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Crisis ambiental y desinterés gubernamental afectan a la ballena gris en BCS
La población de ballenas grises en Baja California Sur (BCS) registró una preocupante caída en 2025, por lo que se encendieron las alarmas entre científicos y visitantes.
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La población de ballenas grises en Baja California Sur (BCS) registró una preocupante caída en 2025, por lo que se encendieron las alarmas entre científicos y visitantes. Investigadores reportaron una notable disminución de nacimientos, una mayor presencia de ejemplares con bajo peso y un incremento de varamientos, resultado de una crisis alimentaria en zonas del Ártico. Y a pesar de que, en la entidad, el avistamiento de las ballenas representa una importante derrama economica, unos 100 millones en estos meses, los gobiernos las han abandonado: no destinan ni el uno por ciento para investigación ni restauración de los ecosistemas.

Cada año, entre los meses de enero y marzo, las cálidas y protegidas lagunas de BCS se transforman en el refugio natural de la ballena gris, que viaja miles de kilómetros desde el Ártico para reproducirse y tener a sus crías.

Este fenómeno es históricamente uno de los espectáculos naturales más emblemáticos de México. Sin embargo, los datos obtenidos durante el monitoreo de 2025 revelaron un escenario distinto: una preocupante disminución del número de nacimientos, un incremento notable de desnutrición de los ejemplares y una cifra alarmante de varamientos en las costas sudcalifornianas.

La doctora Lorena Viloria Gómora, miembro del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos (Primma) explicó que los censos realizados este año en Bahía Almejas, Bahía Magdalena y el Canal de López Mateos muestran cifras históricamente bajas.

En estos sitios, durante la temporada de observación, apenas se registraron seis madres con cría, una cifra inferior si se compara con los registros de 2017 cuando, en un solo censo de tres horas, se contabilizaron hasta 70 crías. El contraste entre ambos periodos evidencia una tendencia decreciente que genera una profunda preocupación en la comunidad científica.

Otro dato relevante que preocupó a investigadores y autoridades es el número de ballenas grises encontradas muertas en las costas de BCS. Tan solo en esta entidad federativa se registraron 23 varamientos de ejemplares, la mayoría de ellos sin rastros de golpes, heridas o enmallamientos en redes, lo que indica −según los expertos−, que las muertes probablemente se debieron a su precario estado de salud y desnutrición severa.

Las estadísticas nacionales tampoco son alentadoras: hasta el cierre de la temporada, se contabilizaron 70 ballenas muertas en aguas mexicanas, una cifra que sólo es superada por los años críticos de 2019, cuando se registraron 83 decesos y 2020 con 88 ejemplares muertos.

Mortandad elevada

Más allá de los números, Lorena Viloria expresó que lo alarmante radica en la tendencia anual a que los nacimientos disminuyan, el estado físico de las ballenas empeore y los varamientos se incrementen. 

Estadísticas oficiale revelan que los casos de mortandad de ballenas aumentaron en los últimos siete años. Así, durante 2019 hubo 83 casos; en 2020, 88; para 2021, 55; en 2022, 54; en 2023, 36; en 2024, 29 y en lo que va de este año, 70. 

Tal situación no puede explicarse como un fenómeno aislado o temporal, sino como el reflejo de alteraciones profundas en los ecosistemas marinos. Los especialistas coinciden en que derivó de un fenómeno estructural que amenaza la viabilidad futura de la especie en su ruta migratoria tradicional.

Los investigadores de campo han identificado una causa de fondo que conecta todos estos indicadores: la disminución en la disponibilidad y calidad del alimento en las zonas de nutrición del Ártico. 

El deterioro de las condiciones en el Mar de Bering, principalmente a causa del cambio climático, ha limitado el acceso de las ballenas a los nutrientes que necesitan para afrontar su migración. Esta falta de alimento vital provoca que las madres lleguen debilitadas a las lagunas mexicanas, lo que afecta  de manera directa las tasas de reproducción y la supervivencia de sus crías.

Además, el acelerado crecimiento industrial en el mundo, resultado de la ambición de empresarios, ha repercutido gravemente en la naturaleza. Mayor depredación de bosques, minas, cuerpos de agua, así como una agricultura tecnificada han provocado un preocupante ascenso de las temperaturas globales, fenómeno que ya está dejando graves consecuencias en diversos ecosistemas.

Uno de los más afectados es el marino; y entre sus víctimas más vulnerables se encuentra la ballena gris, advirtieron los investigadores Lorena Viloria y Omar García Castañeda en su artículo Cambio climático amenaza a la ballena gris.

Los científicos explicaron que, en el Ártico, donde estos cetáceos se alimentan durante el verano, la temperatura ha subido 1.9 grados centígrados desde 1981, de acuerdo con el Arctic Report Card 2020. Este incremento ha provocado que el hielo marino se reduzca 12.6 por ciento cada década.

La desaparición del hielo no sólo perturba a focas y aves que lo utilizan como plataforma; también impacta a algas y pequeños organismos esenciales en la cadena alimenticia. Al disminuir estos recursos, se reduce la población de crustáceos, de los que dependen estos mamíferos marinos para sobrevivir.

Con menos hielo, hay menos algas; con menos algas, menos anfípodos; y sin suficiente alimento, los grandes viajeros del océano no logran nutrirse adecuada antes de iniciar su migración de más de 11 mil kilómetros hacia México.

La escasez de alimento también afecta a las hembras preñadas. Estudios de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) y del Laguna San Ignacio Ecosystem Science Program reportaron incrementos en la cantidad de ejemplares delgados y una reducción en el número de crías nacidas entre 2018 y 2020.

