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Mientras Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión Europea (UE) distraen al mundo con su guerra proxy contra Rusia en Ucrania, a escasos kilómetros de este frente ambos maniobran en Moldavia para controlar el Mar Negro y bloquear el acceso del Kremlin hacia el Cáucaso, Siria, Medio Oriente y la salida de sus hidrocarburos.
Moldavia resulta fundamental para la geopolítica europea, estadounidense, rusa, de Ucrania y Rumania. Tal estado atrajo inicialmente las miradas de Occidente; pero el choque inicial se concretó en Ucrania, a pesar de que en 1991 también se separó de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Es un país del este europeo con gran herencia cultural rusa; tiene 33 mil 851 kilómetros cuadrados de territorio (semejante a Puebla), limita con Rumania y Ucrania, y está a sólo 40 kilómetros del estratégico Mar Negro. Sus 2.8 millones de habitantes con diverso origen étnico conforman un paisaje político que se expresa en el añejo diferendo con Transnistria.
Es un cuerpo marino de gran importancia geoestratégica porque comunica al mar de Mármara por el Estrecho del Bósforo, y al Mar Egeo por el Estrecho de los Dardanelos. Por ello, el control del Mar Negro permite tener el control del transporte marítimo en esa región del planeta.