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La nueva Loba: Morena
¡Cuidado, chimalhuacanos! Defiendan con uñas y dientes lo que con tanto trabajo, esfuerzo, sangre y sacrificio han construido.
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Tiempos sombríos se avecinan, si los electores de Chimalhuacán atienden los “cantos de sirena” de los morenistas, que pretenden engañarlos con trampas o por la fuerza para obtener la presidencia municipal. Las sirenas son personajes mitológicos que tenían la mitad del cuerpo con forma de pez y la otra mitad con forma de mujer hermosa; cantaban maravillosamente bellas melodías con las que atraían a los marineros, a quienes, una vez embelesados y caídos en sus brazos, devoraban salvajemente; pues en realidad eran monstruos muy fieros. De regreso a su tierra, Ítaca, el gran y astuto guerrero Ulises, a sabiendas del atractivo canto, se metió cera en los oídos, pidió a sus marineros que lo amarraran al mástil del barco y que no lo soltaran, aun cuando se los ordenara enérgicamente. Fue así como logró salvarse del engaño de las sirenas y evitó convertirse en su alimento. Ahora los morenistas ocultan sus verdaderas intenciones con cantos de sirena a los habitantes de Chimalhuacán, quienes deben colocarse cera en los oídos para no caer en la trampa y verse engañados.

Don Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la obra cumbre de la literatura universal, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, escribió lo siguiente en esta obra: “nadie es más que otro, si no hace más que otro”. Por ello llamo al pueblo de Chimalhuacán a que analice su historia reciente y la considere para saber qué hacer en el futuro próximo; porque, por más que busco, los diputados federales y locales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) nada o casi nada han hecho por el pueblo de Chimalhuacán.

El año 2000 fue el punto de quiebre y el inicio de la grandeza de Chimalhuacán. Quienes conocimos el Chimalhuacán de La Loba, podemos asegurar, a las nuevas generaciones, lo que antes había y lo que actualmente hay para bien de todos. Esta región era un basurero y tierra de nadie. Ni siquiera el 20 por ciento de sus calles estaba pavimentado; no había agua potable ni drenaje, etcétera.

En 1995, cuando dominaba La Loba, hubo una tormenta terrible y se inundó toda el área de Acuitlapilco. A la una de la mañana, con un palo de escoba para tantear el terreno, porque había coladeras o fosas profundas abiertas por el descuido de los Lobos, el compañero Miguel Casique Pérez y yo fuimos a ver la situación en que se hallaba la gente para organizarnos y exigir al gobierno la ayuda necesaria. El agua nos llegaba arriba de la cintura y todas las casas estaban inundadas. Los Lobos nunca aparecieron para ayudar a la gente.

Otra muestra del abandono de estos “servidores de La Loba” se produjo en la avenida Ignacio Manuel Altamirano, donde había un socavón del colector del drenaje profundo que tenía años sin terminar, se hallaba abandonado y era muy peligroso para el tránsito peatonal y vehicular, después de que le robaron la malla ciclónica que lo hacía visible. En este socavón se había hundido un microbús con 13 pasajeros, cuyo chofer no pudo advertir la profundidad. Hubo necesidad de traer buzos para sacar los cadáveres atorados en el vehículo. Los difuntos eran trabajadores humildes que habitualmente utilizaban los chimecos que los llevaban al metro Pantitlán y que no disponían, como ahora, del servicio del Mexibus. Ése era el viejo Chimalhuacán, el de La Loba.

El Nuevo Chimalhuacán tiene una visión humanista; una visión pensada para la población y con todas sus energías puestas al servicio de la gente. Antes del Nuevo Chimalhuacán, el municipio estaba olvidado; no había escuelas de nivel superior; campos deportivos de primer nivel; ni una alberca, salvo pozas como ésa en que se hundió el microbús; no había más que un hospital, el Noventa Camas; los chimecos eran camiones que transitaban en la avenida del Peñón –que carecía de pavimento– a los que había que corretear entre el polvo para luego respirar más polvo en su interior, y emprender un tortuoso viaje a Pantitlán. En ese viejo Chimalhuacán, la gente se bañaba con agua fría de pipa y cubeta porque, entonces, no había agua corriente en gran parte de la zona baja de esa región.

Morena, al viejo estilo de La Loba, pretende hacerse del poder en Chimalhuacán, es decir, por la fuerza; quiere regresar a la época en que se usaban la calumnia, la compra de conciencias con dinero, las amenazas y la violencia física. Entre las calumnias que usó La Loba hubo una que apareció en una barda y era una mentira absurda: que el biólogo Tolentino era “salvadoreño”. A este tipo de falsedades están recurriendo hoy los morenistas, quienes igual que los Lobos, solo quieren el poder para su beneficio personal. Por ello, el pueblo de Chimalhuacán debe tener mucho cuidado de que los nuevos Lobos, los actuales morenistas, se aparezcan como redentores “con piel de oveja”. Ofrecerán solución a los problemas de esta localidad, pero ¿cómo creerles si no han hecho nada por la gente del Nuevo Chimalhuacán?

¡Cuidado, chimalhuacanos! Defiendan con uñas y dientes lo que con tanto trabajo, esfuerzo, sangre y sacrificio han construido. No permitan que los nuevos lobos, los morenistas, arriben al poder, porque nada tienen que ofrecer, porque harían otra vez de Chimalhuacán una tierra de terror y solo quieren gobernar para su beneficio personal. Eso debe evitarse a toda costa.  


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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