ciento de la población en pobreza y nueve millones en pobreza extrema, ésa está hoy aquí. Y tendríamos que estar actuando para evitar cualquier mal futuro y para poder construir hacia adelante una perspectiva de un país próspero, que viva en paz, que sea capaz de distribuir bien sus recursos, que funcione para todas y para todos.

b.– La reforma fiscal, parece que es como un elemento que se usa más en el discurso, en el gobierno actual ¿Qué hace falta para que avance una reforma fiscal en México?

AH. Definitivamente. La reforma fiscal debe dejar de ser un tema de expertos y expertas para pasar a ser un tema popular, debemos comprender cómo la fiscalidad nos afecta, el hecho de que unas personas paguen pocos impuestos comparados con el resto nos tiene que alarmar muchísimo. Debemos conocer quién se beneficia, con qué tipo de impuestos, qué son los impuestos progresivos y los regresivos, etcétera. Y sí, buscar que se puedan sumar más voces, porque creo que la necesidad gubernamental está ahí. Cualquiera que se siente en cualquier silla, de cualquier espacio del Ejecutivo, local o federal, notará que no tiene mucho espacio fiscal para trabajar, pues la función pública es básicamente a qué voy a destinar recursos y mis prioridades; la prioridad se refleja en el presupuesto.

El problema no es que la reforma fiscal se quede en el discurso; el problema es que, sin reforma fiscal, todo lo demás se queda en el discurso. Aquí sí necesitamos que los movimientos, las agendas diversas, miren al tema fiscal como un tema de interés inicial previo para avanzar en la agenda de cuidados, de salud, educativa, de infraestructura, de seguridad. Todas las agendas públicas que preocupan a los ciudadanos dependen de que el Estado tenga suficientes recursos para hacer su trabajo.

b.– Mientras no se sienten las bases para una reforma fiscal, en México continuará agudizándose la concentración de la riqueza.

AH.- Sí, creo que la reforma fiscal, como decimos también en el informe, es el peldaño de fortalecimiento del Estado. Hay otras cosas que implican el fortalecimiento del Estado, la mejoría, por ejemplo, de la institución de competencia; parece ser que ahora que eliminaron a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) crearán una nueva comisión de competencia, una nueva instancia. La competencia económica permitiría distribuir las posibilidades de competir en un mercado que hoy día es muy monopólico, que hace que muy poca gente participe. Entonces creo que es una mezcla de una reforma fiscal progresiva, un fortalecimiento del Estado en su capacidad política y una serie de leyes e instituciones que permitan realmente que el Estado haga su trabajo de contrapeso al sector privado.

b.– Entonces todas estas políticas de austeridad que vimos en la pasada administración y que todavía se mantienen en ésta, ¿van en contra de este fortalecimiento del Estado?

AH. Las políticas de austeridad no sirven para las personas que están en pobreza. Entendemos que los gobiernos quieran tener disciplina, que no se quieran endeudar excesivamente y demás, hay antecedentes; pero al mismo tiempo, la austeridad también es responsable de que la gente no acceda, sobre todo en momentos específicos de crisis, a sus necesidades primordiales. Planteamos que las familias deben estar al centro de la acción del Estado, como el ente público encargado de procurar el bienestar de la gente. Dicho en términos constitucionales, es el responsable primordial del acceso a los derechos. Y ésos son salud, educación, seguridad, trabajo, vivienda, etcétera. Si el Estado no está en condiciones de hacer eso, ciertamente no le está dando, no está sirviendo para las personas que vivimos en este país. 


Escrito por Francis Martínez Mateo

Periodista y reportera multimedia. Ex corresponsal en China 2022. Desde 2020 conductora en Canal 6 Tv. Síguela en X como @FranMartinezMx


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