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Carlos Ehécatl Lázaro
La sinización del marxismo
“No existe marxismo abstracto, sólo marxismo concreto”.


“No existe marxismo abstracto, sólo marxismo concreto”. Eso dijo Mao Zedong en la sexta reunión plenaria del VI Comité Central del Partido Comunista de China, en 1938. Varias décadas antes, el ruso Chernyshevsky ya había expresado: “No existe la realidad abstracta: la realidad es siempre concreta”. Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach lo dice de otra manera: “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”. Sólo cuando los principios universales del marxismo se aplican a la realidad concreta permiten obtener un conocimiento verdadero, lo cual se prueba en la transformación efectiva de esa realidad.

La historia del Partido Comunista de China es la historia de cómo el marxismo se lleva a la realidad concreta de China. Es la historia de la sinización del marxismo. La sinización no es un momento específico en el que el marxismo es exitosamente “traducido” a la realidad china por determinados intérpretes. Se trata de un proceso permanente, que transcurre paralelo a la vida del Partido y al desarrollo histórico de China. La sinización consiste en la adaptación del marxismo a las condiciones de China, y dado que las condiciones del país cambian todo el tiempo, también el marxismo necesita ser adaptado todo el tiempo. Ese interminable proceso de adaptación representa un desarrollo continuo del marxismo, útil para explicar y transformar la realidad china.

Si bien la sinización no es un momento, sí pueden identificarse grandes saltos en ese proceso. El marxismo llegó tardíamente a China. La primera traducción del Manifiesto del Partido Comunista al chino la hizo Chen Wangdao, en 1920. Un año después se fundó el Partido Comunista de China, bajo el liderazgo de Li Dazhao y Chen Duxiu. Li Dazhao ya planteaba la necesidad de integrar los principios generales del marxismo con la realidad nacional, por lo que puede considerarse como el pionero de la sinización del marxismo; sin embargo, murió prematuramente, víctima de la represión anticomunista del Kuomintang.

Tras el momento fundacional, el Partido se condujo bajo la tutela de la Internacional Comunista, recibiendo órdenes directamente de Moscú sobre los objetivos, la estrategia y la táctica a seguir. Pronto emergió un conflicto interno entre los defensores de la línea soviética y quienes planteaban la necesidad de un Partido independiente, basado directamente en la realidad china. Mao Zedong fue la figura más destacada del segundo grupo. La reunión de Zunyi, en 1935, significó el cambio del grupo en el poder: la fracción prosoviética fue desplazada y Mao se convirtió en el líder principal. Ahora los objetivos, estrategias y tácticas de la revolución estaban en manos chinas, no soviéticas. Posteriormente, en el periodo de Yan’an, Mao trabajó en la integración del marxismo con la realidad china y produjo numerosas obras clásicas del marxismo chino. En ese periodo se forjó el “Pensamiento de Mao Zedong”, considerado por el Partido como una aplicación exitosa del marxismo-leninismo a la realidad china.

El siguiente salto en la sinización del marxismo ocurrió tras la fundación de la República Popular China. Por un lado, la nueva República no copia y pega el sistema político de la Unión Soviética, sino que inventa uno propio, a la medida de la realidad china. Por el otro, no se instala en China una dictadura del proletariado, sino lo que Mao llama la “Nueva Democracia”, una dictadura democrática-popular. El Partido aprende de la experiencia soviética, pero no la toma como modelo. Insiste en construir un socialismo propio, hecho a la medida de su historia y sus características culturales, políticas, económicas y sociales. Buscando su propio camino, Mao lanza el Gran Salto Adelante y después la Revolución Cultural. Equivocaciones, dice el Partido, que sirvieron para aprender, pues fueron parte del proceso de experimentación en la construcción de un socialismo propio, de la sinización del marxismo.

Deng Xiaoping fue la principal figura en el siguiente salto. El marxismo chino para hacer la revolución era uno, el marxismo chino para sentar las bases del nuevo país era otro, ahora hacía falta adaptar el marxismo a otra realidad. Deng no rechazó tajantemente el “Pensamiento de Mao Zedong”, sino que construyó sobre él, lo desarrolló y lo aplicó a las nuevas circunstancias, creando la “Teoría de Deng Xiaoping”. Los principales puntos del nuevo marxismo sinizado fueron: la identificación de que China se encontraba en la primera etapa del socialismo, la invención de la economía socialista de mercado, la propuesta de “Un país dos sistemas” para la reunificación de Taiwán y los otros territorios, y el énfasis en el desarrollo de las fuerzas productivas, abandonando la idea maoísta de “tomar a la lucha de clases como el eslabón principal”.

