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El 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov anunció ante el mundo que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ya no existía. De esta forma, el más grande experimento social del Siglo XX había caído. Gorbachov (nacido en 1931, en la región de Stávropol, Rusia) había llegado a la cúspide del poder en 1985, cuando fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), cargo que lo convirtió en líder máximo y, a la postre, en el último hombre en ocupar esta responsabilidad. Desde la cima del aparato estatal impulsó la “perestroika” cuyo objetivo, aseguró, era modernizar y reorganizar la economía, lo que significó la introducción de varios elementos de la llamada economía de mercado; simultáneamente se encargó de aplicar la “glasnost” para, según argumentó, de liberalizar el sistema político. El resultado de ambas medidas, así como del resto de las reformas impulsadas en ese periodo, fue la desintegración de la otrora potencia mundial, lo que derivó en una verdadera catástrofe social, política y económica.
En tres décadas han corrido ríos de tinta por explicar las causas estructurales que hicieron estallar en pedazos a la Unión Soviética. Pero más allá de esas explicaciones poco consistentes, han aparecido investigaciones que buscan aclarar la destrucción de la URSS. Una de ellas es citada por Roger Keeran y Thomas Kenny, Socialismo Traicionado, Tras el colapso de la Unión Soviética, 1917-1991. Este par de estadounidenses —el primero historiador y el segundo economista— realizaron un trabajo suficientemente documentado para difundir y analizar los hechos desde una perspectiva crítica y muy distante de la chapuza intelectual mencionada líneas atrás. El libro contiene una cantidad considerable de información y un análisis serio, por lo que sería un despropósito pretender hacer una reseña o un ensayo largo en este espacio. Por ello, solo haremos referencia a algunas de las conclusiones con las que sus autores cierran su trabajo de investigación.
En el último capítulo, Keeran y Kenny exponen la tesis principal de su libro: ¿Cuál fue la causa del colapso soviético? Nuestra tesis sostiene que los problemas económicos, la presión exterior y el estancamiento político e ideológico fueron un desafío para la Unión Soviética, a comienzos de los años ochentas, pero que cada uno por separado o todos en conjunto, no fueron la causa del colapso de la nación. Fue provocada por las reformas políticas específicas implementadas por Gorbachov y sus acólitos.
Pero las reformas que destruyeron a la potencia socialista no fueron fruto de la casualidad. Ambos investigadores analizan ampliamente la base material que permitió a Gorbachov instrumentar su política y llegan a la conclusión de que este viraje hacia la derecha solo fue posible gracias al crecimiento de lo que llaman la “segunda economía”, que no es otra cosa que la serie de actividades al margen de la economía estatal, mismas que iban desde las empresas privadas en forma de cooperativas hasta una verdadera mafia que se sostenía con el robo organizado y sistemático de las materias primas y empresas del gobierno soviético, lo que desembocó en un aumento importante del mercado negro —que se robusteció cada vez más, sobre todo mientras más se acercaba el final— y en la corrupción.
Y si la proliferación descontrolada de la “segunda economía” fue la base material del reformismo, el revisionismo fue el soporte teórico de las políticas que tendieron a minar el papel central del PCUS. De acuerdo con los autores el revisionismo del líder soviético (Gorbachov) barrió con sus oponentes y marginó a los pilares del marxismo-leninismo: la lucha de clases, el desempeño rector del Partido, la solidaridad internacional y la primacía de la propiedad social y de la planificación centralizada”.
Socialismo Traicionado, Tras el colapso de la Unión Soviética, 1917-1991 es una obra seria, sin lugar a dudas. En los días que corren, clarificar la caída soviética y sus consecuencias resulta fundamental si se pretende abundar en el renacimiento de Rusia como potencia mundial y la nueva configuración del mundo multipolar.
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Escrito por Luis Rodriguez Rodríguez
colaborador