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A nueve meses del desbordamiento del río Tula, el cual inundó centenares de casas-habitación en varios municipios de Hidalgo –entre ellos Tula e Ixmiquilpan– las familias afectadas aún siguen esperando los apoyos prometidos por los gobiernos federal y estatal, encabezados por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Omar Fayad Meneses, respectivamente.
“Ya estamos a casi un año de lo que nos sucedió y no hemos visto nada de trabajo; no hay soluciones; a la presidencia municipal vamos y ahí nunca nos reciben. La presidenta Araceli Beltrán Contreras nunca está; le pedimos ayuda a Protección Civil y nada más van y dicen que según no hay riesgo en nuestras cuarteaduras de los hogares. No sabemos qué esperar porque ya de nuevo están las lluvias y tenemos miedo que nos volvamos a inundar”, afirmó la subdelegada de la colonia San Javier, Yessica Pérez.
Pese a las constantes solicitudes y manifestaciones de los más de tres mil damnificados –según el censo realizado por el municipio– los gobiernos no les han brindado atención ni recursos de ningún tipo, incluidos los destinados a reparar obras públicas (calles, caminos y puentes), las cuales siguen dañadas por el desbordamiento del río Tula.
Fue hasta el pasado tres de junio cuando, después de la reiterada insistencia de los afectados, la alcaldesa de Ixmiquilpan, Araceli Beltrán Contreras, decidió encabezar una manifestación de protesta frente al Palacio de Gobierno estatal en Pachuca, la capital del estado, a fin de exigir recursos para solventar la reconstrucción de los hogares y reponer los enseres domésticos de los afectados, que en su mayoría sufrieron la pérdida total de sus posesiones.
Después de una reunión con funcionarios del gobierno estatal, encabezados por el Secretario de Gobierno Simón Vargas Aguilar, Beltrán Contreras informó a los damnificados que se habían obtenido 50 millones de pesos (mdp) para reponer y reparar puentes, vialidades, muros de contención, entre otras instalaciones públicas que resultaron anegadas en septiembre de 2021.
El lunes siete de junio, personal de la Comisión Nacional de Agua (Conagua), así como personal del Ayuntamiento de las áreas de Protección Civil, Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Ixmiquilpan, y representantes del gobierno del estado, iniciaron recorridos de verificación para conocer las condiciones en que se encuentran las calles y los puentes dañados.
“Se supone que la presidenta ya va a obtener los recursos; entonces ahora lo que le exigimos, que de verdad se vea el trabajo y el dinero se ocupe para lo que se necesite y que también ayude a que nuestras casas puedan rehabilitarse”, dijo en entrevista con buzos la subdelegada Yessica Pérez.
La Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) emitió Declaratoria de Emergencia en los municipios de Tlaxcoapan, Tepeji del Río de Ocampo, Chilcuautla, Tula de Allende, Ixmiquilpan, Tezontepec de Aldama, Tasquillo, Tlahuelilpan y Mixquiahuala de Juárez. Al menos 31 mil viviendas resultaron afectadas, así como mil 700 negocios comerciales, tres mil 600 hectáreas de cultivo y más de 70 mil personas damnificadas.
También resultaron dañados 10 balnearios, 11 escuelas, tres hospitales, 14 sistemas de agua potable, tres tianguis y plazas comerciales, seis puentes peatonales y 23 vehiculares, los cuales tampoco han sido atendidos. La empresa Telmex informó de la afectación del servicio telefónico y la red de Internet en 18 poblaciones.
Nueve meses después
Al inicio de este año, los damnificados de Tula fueron contabilizados en poco más de cinco mil. De parte del Ayuntamiento recibieron colchones nuevos, pero días después los beneficiarios denunciaron a través de videos y fotos difundidos en redes sociales que eran de muy baja calidad y que inclusive tenían manchas de orina y de chinches, que olían mal y que estaban rellenos con trapos de desecho.
“Aquí están sus colchones, miren cómo están sucios, ya, huelen mal y están rellenos de pañales, tienen hasta chinches que pueden afectar nuestra salud y la de nuestra familia”, decía uno de los videos mostrados a los usuarios de redes sociales. En otra denuncia visual se observa cómo, al abrir el colchón, saltan varios desechos de telas viejas y sucias.
Un grupo de supuestos beneficiados acudió la tarde del nueve de febrero frente a la presidencia municipal para quemar los “colchones nuevos” y expresar su molestia por la burla de las autoridades municipales.
Además de este engaño, los tulenses que vieron afectados su patrimonio no han recibido ninguna otra “ayuda”, salvo el revestimiento de un muro de protección en la ribera del río Tula, la única obra ejecutada por las autoridades municipales.
