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Últimamente he pensado que comparar al gobierno mexicano actual con el de Venezuela es arbitrario: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no es Nicolás Maduro; ni éste es Hugo Chávez; ni la “Cuarta Transformación” (4T) es mucho menos la Revolución Bolivariana. A diferencia de AMLO –quien aplica recetas típicas del neoliberalismo, al que apuntala en México pese a su discurso de “izquierda” de sus tres campañas presidenciales– desde hace dos décadas, Chávez y su sucesor se echaron a cuestas la tarea de desmontar el modelo neoliberal y transitar hacia una economía más justa en favor de las clases trabajadoras. Uno puede estar de acuerdo o cuestionar los resultados del proceso venezolano, pero la realidad demuestra que se trata de una revolución en la que participan activamente las clases pobres organizadas y las fuerzas armadas, lo cual explica por qué el gobierno de Maduro no ha colapsado a pesar del terrorismo económico que las potencias occidentales, principalmente Estados Unidos (EE. UU.), están ejerciendo contra el régimen chavista y el pueblo venezolano.
En el manejo de la emergencia sanitaria derivada del Covid-19 también se notan claramente las diferencias entre los gobiernos de México y Venezuela. Mientras que, en las primeras semanas de marzo, AMLO desestimaba todavía la pandemia, llamaba a los mexicanos a usar estampitas milagrosas, salir a la calle, abrazarse y continuaba con sus giras de trabajo, su par venezolano, Nicolás Maduro, el 17 de ese mismo mes decretó, a nivel nacional, la cuarentena con el propósito de evitar que el virus se propagara en el territorio y tomó las medidas pertinentes para que la economía continuara su paso en la medida de lo posible. Fue así como nuestro Presidente se unió a la lista de los mandatarios que han manejado la pandemia de manera negligente –lista que incluye a Donald Trump, Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera– mientras el gobierno venezolano actuó con rapidez y eficacia contra el Covid-19.
Los resultados están a la vista: Al escribir estas líneas, según cifras oficiales, México registra 295 mil 268 casos de contagio confirmados y 34 mil 730 defunciones, de una población aproximada de 127 millones de personas. Venezuela, en contraste, reporta nueve mil 178 casos confirmados de Covid-19 y solo 85 muertes de una población de poco más o menos 28 millones. Alguien puede decir que las cifras de ambos países no son comparables, porque nuestro país tiene un territorio mucho más grande, está más poblado y, por lo mismo, es “normal” que sus víctimas sean más numerosas. Sin embargo, mientras los contagios confirmados en México equivalen al 0.23 por ciento de su población, en Venezuela apenas llegan al 0.03 por ciento; y respecto a las defunciones, la diferencia es aun más notoria, pues en nuestro país, el índice de letalidad del Covid-19 es del 11.8 por ciento y el de Venezuela del 0.92 por ciento, lo que revela una mayor efectividad de su sistema de salud para atender a los contagiados. Pero hay algo más: alguien puede decir que Venezuela no registra tasas altas porque no está contando adecuadamente el fenómeno. A este respecto vale decir que este país es uno de los que más pruebas han aplicado por millón de habitantes. En México, todos sabemos que la contabilidad del Covid-19 es, en el mejor de los casos, dudosa.
Termino como empecé esta reflexión: el Gobierno de México no es como el de Venezuela. La pandemia de Covid-19 lo volvió a demostrar ¿Cuáles son las diferencias entre ambos? La brevedad de este espacio no permite abundar demasiado, pero sí enunciar algunas. La primera de ellas es el proyecto político: mientras que la 4T solo ha trascendido el neoliberalismo de manera discursiva y, en los hechos, lo ha reforzado; la Revolución Bolivariana, a pesar de las innegables e inmensas dificultades, ha tratado de sacar a flote una economía dedicada a superar realmente el modelo económico neoliberal. La segunda diferencia, que no es un asunto menor, está en la organización y movilización permanente del pueblo, sin duda la mejor medicina contra el golpismo, la hostilidad imperial, el cerco diplomático y ahora también contra la pandemia. La tercera es lo que los chavistas llaman la unión cívico-militar, es decir, la unidad de las fuerzas populares y las fuerzas armadas con el objetivo de mantener a raya las intentonas desestabilizadoras. Y la cuarta es el papel personal del presidente Nicolás Maduro y los principales líderes del chavismo, quienes también se mantienen en unidad permanente. Es cierto que Maduro no es Chávez, pero tampoco es AMLO. El mandatario de Venezuela ha demostrado tino para hacer frente a todas las presiones internas y externas, mientras libra a su nación de la pandemia. ¿Podríamos esperar lo mismo de nuestro Presidente con su superficialidad de pensamiento y sus acciones erráticas?
Esta comparación también debe servirnos para que el pueblo mexicano vea que cuando se quiere avanzar por un camino de transformación social verdadera, no es suficiente un cambio de discurso. Hace falta un proyecto de país sólido, un pueblo organizado, movilizado, consciente y líderes probados que, en las tempestades, sean capaces de llevar adelante esta empresa. Lo demás es demagogia barata, como la de la 4T.
“En cuatro meses, entre abril y julio de 2020, México ha registrado 130 mil fallecimientos más que en 2019".
En el fondo, al país imperialista le duele esa bofetada médica a su monopolio farmacéutico. Los rusos crearon la vacuna contra el Covid-19, primero por su humanismo.
La Secretaría de Salud (SSa) registró un total de 6 mil 24 nuevos contagios de Covid-19, lo que suma un total de 5 millones 808 mil 696 casos confirmados.
El número de casos de personas con Covid-19 creció a 1, 215, es decir se incrementaron en 121 más con respecto a la cifra de este lunes.
"Yo tengo 75 años, soy empleada doméstica. Esta crisis nos afectó a jefes y empleados y me quedé sin ingresos para sobrevivir".
De acuerdo con el Fondo Ruso de Inversiones Directas, las entregas de las dosis para México comenzarán en noviembre próximo.
La política "chimoltrufiesca" en el gobierno federal ha invadido a todas las "mentes brillantes" de la Cuarta Transformación.
Exigimos, por tanto, un plan nacional de distribución de alimentos que llegue a toda la población necesitada y, sobre todo, que llegue sin distingos ni discriminaciones de carácter político.
También distingue con claridad la diferencia que hay entre los gobernantes humanistas y los representantes rapaces e inhumanos que sobran en la superpotencia.
Los comercios deberán contar con medidas de protección tanto para los clientes como para los trabajadores.
Al final de este sexenio, la vida le habrá enseñado (a AMLO) que el combate a la corrupción solo trae más pobreza y desigualdad para ella. Y entonces verá clara como la luz la verdad que ahora se le hace difícil captar.
Según López Obrador, el rebrote de contagios es “leve”, por lo que instó a autoridades municipales y estatales a continuar con el plan de regreso a clases.
“En México tenemos una situación extremadamente compleja”, afirmó Cristian Morales, primero “porque siguen aumentando los casos de personas con Covid-19 y los fallecimientos”.
El gobierno de México recibió de la Fundación JackMa y la Fundación Alibaba una donación de 100 mil mascarillas.
Adentrarse a la huella de Sinovac, en Beijing, acerca no solo a su tecnificada fabricación, sino a la filosofía de una empresa estatal que convirtió la lucha contra la pandemia de Covid-19 en un tema de seguridad nacional.
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Escrito por Luis Rodriguez Rodríguez
colaborador