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En esta novela, publicada en 1988, se cuenta que en los años 20 del siglo pasado, después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el poeta romano Cota Máximo Mesalino viaja al puerto de Tomis, en el mar Negro (hoy Constanza, Rumania), para corroborar la muerte de su amigo y colega Publio Ovidio Nasón (Sulmena 43 a.n.e), que había ocurrido en el año 17 de nuestra era (d.n.e.), aunque también deseaba rescatar su última obra, Metamorfosis, cuyo contenido al parecer provocó su exilio ordenado por el emperador Augusto I.
La trasposición de 19 siglos y la fusión del Cota contemporáneo de Ovidio con el Cota del Tomis del Siglo XX, permiten a Ransmayr sugerir que los usos políticos del pasado más remoto no eran mejores ni peores que los actuales; y que al famoso autor de El arte de amar fue también un agudo crítico del autoritarismo de todas las épocas, además de temprano precursor de la democracia liberal europea (XVIII y XIX). En una parte de su relato, Ransmayr (Austria 1954) define a Ovidio en labios del Cota moderno como Ovidio el “demócrata” y el “poeta de la libertad”.
En otras páginas de El último mundo invoca un discurso de Ovidio en el que revela, estando presente el emperador, que en las historias de las Metamorfosis usó el mito de la reencarnación de las almas con el propósito de recordar que en el Universo todo es efímero, todo cambia y nada es eterno. Este postulado, dice Cota-Ransmayr, causó un enorme disgusto en Cayo Julio César Augusto (Roma 63 a.n.e.-14 d.n.e.), quien para entonces había sido casi “divinizado” y declarado “eterno” por el Senado de Roma.
Según el autor de la novela Ovidio, quien fuera desterrado en el año ocho a una de las provincias más lejanas del Imperio Romano, utilizó el mito de la reencarnación para preconizar a los principales actores de la oligarquía esclavista que volverían al mundo como animales, plantas o piedras, según las prácticas de ambición y codicia económica y el estúpido afán de poder político que más los haya caracterizado cuando estuvieron al servicio del primer emperador romano.
En las Metamorfosis, el gran poeta romano recordó que la codicia y el afán de poder extremo habían sido castigados con un diluvio universal que duró 100 años y escribió que las estrellas son de paja y se diluyen con el fuego; que la estructura del mundo en realidad es muy frágil e ingrávida; que las montañas se convierten en rocas, que éstas se vuelven arena; que el viento hace polvo de ésta; que los guijarros, las piedras con mayor consistencia, se desvanecen poco a poco en el agua y que ésta se evapora y vuela en espirales de nube hacia el infinito de la nada.
¿Hay o puede haber una psicología marxista? La respuesta corta es sí, pero necesitamos profundizar.
Las divisiones son claras, aun para quienes ponderan absolutamente el arte del pueblo o el popular. Y aunque hoy día los artistas se declaran indiferentes al gusto de la chusma, es verdad también que el arte elevado pretende agradar masivamente.
La Grecia clásica confinaba a las mujeres a roles estrictamente definidos.
Wells no quedó impresionado con los razonamientos de Lenin. Al contrario, lo halló menos portentoso de lo que esperaba; y su lastimosa decepción comenzó por su aspecto físico: lo describió como un hombre pequeño...
La Secretaría de Educación estatal detalló que se trata de una suspensión provisional por mandato de los jueces, que piden a la dependencia acatar la medida cautelar otorgada.
La presencia del Cota moderno en Tomis causa mucho menos extrañeza que la provocada por Ovidio dos mil años antes.
Las reflexiones filosóficas son la base del conocimiento científico. La ciencia no se entiende completamente sin la filosofía y, por otro lado, la filosofía requiere de la ciencia y de los científicos.
Dalton subraya en todo momento los conceptos “construcción” y “lucha”.
Los artistas, y especialmente los escritores, vuelven a menudo sobre sus pasos, evocan la calle de su infancia, la casa paterna, a los familiares más queridos.
Un individuo, por muy libre e independiente que se considere, no puede enfrentarse solo a las leyes de la naturaleza y de la sociedad, y, más aún, cuando es una falsa independencia.
Según el informe del Inegi, los mexicanos que sí leen, lo hacen por gusto personal y por necesidad.
Pese a las condiciones adversas para la actividad lectora porque cada vez menos personas se interesan en esta práctica, hay quienes aún optan por la venta de libros.
El libro invoca con frecuencia el índice de oportunidad, el cual plantea que si todos los individuos murieran a la misma edad y tuvieran el mismo número de hijos no habría selección natural porque ésta es propiciada por la mortalidad.
Lafargue llega al objetivo central de su alegato en El derecho a la pereza: la reducción de los horarios de trabajo que en esa época prevalecían en Europa y el mundo.
Alexandr Herzen es un caso interesante en la historia del pensamiento ruso.
Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista y escritor.