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Israel ha desatado una masacre en La Franja de Gaza. Sólo hasta ayer (26 de octubre) había más de 7 mil asesinatos. Se estima que 400 niños son asesinados o heridos al día, los 2.3 millones de palestinos que habitan la zona llevan desde el 7 de octubre sin luz, agua ni comida. Sobre Gaza se han lanzado más de 14 mil toneladas de explosivos, impacto equivalente a la bomba atómica que EE.UU. lanzó a Hiroshima. Por si eso no fuera suficiente, se han usado armas prohibidas por la ley internacional como el fósforo blanco. El sistema de salud está colapsado, llevan días interviniendo sin analgésicos; el combustible para mantenerse en funciones se terminó y escasean hasta las bolsas de cadáveres.
No es una exageración lo que dijo el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al señalar que lo que Israel hoy le hace a Gaza es lo mismo que los nazis le hicieron a los rusos en Leningrado. Un genocidio está pasando a ojos del mundo. Gaza es una carnicería.
Considero que estos hechos deberían ser suficientes como para indignar a todo el mundo y condenar el exterminio que los israelíes, comandados por el criminal de ultra derecha Benjamín Netanyahu, están perpetrando contra los civiles palestinos, pero la situación no es tal, ya que la información no llega a los cerebros de la gente por ningún medio.
Las redes sociales, en su inmensa mayoría, han restringido el alcance del tema a su mínima expresión; son tres las capas en el bloqueo a la información de la guerra:
1) Los motivos más “aceptables” se encuentran en la normatividad legal de las plataformas. Redes como Tiktok, Facebook e Instagram, no permiten la difusión de imágenes con contenido tan explícito y violento como el que llega de Palestina. Lo real es que las imágenes tienen una contundencia terrible, son un shock visual y emocional. Basados en la sensibilidad humana, es entendible que se limite la difusión o en algunos casos, se advierta del contenido sensible que se está por mostrar.
Sin embargo, algo que sobrepasa los límites de las restricciones tiene que ver con el sospechoso filtro algorítmico de las plataformas, un ejemplo de este tipo fue el denunciado por Fermín Alejandro García, de La Jornada de Oriente, medio que pese a no ser de mi total agrado ha padecido y externado su malestar con la opacidad de las restricciones de Facebook, pues ya no es siquiera necesario mostrar imágenes sensibles, sino sólo ir contra corriente de la narrativa predominante para ser calificado como una apología al terrorismo (https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/la-censura-contra-el-pueblo-palestino-alcanzo-a-la-jornada-de-oriente/#google_vignette).
2) Limitar las conversaciones “incómodas” de la red. De un tiempo a la fecha ha sido bien documentado el hecho de que alusiones a temas sensibles han sido borrados de la exposición al figurar como “pervertidores” de la convivencia digital. Dos de los temas más ilustradores al respecto son el “atentado” del 9-11 y la imagen o mención de Adolfo Hitler.
Lo anterior podría entenderse en caso de alusiones directas que promuevan la realización de actos como los perpetrados en ambos sucesos históricos, pero no se ha detenido ahí, la tendencia de las redes ha sido la de, paulatinamente, desechar la conversación histórica y política con la intención de hacer de las redes un ambiente ideal y “menos tóxico”. Lo real es que los más perjudicados han sido los movimientos de denuncia que han visto limitadas las difusiones de sus causas, en este caso, los palestinos, ¿qué palabras podrían usar ellos para referirse a lo que están sufriendo, si no es “violencia”, “genocidio” y “muerte”? El caso es que esos temas no son moralmente aceptados por la conversación virtual.
O quizás, algunas sospechas de países “autoritarios” no sean tan incorrectas. Ya en China, Rusia e Irán, plataformas como Facebook, Instagram y WhatsApp han sido restringidas por hacer apología al “terrorismo” en el caso ruso o ser “sionista” en el de Irán. Facebook y todas las redes tienen intereses muy claros, mismos que no son cuestionados, incluso en su país natal. (https://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/479292/facebook-negacion-holocausto)
3) La propagación de la “narrativa oficial”. Es un hecho comprobado que las agencias informativas y empresas de relaciones públicas trabajan en coordinación para generar percepciones mediáticas. Según el periodista estadounidense Dan Cohen, más de “150 empresas de relaciones públicas participan en la campaña de propaganda de guerra”, esto en un sistema de “guerra hibrida” donde la violencia física se acompaña de desinformación; pasó en Ucrania y pasa en Israel (https://www.mintpressnews.com/ukraine-propaganda-war-international-pr-firms-dc-lobbyists-cia-cutouts/280012/)
Uno de los casos más recientes sucedió cuando las agencias, sin antes corroborar, lanzaron una bomba a la cabeza de millones de consumidores de noticias pasivos y les dijeron que Hamás había decapitado a 40 bebés, hecho que los medios no pudieron comprobar, muchos, posteriormente se retractaron de lo dicho.
No cuesta averiguar de dónde viene la propaganda de mentiras y quién la paga, pues fue el mismo presidente estadounidense (Joe Biden) quien se encargó de repetir aquella falacia para que posteriormente su equipo se desligara de la afirmación.
Hoy, además, las mentiras son replicadas con más fuerza en redes sociales. Press TV publicó recientemente un reporte donde documentó el nuevo modus operandi de la propaganda israelí. Se trata ni más ni menos que de contactar a influencers con un potencial de gran alcance y pagarles mil dólares para que lean sus boletines en los que replican la versión oficial del gobierno sionista y los medios pro occidente.
Parte del mensaje enviado por correo electrónico a los influencers dice lo siguiente: "Nuestro grupo ha creado una biblioteca de videos explicativos que pueden usarse directamente en sus plataformas con los hashtags #HAMASisISIS y #StandWithIsrael", aderezan, desde luego, como un gancho de prestigio, que personas influyentes como Kim Kardashian, Madonna, Gal Gadot, Casey Neistat y otros ya se han unido a la campaña referida (https://www.presstv.ir/Detail/2023/10/22/713215/exposed-israel-paying-social-media-influencers-whitewash-gaza-genocide).
El presente escrito tiene solo la intención de sumarse a los esfuerzos de quienes anteriormente, y probablemente con mejor pulso y precisión, ya han tocado el tema para orientar la opinión de la gente en un sentido crítico.
Las redes sociales no son imparciales. Nosotros tampoco estamos obligados a serlo, sin embargo, hoy ser críticos se ha vuelto un crimen para las personas que están en el poder. Cada vez es más frecuente escuchar a los sionistas decir que ser objetivos es darle la razón a los terroristas. Al parecer, Lenin no se equivocaba al decir que la verdad es siempre revolucionaria.
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Escrito por Manuel Pérez
Licenciado en Comunicación por la UNAM.