A finales de mayo pasado, la Conagua inició obras de revestimiento en el río Tula; sin embargo, los damnificados no están de acuerdo con ellas porque se contraponen a la ejecutada por el municipio y en una asamblea criticaron a las autoridades locales porque no instan a la Conagua a trabajar de manera responsable, ya que afirman que los expertos nacionales e internacionales desaconsejan las labores de revestimiento.
Su principal argumento es que el revestimiento ocasionará daños medioambientales y en el ecosistema del río.
Sin embargo, la madrugada del viernes 17 de junio, las tareas de revestimiento en el Tula tuvieron que realizarse de forma pausada porque subió el nivel de sus aguas debido a las intensas lluvias caídas en la Ciudad de México (CDMX), el Estado de México (Edomex) e incluso en la localidad. Esa descarga adicional destruyó del revestimiento reciente a la altura del puente Metlac.
Un fenómeno similar, pero mucho mayor, fue precisamente el que causó el drama que ahora enfrentan muchas familias hidalguenses. A finales de agosto de 2021, las fuertes tormentas tropicales que cada año agobian a gran parte del país, en la CDMX y el Edomex provocaron una afluencia mayor de aguas pluviales que, sumadas a las aguas negras del Valle de México, desbordaron el cauce del río Tula.
En los primeros días de septiembre, los pobladores de Tula, Ixmiquilpan, Alfajayucan y Zimapán comenzaron a expresar su preocupación por el crecimiento del nivel del río, el cual se hallaba muy por encima de los parámetros normales. En Ixmiquilpan, la mañana del seis de septiembre, Marcelino Capula, director de Protección Civil y Bomberos, informó que el nivel del río ya había alcanzado una altura excedente de 4.5 metros cúbicos, el máximo permisible.
Fue entonces cuando los rescatistas dieron aviso a delegados de zonas consideradas como riesgosas por su cercanía con la ribera del río y los instruyeron para que se mantuvieran en comunicación permanente ante la alta probabilidad de evacuar a los habitantes de estas áreas.
De este modo, los habitantes de las comunidades, barrios y colonias de San Javier, La Reforma, Progreso, Bondho, San Nicolás, Fitzhi, Cantinela, Vista Hermosa y Maguey Blanco permanecieron a la espera de lo que la naturaleza “decidiera”.
“Recuerdo que iba camino a mi trabajo cuando pasé caminando cerca del río y me percaté de cómo había aumentado su nivel, además de llevar una fuerte corriente que hasta causaba un poco de miedo el ver toda esa cantidad de agua, y pensé que el río en cualquier momento se iba a salir de su cauce. Entonces me pregunté qué íbamos a hacer con nuestras cosas, cómo nos resguardaríamos y qué es lo que iba a pasarnos realmente. Porque esto nunca había sucedido y no teníamos un punto de comparación”, comentó la señora Dolores Ramírez, vecina de la colonia San Javier.
En el caso de la Ciudad de los Atlantes, el monitoreo y los trabajos de prevención fueron similares de parte de las corporaciones de emergencia quienes, al igual que sus homólogos de Ixmiquilpan, permanecieron vigilando los niveles del agua.
“Una noche antes de que se inundara, la gente se acercaba a los puentes para ver cómo corría toda esa agua; se podía ver que pronto estaría llegando hasta arriba para tocar los puentes. Pero nunca nos imaginamos que para la madrugada del siete de septiembre viviríamos uno de los peores desastres naturales que pudimos haber enfrentado”, reveló el señor Juan Pablo López, habitante de Tula.
En las primeras horas de ese día, Tula fue el primer municipio en recibir una importante descarga de agua proveniente del río ya desbordado y sin que ninguna autoridad o grupo de emergencia hubiese emitido ningún tipo de alerta previa.
“Yo solo recuerdo que mis hijos me gritaron, mamá, mamá, despierta porque el agua nos está llegando. Fue entonces que yo desperté asustada, desorientada y cuando bajé de mi cama sentí mojado el piso, mis pies estaban sobre agua”, recordó entre sollozos doña Carmen Jiménez al relatar cómo su casa, que se encuentra en el primer cuadro del municipio, empezó a inundarse rápidamente.
“De ahí solo sé que para cuando empezamos a intentar agarrar nuestras cosas más valiosas, el agua comenzaba a subir ahora ya estaba prácticamente a la altura de nuestra cintura. Yo asusté porque no sé nadar. Mis hijos me tuvieron que sacar cargando”.
Doña Carmen dijo que no recuerda haber visto rescatistas y que fueron los propios vecinos quienes se ayudaban entre sí para salvaguardarse. “Lo único que sigo teniendo presente son los gritos, el llanto y la desesperación de toda la gente que no sabía qué estaba pasando y no sabíamos qué hacer ni a dónde ir”.
