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Todos los fenómenos, tanto naturales como humanos, no se muestran como realmente son. Los sentidos solo nos permiten conocer la apariencia en cada uno de ellos, pero detrás de lo aparente se esconde una serie de relaciones que deben ser estudiadas para entender el fenómeno a cabalidad. Es cierto que en muchos casos las formas coinciden con su contenido, pero son casos excepcionales. Las ciencias tienen por ello la tarea de estudiar la esencia de cada fenómeno y no serían necesarias si pudiéramos observar éstos en toda su complejidad.
Lo mismo sucede con los fenómenos políticos. La ciencia política debe servir para interpretar correctamente las acciones y transformaciones sociales que tienden, la mayoría de las veces, a tergiversar su verdadero contenido con formalidades y engañifas que no solo nos impiden conocerlas, sino que además nos alejan de su verdadero significado. Apunta por ello Maquiavelo en El príncipe: “Me ha parecido conveniente ir tras la verdad efectiva de la cosa que hay tras su apariencia”.
No es el objetivo perderse en elucubraciones teóricas sino demostrar cómo la estrategia del gobierno morenista se estructura principalmente con una enmarañada red de apariencias que pretende enmascarar y maquillar la verdad efectiva. Una de las manifestaciones más claras de la pérdida absoluta de proyecto social alguno es la pretensión de revestirse con los ropajes de la historia; es apropiarse de luchas que poco o nada tienen que ver con la que ahora se desarrolla. La pretendida Cuarta Transformación es la única que se autoproclama sola. Las tres anteriores a las que se refiere el Presidente jamás se llamaron a sí mismas revoluciones; fue la historia quien las dotó y calificó, a posteriori, de esta condición. Éste es solo un símbolo de vanidad, y el menor de los males, sino fuera porque el mayor de éstos es la falta de un proyecto y principios teóricos y políticos reales.
A este discurso repetido hasta la saciedad hay que agregar todos los eventos y actos políticos que han caracterizado los primeros100 días de gobierno. La imposición de las conferencias mañaneras en las que el Presidente obliga a la opinión pública a centrar la atención en él (en ellas, además, crea la agenda que se revisará durante el día entero y si alguien se atreve a cuestionarla es acusado de conservador, traidor a la patria, enemigo del pueblo, etc.); las puestas en escena durante sus viajes en avión comercial, que dicho sea de paso salen en conjunto más caros que el mantenimiento del avión presidencial; la farsa del auto viejo y barato que, sin embargo, es seguido por un numeroso grupo de seguridad cuyo costo supera con creces el “ahorro” del Presidente y sus viajes de cada fin de semana a los estados para prometer obras y humillar a gobernadores, son solo algunos de los ejemplos de lo que hasta ahora ha hecho realmente.
A cada paso que da crea un nuevo enemigo debido al despotismo y a la soberbia con la que trata no solo a sus adversarios, sino a sus propios colaboradores, en cuyo extremo llega hasta la pretensión de corregir a uno de los más grandes intelectuales y políticos de la historia humana: Carlos Marx. Esta corrección, hecha por un hombre que tardó 15 años en terminar una carrera –cuya duración es de cuatro– con un patético promedio de 7.7 puntos, es solo el reflejo de la sobrevaloración que el Presidente tiene de sus capacidades. Con esta política va cavando su propia destrucción y la de su partido. No es muy difícil entender que tarde o temprano el pueblo comenzará a exigir soluciones reales y no solo chivos expiatorios en los que puede descargar su frustración. El aparato en redes que ha construido y con el que pretende enfrentar a sus adversarios, a través de la difamación y la calumnia, será insuficiente cuando el pueblo reclame obras y no discursos.
Aunque el optimismo y la embriaguez por el momento permiten al pueblo resistir solo con promesas, tarde o temprano la farsa saldrá al descubierto. No serán las campañas de bots, los ríos de calumnias difundidos por la prensa mercenaria, las paradas en la carretera a comprar cocos, ni los viajes en aviones comerciales, los que resolverán los problemas reales de los trabajadores de México. A 100 días de gobierno esperamos todavía la disminución del precio de la gasolina, el aumento salarial, la disminución de la violencia y, en definitiva, el prometido “gobierno de los pobres”, que no solo se diluye con el paso del tiempo, sino que empieza a mostrar cada vez más su faceta fascista y autoritaria. Ojalá esto último sea también solo apariencia; si no, debemos irnos preparando para enfrentar, en lugar de una Cuarta Transformación, una segunda dictadura, y recordemos el daño que la primera hizo al país.
La industria moderna crea externalidades negativas al medio ambiente y no paga sus costos por contaminar y deteriorar.
La producción constante, frenética, desquiciada de mercancías es, por tanto, consustancial al sistema.
Claro, es mucho más fácil proponer ocurrencias que esforzarse en usar la lógica crítica y científica para proponer estrategias.
Lo que significa que deben reducirse a la mitad los gastos que correspondan a materiales de oficina, alimentación, medicinas, telefonía, servicios profesionales.
El panorama en el Valle de México es “crítico” para los próximos años, afirmaron académicos de la UNAM, además, consideraron que hay una debilidad de dependencias que se dedican al sector ambiental.
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En el 2019 se supo que casi el 50% de toda la población vive con menos de 5 dólares al día.
Empleados civiles y militares acusan ambiente hostil y decisiones centralizadas que frenan la operatividad.
Situación similar ocurre en la Ciudad de México y su zona conurbada donde en este mes de abril, las altas temperaturas que se registran origina que haya un periodo intenso de sequía.
La penosa marginación de los cafeticultores es una muestra más de la grave crisis económica por la que atraviesa el campo mexicano.
Hoy el mundo abre una posibilidad sin precedentes. La realidad está reclamando un cambio. Éste, sin embargo, más allá de análisis teóricos y académicos relegados por la historia, tiene sólo dos vías: socialismo o barbarie.
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Escrito por Abentofail Pérez Orona
Licenciado en Historia y maestro en Filosofía por la UNAM. Doctorando en Filosofía Política por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).