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En un artículo anterior hablé de “individualismo, sociedad y pobreza”. Ahora quiero caracterizar la desigualdad como causa de la pobreza y vincularla con la explotación. Cuando hablamos de pobreza, hablamos de insatisfacción de necesidades y carencias, que pueden ser resultado de al menos dos condiciones: la no existencia de satisfactores para cubrir las necesidades de la gente o bien el no acceso de las personas a ellos. La primera situación es sinónimo de subdesarrollo, la segunda de desigualdad.
La desigualdad económica puede ser definida por la distribución asimétrica de recursos. Decir que aumenta la desigualdad equivale a decir que aumentan las distancias entre los que tienen más recursos y los que disponen de menos; de manera que quienes tienen menores recursos caen en la pobreza.
Pero si la desigualdad es el problema, ¿cuáles son sus causas? Los individualistas atribuyen la desigualdad a factores personales: el ahorro, el esfuerzo y la productividad individuales, y la inversión de capitales. A grandes rasgos sostienen que “si trabajas duro y logras mejores resultados con menores esfuerzos, y ahorras pero, sobre todo, inviertes, entonces obtendrás mayores recursos”. La desigualdad sería, según ellos, un simple agregado de los esfuerzos y resultados individuales que, en última instancia, pueden ser atribuidos a la voluntad de cada persona.
Este planteamiento tiene, sin embargo, profundas fallas. La primera supone que los individuos son homogéneos entre sí o que sus diferencias son irrelevantes: lo importante es “la voluntad”. La segunda supone que la remuneración justa es asignada en automático al esfuerzo, a la productividad y a las inversiones; es decir, que el que estudió y se esforzó más o arriesgó su capital, será mejor pagado y obtendrá más.
Sin embargo, ninguna de estas dos premisas se sostiene. En primer lugar, como se ha documentado en los informes más recientes sobre desigualdad en México (Colmex, Oxfam y Ceey), las condiciones sociales de origen son sumamente dispares y tienen impactos significativos en las probabilidades de acceder a niveles avanzados de educación, así como a empleos estables y bien remunerados: la desigualdad de condiciones genera ventajas para unos y desventajas para otros. En segundo lugar, no hay razones para suponer que la remuneración se corresponda inmediatamente, y menos aún de manera justa, con el nivel de preparación, el esfuerzo o con las inversiones.
Pero si la solución individualista no se sostiene, ¿cuál sí? Otra respuesta la encontramos en Carlos Marx y su concepto de explotación. El planteamiento básico es el siguiente: la explotación se define como apropiación de trabajo ajeno; es decir, hay explotación donde alguien trabaja y otro se queda con el resultado de ese trabajo. En el capitalismo, las relaciones de explotación van de la mano con la aparición del mercado de trabajo, donde la fuerza de trabajo se vuelve mercancía y se intercambia por un salario. Detrás de esta relación salarial es donde está la explotación: hay un tiempo de trabajo que es remunerado y otro, excedente, que no es remunerado.
De acuerdo con Marx, la economía capitalista en su conjunto se organiza en torno a esta relación de explotación: de un lado explotados –trabajadores directos y asalariados– y del otro explotadores: todos los que, directa o indirectamente, se apropian del trabajo excedente extraído a los primeros.
Para Marx, esta estructura de explotación es precisamente la causante de las desigualdades económicas. El proceso es intrincado, pero se puede simplificar su explicación. La dinámica de la explotación capitalista tiende a mantener a los explotados con el mínimo de recursos posibles, a menos que la elevación de sus ingresos le sea rentable; por otro lado, los explotadores compiten, acumulan riqueza y centralizan otros medios de producción, lo que da como resultado que un menor número de gente se apropie de mayores recursos cada vez. En su conjunto, el mercado de trabajo tiende a ofrecer salarios bajos y malas condiciones laborales, a la par que disminuye el número de ricos. Así es como a grandes rasgos, y partiendo de una condición estructural, Marx explica la reproducción y el incremento de las desigualdades económicas en las modernas sociedades capitalistas.
Con posturas mixtas, los asesores económicos de los candidatos presidenciables discutieron la necesidad de cambios en el sistema tributario.
La hambruna, en un sistema que produce un arsenal de mercancías, es su cara más criminal. Más de 50 millones de personas se hallan en inseguridad alimentaria, según la FAO y el Programa Mundial de Alimentos.
De acuerdo con el Coneval, casi el 80 por ciento de las personas menores de 18 años en México sufren algún grado de pobreza o vulnerabilidad socioeconómica.
"No tengo derecho a fallar", "no es mi fuerte la venganza", "van a bajar los sueldos de los de arriba porque van a aumentar los sueldos de los de abajo", "el presidente de México nunca dará la orden de reprimir al pueblo".
La falta de una estrategia de producción agropecuaria y el derroche en tres megaproyectos inútiles, entre otras, han contribuido a que el pueblo de México esté pasando hambre y profundizando sus altos niveles de pobreza.
De acuerdo con el meteorólogo de Yucatán, si continúan así las lluvias, 10 municipios corren el riesgo de inundación.
La economía capitalista en su conjunto se organiza en torno a esta relación de explotación: de un lado explotados –trabajadores directos y asalariados– y del otro explotadores: todos los que, directa o indirectamente, se apropian del trabajo excedente.
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El MAN está consciente de que la pobreza se agudizará con la crisis socioeconómica actual y que si la inconformidad social no se encauza por vías legales su desbordamiento, verterá en el caos y las revueltas.
Aunque el hambre puede evitarse, en 2020, más de 690 millones de personas la padecieron y, este año, en plena era Covid-19, habrá más de 330 millones de hambrientos, privación que se opone a las multimillonarias ganancias de trasnacionales de la industria
La visita a la Colonia Tepenepantla fue el escenario ideal, por su evidente pobreza, para el video promocional del entonces aspirante a candidato presidencial de la República Mexicana, AMLO.
“Que apoye el gobierno a la gente, sobre todo a la gente que más lo necesita. No hay dinero, no alcanza para el gasto”.
Los Cabos, uno de los cinco municipios de Baja California Sur donde existen bolsones de pobreza y pobreza extrema conviviendo con todas las calamidades que éstas traen consigo.
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Un contingente de 11 médicos y enfermeras del Hospital 8 del IMSS en Córdoba, bloquearon la avenida 11 de esa ciudad. Una de sus consignas era: “Sí trabajamos, pero bajo protesta. Queremos insumos de protección”.
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Escrito por Pablo Bernardo Hernández
Licenciado en psicología por la UNAM. Maestro y doctor en ciencia social con especialidad en Sociología por el Colegio de México.