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Demagogia y política social
La gran promesa de brindar servicio médico al cien por ciento de la población mexicana también la refrendó este gobierno
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Algunos definen la palabra demagogia como las promesas que hacen los políticos a sabiendas de que no podrán cumplirlas; pero también es demagogia prometer algo que no se sabe cómo y con qué podrá realizarse o bien no tener idea de la magnitud de los problemas cuya solución se promete; en todos los casos, hacer demagogia es, objetivamente, mentir, de donde se desprende que la demagogia es hermana gemela de la mentira o, si no se quiere decir así, entonces ambos términos son sinónimos. Un político o gobernante que promete al pueblo, en cualquiera de esos tres casos, es un demagogo y, objetivamente, un mentiroso. Si se encontrara la forma de medir la demagogia y se comparara con esa medición a los Presidentes que ha tenido México desde hace casi un siglo, sería difícil decidir quién ocupa el primer lugar. El gobierno actual, desde antes de que asumiera el mando del país, prometió grandes cosas, gracias a lo cual obtuvo el voto mayoritario que lo llevó al poder; todas estas grandes promesas estaban relacionadas con los más sentidos problemas del pueblo mexicano: pobreza, desigualdad, injusticia, corrupción, ignorancia, insalubridad y desempleo.

Una de las principales promesas campaña de López Obrador fue combatir la corrupción, según él, causa de todos los demás problemas, ofreciendo que se atacaría al día siguiente de la toma de posesión del nuevo gobierno; hasta la fecha, esta promesa permanece sin cumplimiento; por todo el país, se pasean campantes muchos de los gobernantes corruptos que el candidato ahora ganador fustigaba; durante los primeros días de su gobierno fueron perdonados, haciendo borrón y cuenta nueva.

A lo largo del primer año de este sexenio, el titular del Ejecutivo declaró el fin del neoliberalismo; no obstante, especialistas en economía y destacados politólogos demuestran que el gobierno actual le está dando continuidad a este modelo económico, otorgando seguridad financiera a los grandes empresarios y a sus representantes, a quienes ofrece garantías fiscales, incorporando a algunos de ellos en puestos importantes del gobierno, como consejeros cercanos y artífices de su política económica.

Durante su prolongada campaña, ofreció brindar educación en todos los niveles a la población mexicana, erradicar a los llamados ninis y resolver de raíz el problema de los rechazados de las universidades públicas. Nada de esto se ha emprendido en serio; el Presidente continúa en su etapa de promesas, aún hay estudiantes rechazados, no se han creado nuevas universidades y muchas de las becas que existían se han perdido por la desaparición de los programas de apoyo.

La gran promesa de brindar servicio médico al cien por ciento de la población mexicana también la refrendó este gobierno; pero en vez de avanzar en este sentido, existen serios retrocesos en el sistema de salud pública por desabasto de medicamentos, material y equipo, insuficiente personal, falta de presupuesto para las clínicas y centros médicos del sistema y por la reciente cancelación del seguro popular, creado en sexenios anteriores para fortalecer la atención a dicho sistema. De esta promesa presidencial incumplida trata nuestro reporte especial esta semana. Expertos en programas sociales, conocedores del tema y su situación en México y beneficiarios del programa de asistencia social Prospera manifiestan su posición claramente contraria a la acción ya consumada del cierre de este programa, unos argumentando con datos históricos y otros con experiencia propia, lo erróneo de la decisión del gobierno actual, que sin tomar en cuenta los resultados de estos programas, propone recomenzar, después de descalificar en forma absoluta todo lo experimentado durante varios lustros.

Hay ejemplos, entonces, suficientemente claros, para poder afirmar que en su campaña, el Presidente de la República ofreció soluciones que no eran realizables y, por lo tanto, objetivamente, demagógicas. 


Escrito por Redacción


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