Los especialistas subrayan que, aunque el cambio climático es un fenómeno global, sus efectos ya son palpables en especies emblemáticas como ésta. Las alteraciones de alimentación en su hábitat comprometen seriamente su capacidad para migrar, reproducirse y sobrevivir, y representan una alarma sobre el estado crítico de los océanos, impulsado en gran medida por el crecimiento desmedido de la actividad industrial.

Preocupantes avistamientos 

El Comité Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) informó que, durante febrero de 2025, se avistaron 50 ejemplares de ballena gris en las aguas del Parque Nacional Cabo Pulmo, un récord histórico para la región.

Científicos señalaron que resulta inusual que esta especie llegue tan al sur, hasta la región de Los Cabos y, particularmente, hasta Cabo Pulmo o incluso La Paz. Esta anomalía que los obligó a recorrer mayores distancias con menor disponibilidad de alimento en su ruta migratoria, provocó que muchas ballenas no lograran sobrevivir.

Jorge Urbán, miembro del Primma, advirtió que, en los próximos meses, podría registrarse un aumento considerable en la mortalidad de estos cetáceos a lo largo de la costa oeste de Estados Unidos, Canadá y Alaska, conforme avancen hacia sus zonas de alimentación en el Ártico.

Además de la elevada mortalidad, los datos de nacimientos reflejan un panorama preocupante: en la Laguna San Ignacio apenas nacieron ocho crías; en Bahía Magdalena, seis; y en Laguna Ojo de Liebre, alrededor de 70, cifras que posicionan a 2025 como el año con la tasa de natalidad más baja desde que se tiene registro de la especie.

La comunidad científica está investigando las causas de este fenómeno, entre las que se consideran la escasez de alimento en las áreas de nutrición, cambios en las condiciones oceánicas y otros factores ambientales que podrían estar afectando la salud y supervivencia de la ballena gris. Ante este escenario, los investigadores exhortaron a reforzar el monitoreo y las acciones de conservación para mitigar los efectos de esta alarmante tendencia. 

Y a pesar de que legisladores del Congreso local impulsaron acciones concretas para que expertos investiguen las causas de la mortandad ascendente de ballenas grises en la península, a la fecha no se ha recibido respuesta de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ni de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). 

A través de un punto de acuerdo, propuesto por la diputada Karina Olivas Parra, se solicitó que, en caso de que la mortandad de ballenas esté relacionada con causas atribuibles a la actividad humana o a la negligencia, es necesario que se castigue a los responsables. 

Pero ni las autoridades federales ni las estatales han propuesto o realizado acciones específicas. Tampoco se ha reportado la participación activa de las delegaciones de la Conanp o la Profepa en campo, pese a que en años anteriores hubo mayor compromiso y participación frente a casos similares.

El Congreso local solicitó la colaboración de instituciones académicas y científicas como la UABCS, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste y el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas para que inspeccionen las zonas afectadas, tomen muestras biológicas y analicen las posibles causas del fenómeno.

A pesar del exhorto, no se han implementado medidas inmediatas ni se ha informado sobre la asignación de recursos específicos para atender esta problemática ambiental. La actuación institucional, tanto local como federal, se ha centrado en pronunciamientos públicos, sin que hasta ahora se traduzcan en operativos de investigación o conservación. Incluso, si se efectúa alguna investigación, los resultados deben hacerse públicos y servir como base para el diseño de acciones que contribuyan a la protección de la ballena gris, especie fundamental para el equilibrio del ecosistema marino.

Conanp: nada fuera de lo común

A pesar del impacto económico y turístico que la ballena gris representa para BCS, la Conanp justificó que la mortalidad registrada este año “no es un evento fuera de lo común”. Según este organismo, “las cifras de ballenas muertas están dentro de los parámetros habituales”, y explican que “factores como el fenómeno climático de La Niña pueden haber influido en las condiciones de la especie”. 

Además, la dependencia aseguró que se realizan censos sistemáticos para monitorear la presencia de ballenas en la región, y que la mortalidad observada este año no es diferente a la de años anteriores.

No obstante, en el contexto de recortes federales a la ciencia y a la conservación ambiental, el gobierno mexicano designó apenas 750 mil pesos para el monitoreo y protección de la ballena gris. Este monto, frente al valor ecológico y económico de la especie, revela una política sistemática de abandono ambiental, agudizada por la actual administración federal.

En BCS, la ballena gris permanece como un atractivo importante para el turismo nacional e internacional. En 2025, la Secretaria de Turismo del Estado, Maribel Collins, estimó la llegada de 70 mil visitantes en la región, que esperan realizar avistamientos de las ballenas y sus crías. Por esta actividad, esperan hasta 100 mdp por el turismo. 

Mientras el avistamiento de ballenas genera hasta 100 mdp en regiones como BCS, el presupuesto público para su protección no alcanza ni el uno por ciento de esa cifra. Aunque la Secretaría de Turismo estatal reportó 70 mil turistas en lo que va de este año, esa derrama no se traduce en inversión para mitigar la crisis ambiental.

Detrás del recorte a la ciencia y la conservación existe una lógica de subordinación a los intereses económicos dominantes, que privilegian megaproyectos turísticos o energéticos por encima de la protección del medio ambiente. La ballena gris, símbolo de un ecosistema en desequilibrio, paga las consecuencias de este “extractivo modelo”.

Mientras tanto, la comunidad científica emite alertas. La migración de ejemplares hacia el sur, hasta Cabo Pulmo, fuera de su ruta habitual, es indicio de estrés ecológico. El riesgo de extinción funcional no es una exageración, sino una posibilidad real si el Estado mexicano continúa distraído en otros aspectos. 


Escrito por Rocío Casas .

Colaboradora


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