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De héroes y villanos
Los agravios comenzaron desde el inicio del gobierno de la 4T, cuando se ordenó el desmantelamiento del Sistema de Salud; y miles de médicos y enfermeras contratados como personal de confianza fueron despedidos.
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Ésta no es una historia de ficción contada en la tribuna mañanera. Ésta es la historia cruda de quienes han visto la muerte a los ojos y han vivido para contarla. Es la historia de los médicos del país que, desde el primer frente de batalla, han tenido que lidiar con la pandemia. El juramento hipocrático que hicieron cuando empezaron a ejercer su profesión nunca ha estado tan vigente como ahora, ya que cuando resintieron el abandono de las autoridades políticas y sanitarias en su tarea cotidiana, además de la poca civilidad de la sociedad, atendieron a los enfermos contagiados con el peligroso virus. Su compromiso ético ha estado presente desde el primer momento de la pandemia; ya que desde entonces sabían que se expondrían a la muerte y la de sus seres queridos. Sin embargo, aún enfrentan con valor a la peste, pese a que es uno de los sectores profesionales más agraviados por el Presidente.

Los agravios comenzaron desde el inicio del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) cuando se ordenó el desmantelamiento del Sistema de Salud; y miles de médicos y enfermeras que estaban contratados como personal de confianza fueron despedidos; también cuando el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) empezó a cobrar los servicios médicos y las medicinas que antes eran gratuitas y el acceso al sistema de salud pública resultó ser imposible para los grupos sociales más vulnerables del país; cuando quedaron en el abandono los niños y las mujeres con cáncer, los pacientes de enfermedades crónicas y los de VIH-Sida, lo que ocurrió apenas poco después de que el Presidente había fanfarroneado que México tendría un sistema sanitario como el de Dinamarca. El segundo agravio del presidente se suscitó cuando afirmó que la profesión médica se había mercantilizado y que a los médicos ya no les interesaban los pacientes sino los cobros onerosos, ataque con el que puso en entredicho una de las profesiones más respetables y humanitarias.

En eso llegó la pandemia y el discurso del presidente y de los medios de comunicación vertieron ríos de miel y rosas para los médicos. En todos lados se escuchaban historias enternecedoras, en las que éstos y demás personal médico fueron elevados a la categoría de héroes. La televisión construyó miles de historias cursis que aderezaban con aplausos, arrojo de flores, cantos de mariachi y otras tantas tonterías; mientras el personal de hospitales y clínicas se enfrentaba solitario a la muerte y denunciaba la falta de equipos, materiales e insumos básicos para la higiene y la sanitización de sus centros de trabajo. Lo más sorprendente del sistema de salud mexicano es que pese a su déficit de 240 mil médicos ha logrado resistir a la pandemia, aunque se desconoce qué podrá hacer en los meses próximos con la llegada de la cuarta ola de contagios y con el arranque mezquino y criminal de un gobierno que todavía despide al personal de salud. El caso del gobernador priista de Oaxaca es representativo de este tipo de actitudes abyectas, ya que ha seguido el ejemplo del presidente con tal descaro, que aun a la más vieja meretriz romana le provocaría rubor y vergüenza; pues el muy truhan ha despedido a más dos mil 500 médicos con el silencio cómplice de los medios de comunicación que han silenciado ese hecho. Pero lo peor del caso es que esta medida está repitiéndose en otros estados. Así es como la 4T paga los servicios prestados a estos adalides de la nación mexicana. 

Y aunque, en 2020, Amnistía Internacional exaltaba “el hecho de que más de siete mil personas mueran mientras intentan salvar a otras es una crisis de una escala asombrosa”, lo cierto es que los trabajadores de la salud tienen derecho a realizar sus labores de manera segura, es decir, sin riesgo de contagio. Por ello, es un escándalo que tantos médicos y enfermeras estén pagando el “precio final” de la pésima gestión realizada por el gobierno de la 4T frente a la pandemia; ya que hasta julio del presente año se habían acumulado más de cuatro mil muertes en este sector. Pero no solo ellos han sido víctimas de la precarización del Sector Salud, ya que investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han exhibido que el 94 por ciento de los fallecidos por la pandemia son trabajadores, y la Universidad de California afirma que la mayoría de estas muertes pudieron evitarse.

Estamos ante un gobierno irresponsable que, en tres años, solo ha entregado agrios resultados y es culpable de la más injusta mortandad de nuestra historia. Así es como están las cosas y no queda más remedio que llamar al pueblo a la lucha, porque no solo son los médicos, sino todos los mexicanos los agraviados por estos villanos. El pueblo en pie de lucha es el único que puede detener tal canallada.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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