En ese momento, Tula fue el foco de atención no solo del estado, sino de todo el país. De pronto las redes sociales se vieron bombardeadas con fotos y videos que mostraban crudamente a cientos de personas del centro de Tula que se encontraban prácticamente bajo el agua; las casas habían sido rebasadas, algunas personas incluso quedaron atrapadas en las azoteas de sus hogares en espera de que alguien las ayudara y de que el agua no siguiera subiendo.
Poco a poco empezó a llegar ayuda de los brigadistas de Protección Civil, Seguridad Pública, elementos de la policía estatal y posteriormente un cuerpo del Ejército Mexicano. Hicieron uso de lanchas que permitieron el traslado seguro sobre el río y el rescate de quienes no habían podido salir de sus casas. Las imágenes eran realmente de consternación pues entre los afectados había niños y adultos mayores visiblemente asustados.
Apenas había amanecido, cuando en Ixmiquilpan los ciudadanos despertaron con dos noticias que, aparte de impactantes, no definían bien el panorama, aunque tenían claro que era muy probable que la inundación sobrevendría en el transcurso del día. “El agua llegó a su máximo nivel, de 4.5 metros cúbicos, ya que en cualquier momento el escenario no sería tan favorable; pasaban las horas, el nivel podría ir subiendo aún más”, recordó Marcelino Capula, titular del área de Protección Civil.
Antes de mediodía, los brigadistas emitieron la alerta, a través de un grupo de WhatsApp en el que se encontraban todos los delegados, para que los habitantes de El Fitzhi, El Maye, Cantinela, San Nicolás, San Javier, Vista Hermosa, El Bondho, La Reforma y Progreso, evacuaran. Pero para entonces el río ya había comenzado a desbordarse.
Muerte y daños en hospitales del IMSS
Durante la inundación perdieron la vida 14 personas que se encontraban internadas en el área destinada a los enfermos de Covid-19, en las instalaciones del Hospital General de Zona número 5 en Tula, luego de que el suministro de energía eléctrica fallara y dejaran de trabajar los respiradores y ventiladores para proveerlos de oxígeno.
“En ese momento nadie decía cuántos muertos había, pero ya se hablaba de personas que habían perdido la vida dentro del hospital”, dijo Jesús García, habitante del municipio.
En el Hospital Rural Número 30 de Ixmiquilpan hubo mayor oportunidad de evitar desgracias y muertes, pues una hora y media antes, en cuanto recibieron aviso del riesgo de inundación y el personal del nosocomio, con ayuda de Cruz Roja Mexicana delegación Ixmiquilpan, así como Protección Civil, realizaron el traslado seguro de todos los pacientes que se encontraban internados.
Fue cerca de las 14:00 horas cuando el agua empezó a entrar a las instalaciones del IMSS, pero las áreas ya se encontraban despejadas y no había una sola persona en riesgo; entonces el personal médico que aún permanecía ahí empezó a abandonar la clínica.
Después de dos días de inundaciones, la del siete y el ocho de septiembre de 2021, las autoridades municipales de Tula e Ixmiquilpan brindaron cifras aproximadas de los daños y afectaciones que dejó a su paso el desbordamiento del río Tula.
Reportaron daños a escuelas, balnearios, nosocomios, carreteras y puentes vehiculares y peatonales, sistemas de agua potable, además de 10 mil personas damnificadas. Sin embargo, los informes elaborados por los afectados, que no incluyeron cifras, denunciaron graves omisiones derivadas de la “ineptitud” de las autoridades, quienes no actuaron a tiempo ante la situación y carecían de un plan contra catástrofes.
Por ello, los habitantes interpusieron quejas ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH). “Fueron muchas las personas que vimos cómo llegaban familiares de pacientes al IMSS, preguntaban por ellos, existía la incertidumbre y después muchos lloraban, gritaban de dolor y de coraje, culpaban al hospital por la muerte de sus seres queridos; les decían que había sido su responsabilidad no haberlos trasladado antes de que todo ocurriera”, recordó el señor Jesús García.
Y a pesar de que, el 13 de septiembre, la CDHEH inició la evaluación de las quejas de oficio en contra de los gobiernos municipales de Tepeji del Río, Tlahuelilpan, Tezontepec de Aldama e Ixmiquilpan para determinar una probable negligencia en su actuación ante el desbordamiento del río Tula, los afectados demandan a la fecha que sean atendidos los daños materiales e infraestructura que éste ocasionó.
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Escrito por Nancy Aranda
Colaboradora