En Jiang Zemin recayó la posterior adaptación del marxismo. Su China no era ya la de Deng ni la de Mao. La Reforma y la Apertura impulsada por Deng catapultó notablemente el desarrollo de las fuerzas productivas, pero también generó efectos indeseados, como lo hizo sentir Tiananmén 1989. Como dijo Deng, abrir las ventanas significaba dejar que entrara aire fresco, pero también aceptar que algunas moscas podrían entrar. A Jiang Zemin le tocó lidiar con los nuevos problemas. Para evitar el surgimiento de una burguesía que se organizara políticamente y pudiera disputarle el poder al Partido, Jiang Zemin impulsó la “Teoría de la Triple Representatividad”. Dicha teoría abrió la puerta del Partido a los grandes empresarios que habían comenzado a surgir en China. El Partido ya no era sólo la representación del proletariado y el campesinado, sino también de las fuerzas culturales avanzadas (intelectuales, artistas, profesionistas, etc.) y de las fuerzas productivas avanzadas (grandes y medianos empresarios). Con este movimiento, el Partido integró a la burguesía de manera subordinada y fragmentada, garantizando su sometimiento.

Hu Jintao encabezó la sinización del marxismo en la China del Siglo XXI. Era la China que tuvo un crecimiento explosivo de su comercio internacional, derivado de su acceso a la Organización Mundial del Comercio, la que cobró relevancia mundial con las Olimpiadas de Beijing 2008 y la que adquirió protagonismo internacional al integrar a los BRICS. La “Concepción Científica del Desarrollo” de Hu Jintao buscaba corregir los problemas del desarrollo económico y social, atendiendo la grave contaminación medioambiental, reduciendo las desigualdades y fortaleciendo la gobernanza del Partido. Se trataba de crear una sociedad socialista armoniosa a la altura del Siglo XXI.

El salto más reciente en la sinización del marxismo es el que representa Xi Jinping. Oficialmente, recibe el nombre de “Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para la Nueva Era”. China es ahora la segunda economía del mundo, vanguardia del desarrollo tecnológico y referente obligado de los cambios en el sistema internacional. Los principales aspectos del pensamiento de Xi son: el planteamiento de una modernización propia, con características chinas, alternativa a la occidental; la recuperación de la cultura tradicional china y su integración con el marxismo; la democracia de proceso completo; el desarrollo de alta calidad; la idea de concluir la modernización en dos grandes zancadas (2020-2035 y 2035-2049); la insistencia en fortalecer ideológicamente al Partido y a la sociedad, recordando permanentemente la misión inicial y los valores socialistas centrales, alejándose así de una posible liberalización; y en el terreno internacional, la Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad, con todas sus ramificaciones.

Li Dazhao, Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping representan diferentes saltos en el proceso de sinización del marxismo. Cada uno de ellos representa un desarrollo de los anteriores, aplicados a la nueva realidad. Se trata de un esfuerzo conciente y sistemático que hace el Partido, que va de la teoría a la práctica y de la práctica a la teoría, buscando explicar la cambiante realidad para dirigir su transformación con una orientación socialista.

Para el Partido Comunista de China el marxismo es el marco filosófico que le permite entender y transformar la realidad, pero su utilidad está dada sólo en la medida en que los principios generales del marxismo son creativamente aplicados a la realidad concreta del país. El éxito del Partido consiste en realizar correctamente la sinización del marxismo. Desde esta perspectiva, la clave consiste en adaptar el marxismo a la respectiva realidad de cada país. El Partido Comunista de China no se erige en modelo, tutor o maestro de nadie, evitando repetir la experiencia soviética. Su llamado es a que los comunistas de cada país lleven a cabo su propia nacionalización del marxismo, adaptándolo permanentemente a sus cambiantes condiciones históricas, culturales, políticas y sociales. Podemos, como hicieron ellos con los soviéticos, estudiar su experiencia y aprender de ellos, pero ni ellos quieren que los copiemos ni eso nos sería útil. “Debe ser creación heroica”, como dijo el marxista peruano. O, como dijo el poeta español: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (…) Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar”. 

 


Escrito por Ehécatl Lázaro

Columnista de politica nacional


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