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El salario del obrero y la ganancia del patrón provienen de la misma fuente generadora: el trabajo de los obreros. El patrón es el propietario de los medios de producción, de modo que las mercancías producidas por el obrero son finalmente propiedad del patrón. Por consiguiente, del dinero obtenido por la venta de dichas mercancías, el patrón reinvierte una parte, paga el salario de los obreros y, además, se queda con una ganancia que también fue generada por los trabajadores.
El monto del salario del obrero está determinado por la cantidad mínima de satisfactores que el trabajador necesita para vivir, para sostener a su familia, para criar y hacer que crezcan sus hijos, que en el futuro serán los obreros de los patrones. Esos gastos fundamentales del obrero y su familia tienen un costo y ese costo sumado es el monto del salario del obrero.
Así calculan los capitalistas el salario del trabajador, procurando quedarse con el máximo de ganancia. Por eso el obrero no puede elevar su nivel de vida nunca: vive mal, con muchas carencias, siempre ajustado, pues recibe sólo el salario necesario para comer, descansar, reponer sus fuerzas y nuevamente volver a trabajar al siguiente día, repitiendo el proceso de producción de mercancías para generar, otra vez, su salario y la ganancia del patrón.
Esta injusta repartición de la ganancia del patrón y el salario del trabajador es la base de la inequitativa distribución de toda la riqueza en México: nos divide en ricos y pobres, nos divide en clases sociales, donde la clase que produce la riqueza es la de los trabajadores pobres y la clase que no produce es la de los patrones ricos.
Pero ilustremos un poco cuán grande es la diferencia entre el salario de los obreros y la ganancia de los patrones. Tomemos dos casos emblemáticos de la realidad mexicana y veamos con datos sólidos cómo se distribuyó la riqueza entre obreros y patrones durante los seis años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien tanto habló de acabar con los ricos neoliberales y poner en primer lugar a los pobres.
Tomemos como ejemplos los patrones más ricos de nuestro país: Carlos Slim Helú, dueño del Grupo Carso y Telmex; y German Larrea, dueño del Grupo México y Ferrocarriles de México.
Carlos Slim Helú, dueño de Telmex y de Carso Infraestructura y muchas empresas más, comenzó el gobierno de AMLO con una fortuna de 49 mil 100 millones de dólares. Seis años después, cuando AMLO terminó su mandato, Carlos Slim tenía ya una fortuna de 89 mil 600 millones de dólares. Aumentó su fortuna sumando 40 mil 500 millones de dólares, gracias al gobierno de su amigo, quien le entregó el Tramo 2 del Tren Maya, un gran contrato en la refinería de Dos Bocas, 59 contratos de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad y el 100 por ciento de participación en los campos petroleros Ichalkil-Pokochen Campeche. Ahora Carlos Slim también se ha convertido en un gran petrolero gracias a su amigo y socio AMLO.
Pues bien, todos estos negocios que AMLO le entregó a Slim, más otros que ya tenía, los operan todos los días más de 289 mil trabajadores, según cifras de 2020, y estos trabajadores mexicanos le dan a ganar 800 millones de pesos al día (Ámbito México, diciembre 2024). De ahí viene su fortuna, del trabajo de los obreros, de los bajos salarios que les paga a sus empleados y de la máxima ganancia que se apropia. Comparar las ganancias de Carlos Slim de 800 millones diarios con el ingreso de un obrero que recibe un salario mínimo de 278 pesos diarios nos permite comprender el verdadero origen de la desigualdad económica y social que se vive en el país.
Por su parte, Germán Larrea acrecentó su riqueza en diez veces durante el sexenio de AMLO, al pasar de tres mil 530 millones de dólares en noviembre de 2018 a 37 mil 200 millones de dólares en 2024. Multiplicó 10 veces su riqueza, gracias a la “Cuarta Transformación” (4T).
Este empresario y su corporativo “Grupo México” explotan 604 concesiones de extracción minera de cobre y otros metales, muchas de estas operaciones no cuentan con permisos de explotación vigentes, pero AMLO y la 4T lo protegieron, nunca le exigieron legalizarlas, esto le permite al magnate tener explotaciones sin ninguna regulación laboral y pagar bajos salarios para obtener mayores ganancias. En las minas que explota y son legales, Grupo México emplea 29 mil 169 trabajadores y en su empresa asociada, que se llama Soutern Copper trabajan 15 mil 810 obreros, en ambas obtienen enormes ganancias debido a que los mineros trabajan hasta 11 horas diarias con bajas prestaciones, mediante contratos de protección firmados con el sindicato charro de la CTM, que protege a la empresa.
Además, Germán Larrea es dueño de una flota de 816 locomotoras de tren y 26 mil 319 carros de ferrocarril, es prácticamente dueño de todos los trenes de México, y en este ramo empresarial trabajan 30 mil 263 empleados que son la gran fuente de ganancia para el magnate, datos de 2019, según el Informe Anual Financiero Ferromex.
Germán Larrea es también dueño de la cadena de cines Cinemex, en cuya división empresarial trabajan 11 mil empleados (Real Estate Market y Lifestyle, 1º de julio de 2025), y donde éstos se quejan de sus malas condiciones laborales, de salarios bajos y de no recibir utilidades. Cuenta, además, con la constructora México Proyectos y Desarrollos, donde también emplea a miles de trabajadores que se quejan de malas condiciones laborales; empresa que ha realizado más de 200 grandes obras en 24 estados de la República Mexicana y ha perforado más de 400 pozos petroleros en territorio nacional, gracias al gobierno morenista (Infobae, 19 de mayo de 2023). Éste es otro ejemplo de una gigantesca fortuna acumulada mediante la explotación de los trabajadores, ahora con el respaldo de la 4T.
Como vemos en los dos ejemplos, los patrones más ricos de México tienen trabajando para ellos a cientos de miles de trabajadores en sus distintas empresas, produciendo la riqueza que ellos disfrutan, pues los patrones son quienes todos los días reparten el salario y la ganancia en favor de sus intereses. Esto sucede en todas las empresas de México, grandes y chicas, el empresario siempre “repartirá el pastel” y se quedará con la mejor tajada, mientras al obrero le paga salarios de hambre.
En suma, quienes producen la riqueza social son los trabajadores de la ciudad y el campo y, dependiendo del número de obreros que tenga el empresario, aumentará o disminuirá su ganancia total. Si paga bajos salarios, no da prestaciones y hace trabajar mucho a los obreros, su ganancia aumenta mucho más. Sin duda, esta injusta distribución de la riqueza es el principal problema económico y social de nuestro país.
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Escrito por Everardo Lara Covarrubias
Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencias Jurídico-Penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, Consejero Jurídico de la Defensoría Nacional de los Trabajadores y asesor sindical.