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La crisis global provocada por el Covid-19 abre la oportunidad de revisar las “condicionantes sociales que determinan cómo, de qué y con qué frecuencia y gravedad se enferma la gente” (Rojas Soriano, 1983), porque la mayoría de las enfermedades tienen un impacto individual que oscurece el contenido social de su problemática; pero cuando alcanzan un impacto mayor (colectivo), como la actual pandemia, es necesario investigar las “condiciones sociales” que las producen.
Para Rojas Soriano, el proceso de salud-enfermedad admite tres niveles de análisis, “que se encuentran vinculados entre sí”. Los límites del presente texto obligan a no reflexionar en el segundo de ellos.
El primero “considera un solo tipo de causas para la enfermedad”, configura un modelo que “orienta la búsqueda” dentro una relación de uno a uno, en la que la “causa es necesaria y suficiente para que se produzca determinada enfermedad”. Es así como el mal y la medicina curativa buscan “la reincorporación de las personas a las actividades que desempeñaban antes de enfermarse”.
“De acuerdo con este enfoque, para resolver el problema de salud individual basta la acción competente del equipo de salud, apoyada en una infraestructura médica adecuada”, afirma Rojas Soriano. De ahí resulta que el primer nivel de análisis concibe la relación salud-enfermedad “como algo exclusivamente biológico e individual” y supone que “cualquier otra consideración es secundaria”.
El tercer nivel no excluye el primero, pero adopta una perspectiva de mayor amplitud. Primero ubica “lo social” como “el elemento que permite explicar la problemática de salud de lo colectivo y, enseguida, sostiene que la salud-enfermedad configura un proceso condicionado socialmente que se concreta en seres históricos, en grupos que se relacionan con la naturaleza y, entre sí, de cierta manera; es decir, que trabajan y viven en circunstancias históricamente determinadas”. Asume, por tanto, la premisa de que “las causas fundamentales de la salud y la enfermedad se encuentran en la forma en que se organiza la sociedad para producir y reproducirse, es decir, en el modo de producción dominante, en este caso el capitalista”.
El modelo que resulta del tercer nivel apunta que el régimen capitalista genera “dos clases sociales fundamentales con intereses antagónicos: la burguesía, dueña de los medios de producción, y el proletariado, que posee solo su fuerza de trabajo para subsistir”, y destaca que la diferente posición que ocupan por separado en la estructura socioeconómica “repercute en las condiciones de existencia de cada clase y en la situación de salud”. Concluye, por tanto, que “hay una situación diferencial entre las dos clases fundamentales existentes en el régimen de producción capitalista (la burguesía y el proletariado) respecto de la morbimortalidad, la esperanza de vida y el acceso real a los servicios médicos”.
Tres ejemplos de la coyuntura actual demuestran cómo las diferencias sociales marcan negativamente a los trabajadores:
RT reportó que “2000 millones de trabajadores informales en el mundo necesitan laborar para vivir” y que “para muchos de ellos… si no cumplen con la cuarentena, ponen en riesgo su salud y las de los demás. Pero quedarse en casa implica perder ingresos por completo”.
Milenio informó que “en todo México hay 30 millones de personas que dependen de la economía informal y que si se quedan en casa los mata el hambre antes que el coronavirus”.
El País destaca como “la tarea” (¡!) de lavarse las manos en las zonas más humildes de México” es difícil porque “la escasez de agua en las zonas más desfavorecidas complica las medidas de higiene para enfrentar el coronavirus”.
El tercer nivel de análisis prueba que determinadas condiciones de trabajo y vida generan “un mayor riesgo a la enfermedad y a la muerte”, así como una menor esperanza de vida. Destaca también la necesidad de superar las perspectivas que reducen la interpretación de la enfermedad en los estrechos márgenes de “algo exclusivamente biológico e individual” y de comprender que la relación salud-enfermedad remite a la “contradicción capital-trabajo, lo cual contribuye a reproducir las relaciones sociales de producción capitalistas que permiten la explotación de la clase proletaria”.
Cabe parafrasear la admonición que Bertold Brecht expresó ante la alegría por la derrota del fascismo hitleriano; no debía cantar victoria para siempre: “Cierto que la humanidad había resistido y detenido al bastardo, pero la puta que lo había parido estaba de nuevo en celo”. Brecht hacía referencia al capitalismo. La sociedad resistirá el ataque del Covid-19 y detendrá la pandemia, pero el capitalismo “seguirá en celo”. Estar contra la pandemia sin estar contra el capitalismo “equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo”.
El pueblo se resiste al cambio porque lo han habituado a resistirse, aún cuando el cambio lo beneficie y lo libere de sus taras sociales y económicas.
De presentarse la necesidad de más pruebas, los enfermos tendrán que ir al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Por lo pronto el gobierno federal no pondrá ni un solo peso en esta reforma y la propuesta huele a mantener simpatía de los mexicanos, es decir votos para el 2021.
Decir que es "inútil hacer pruebas" es una afirmación irresponsable, inhumana y de desesperación política de un funcionario.
El Movimiento 20-32 (M-20-32) está en pie de lucha y luego de seis meses de intensa movilización, está mejor posicionado porque logró el registro legal del SNOI, lo que representa un segundo paso en el proyecto de construir una federación.
La mayoría de los proyectos de obras entre gobierno e iniciativa privada están suspendidos, sobre todo porque los planes de los empresarios no embonan con los planes político electorales de López Obrador, que es obtener votos para Morena.
La cruel y desesperante realidad del sur del país no es en nada diferente a la de pueblos marginados de San Luis Potosí, Tabasco, Baja California o de la Ciudad de México.
El dictamen se turnó al Senado de la República, que tiene hasta el 31 de octubre como fecha límite legal para su discusión y votación.
El sector, ya en crisis ante la nula inversión pública, se agita más porque la obra privada está paralizada por la pandemia.
La cancelación de los insumos, que incluye el fertilizante agrícola se debe al recorte de siete millones de pesos al presupuesto autorizado por el Congreso del estado.
La Ciudad de México y Aguascalientes son los estados que encabezan la lista con mayor ocupación de camas.
Desde marzo pasado, el gobierno de México decretó que las familias tendrían que quedarse en casa para evitar el incremento de contagios de coronavirus.
La red está conformada por las compañías Fruverloz, Properloz, Soluservicios Globales NXK, Professional Bright XRW, Gentsai Hoon y Denoter.
Lo que estamos presenciando en México durante este periodo electoral es la historia de siempre, solo que enriquecida con las experiencias electorales de 2018, con la campaña de promesas de apoyo con programas sociales.
La destrucción de los cultivos de Guerrero por el huracán Otis arriesga la de por sí limitada seguridad alimentaria de los guerrerenses. Además, los vientos y las lluvias que se sintieron en el resto de municipios ha puesto en riesgo la cosecha de maíz para diciembre y enero.
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Escrito por Victoria Herrera
Maestra en Historia por la UNAM y la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.