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Gran polémica ha causado, en los últimos días, el paro de los distribuidores de gas. El anuncio del Gobierno Federal, a principios de agosto, sobre la creación de la empresa estatal Gas Bienestar generó inconformidad entre los pequeños distribuidores (repartidores) de este combustible porque son el último eslabón de esta cadena comercial. La Secretaría de Energía (Sener), encabezada por Rocío Nahle, no reconoce la actividad individual de estos empresarios y afirma que solo hay cinco grandes empresas que acaparan el mercado global en la venta de gas.
Frente a estos hechos vale la pena recordar algunos principios económicos que pueden ayudarnos a entender el problema. En los cursos de microeconomía se estudian los niveles de competencia en el mercado, y en ellos se reconoce que ésta es fundamental para el desarrollo de la economía, que en nuestro caso es una economía capitalista neoliberal. Se dice que en el mercado “el mejor de los mundos posibles” es la llamada “competencia perfecta”, la cual se produce cuando los competidores son de tal tamaño que ninguno tiene la influencia necesaria para determinar el precio de mercado.
Para ello se establece la competencia, que por lo general tiende a reducir los precios, ya que cuando el mercado se concentra en una sola empresa, estamos ante monopolio. Hay monopolios que se denominan naturales porque no existe competencia alguna, y porque solo una empresa abastece el producto al menor costo o con mayor calidad que uno o varios competidores. En general, un monopolio es una empresa que actúa como única oferente y que acapara el mercado, aun habiendo competencia.
En México, por ejemplo, había una sola empresa de telefonía que ofrecía el servicio a nivel nacional, Telmex, que era estatal, en los años 90 fue comprada por Carlos Slim y se conformó un monopolio privado pese a que podía haber competencia. Sin embargo, con la reforma de telecomunicaciones se abrió el mercado, otras compañías ofrecieron el servicio y se redujeron significativamente los precios. El monopolio propicia la elevación de los precios por encima de su valor de mercado y con ello actualmente se adueña del excedente del consumidor. Por ello, el precio monopólico es alto; y para que el amable y paciente lector me entienda, cuando llega a un lugar donde nadie más puede ofrecerle un producto, normalmente el precio de éste es superior al de mercado.
Las empresas que tienen capacidad para comprar un producto y acapararlo, se llaman monopsonios, pues con el acaparamiento se encuentran en condiciones para obtener mayores ganancias porque elevan el precio por encima del costo de su compra.
Ahora bien, para ingresar al mercado de distribución de gas hay altas barreras, pues no es fácil importar y distribuir este combustible y es más difícil aun la obtención de permisos locales. Por eso, el mercado del gas en México está concentrado en solo cinco empresas, aunque su distribución en campo o individualizada, genera a veces una competencia perfecta, porque muchos de los repartidores son pequeños y solo poseen un camión o un par de camionetas. Sin embargo, este último eslabón de la cadena que genera la competencia y baja los precios no es reconocido por la Sener, a él responsabilizan por los precios altos, lo acusa de neoliberal, le pone enfrente una empresa estatal que no vende a precios bajos y, lo peor aun, le impone un precio máximo que no considera que el precio del gas está determinado por factores internacionales que en este momento lo tienen muy elevado y le incrementa sus costos de producción. Este hecho imposibilita a los pequeños distribuidores ajustarse al precio máximo porque si lo hacen pierden y no les resultan las cuentas. A esto se debe su protesta, pues los costos están por encima del precio máximo.
Pues bien, el gobierno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha distorsionado el mercado del gas con la creación de la empresa estatal; con la imposición del precio máximo; con la regulación y el no reconocimiento a los pequeños distribuidores; responsabilizando a las empresas distribuidoras de todo el problema y no mirar el comportamiento del precio internacional del gas. Estas actitudes evidencian nuevamente que Morena no sabe gobernar.
Me inclino más por el modelo chino que permite la apertura a la competencia, pero con la habilitación de controles de calidad para que no abusen de la gente, a diferencia de lo que ocurre en México donde el neoliberalismo sigue haciendo de las suyas y generando los conflictos que hoy estamos viviendo. Querer acaparar el mercado como Estado e impedir la inversión tanto en la CFE como en Petróleos Mexicanos (Pemex) representa una ocurrencia, más que tendrá como consecuencia que los impuestos ciudadanos sean destinados a pagar una empresa estatal de gas que vende más caro y que además no ofrece una sana competencia.
El pueblo mexicano debe ver, en esas ocurrencias, el error que cometió, si es que votó por Morena, pues este partido no sabe gobernar y está destruyendo al país con políticas de gobierno negativas, que en lugar de beneficiar a los mexicanos, los están perjudicando cada vez más. Este gobierno, como hemos dicho, es una fábrica de pobres y la elevación del precio del gas está subiendo la canasta básica y deteriorando el poder adquisitivo de los mexicanos. No ha bajado la gasolina, no ha disminuido el precio de la tortilla, no ha reducido el precio del gas; y la nueva reforma energética nos llevará al siglo pasado, pero con más pobreza, más violencia, hambre e ignorancia ¿Es eso lo que queremos?
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.