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Carlos Ehécatl Lázaro
¿Por qué China apoya el desarrollo del Sur Global? Parte 2
China es una potencia mundial diferente a las potencias tradicionales.


En la entrega anterior señalé que China es una potencia mundial diferente a las potencias tradicionales. No invade a otros países, no los coloniza, no interviene en sus asuntos internos y no cambia a sus gobiernos. No sólo no abusa de los países pobres y oprimidos del Sur Global, sino que les ofrece alternativas para su desarrollo. ¿Por qué China no establece su dominación sobre el Sur Global y en lugar de ello apoya su desarrollo? En la primera parte abordé el aspecto económico de la cuestión, es decir, por qué a China le conviene económicamente que los países del Sur Global se desarrollen. En esta segunda parte abordaré otro aspecto, el identitario, que no es menos importante para explicar las relaciones internacionales de China.

China tiene una doble identidad como país socialista y como país del Sur Global. La República Popular China no es sólo un país con tendencias socialistas, sino que en el artículo 1 de su constitución se define como “un Estado socialista bajo la dictadura democrática popular, dirigido por la clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina”, y señala que “está prohibido el sabotaje por parte de cualquier organización o individuo contra el sistema socialista”. El Partido Comunista de China, en sus estatutos, se define como “un destacamento de vanguardia de la clase obrera, el pueblo y la nación de China” y declara que “tiene como ideal supremo y objetivo final la materialización del comunismo”.

La identidad socialista de China tiene aparejado un compromiso contra las expresiones políticas del capitalismo en todo el mundo. En su constitución se señala expresamente que “China se opone consistentemente al imperialismo, al hegemonismo y al colonialismo, apoya a las naciones oprimidas y a los países en vías de desarrollo en su justa lucha por la conquista y la salvaguardia de la independencia nacional y por el fomento de su economía nacional”. Esta posición tan clara sobre el tema no es sólo una declaración formal, sino que ha tenido implicaciones directas en las relaciones de la República Popular China con el mundo. No es banal que en Tiananmen, desde 1950, se encuentren escritas dos frases gigantes: “Larga vida a la República Popular China” y “Larga vida a la gran unidad popular del mundo”.

En la época de Mao Zedong (1949-1976), China apoyó activamente la lucha de los países asiáticos y africanos por su liberación e impulsó de manera frontal la lucha contra el imperialismo estadounidense. En el periodo de Deng Xiaoping (a partir de 1978), el apoyo activo de China a los países del Sur Global y la lucha contra el imperialismo estadounidense disminuyeron notablemente, resultado de la “luna de miel” que hubo entre Estados Unidos y China, entre 1990 y 2012. En el periodo de Xi Jinping (desde 2012) ha habido un nuevo impulso a la lucha contra el imperialismo estadounidense, aunque de manera cuidadosa para no generar mayores conflictos de los necesarios con la potencia norteamericana. Un ejemplo de ello es la publicación de un documento oficial, en 2023, por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, titulado La hegemonía estadounidense y sus peligros, donde denuncia “la hegemonía de Estados Unidos en los ámbitos político, militar, económico, financiero, tecnológico y cultural y el peligro que representa para la paz, la estabilidad y el bienestar de los pueblos”.

Es verdad que la China de Xi Jinping no impulsa una revolución proletaria internacional, como en su tiempo lo hizo la Unión Soviética con la Tercera Internacional y después Mao, pero ello no se debe a que el Partido Comunista haya abandonado su concepción marxista, sino a que ha modificado su entendimiento sobre el socialismo como etapa histórica. En la época de Mao, el Partido entendía que el socialismo en China y el mundo era una etapa relativamente breve, entendido esto como el lapso de algunas décadas. Con más de la tercera parte de la humanidad viviendo con gobiernos socialistas, y con altas probabilidades de que nuevas revoluciones socialistas triunfaran en los países capitalistas, ese cálculo no parecía desligado de la realidad. Pero actualmente, el Partido Comunista de China entiende al socialismo como un periodo de larga duración, cuya etapa básica y primera (no se sabe de cuántas) estará completada hasta 2049. En esta nueva concepción, el Partido no apoya activamente a las fuerzas socialistas del mundo, pero confía en que el desarrollo del socialismo chino y las contradicciones del capitalismo a nivel mundial, y del estadounidense en primer lugar, terminarán por agotar a dicho sistema, dando origen a nuevos Estados socialistas.

Además de identificarse como país socialista, China también se identifica como país del Sur Global. Al considerarse como parte del Sur Global, China se presenta como un país que fue invadido militarmente por las potencias imperialistas, sometido y colonizado por ellas; asimismo, se percibe como un país en desarrollo, cuyos estándares de vida están lejos de los de los países desarrollados. China comparte estas características con la gran mayoría de los países latinoamericanos, africanos y asiáticos, y en ese sentido se asume como miembro natural del Sur Global. Los países del Sur Global comparten una misma identidad, aunque políticamente sus gobiernos sean tan diversos como Modi, en India; Xi, en China; Lula, en Brasil; y los monarcas de los países árabes.

Como parte del Sur Global, China impulsa la práctica de un verdadero multilateralismo, un orden multipolar igualitario y una globalización económica que incluya y beneficie a todos. También apoya la inclusión de más países del Sur Global en los BRICS+ y enarbola la bandera de la cooperación Sur-Sur, entendiendo que es la mejor manera de promover el desarrollo mutuo de los países pobres y oprimidos. Vale la pena subrayar que esto no es una mera formulación verbal o recursos retóricos de China para crearse una imagen amigable en el mundo, sino una convicción real del Partido Comunista. Y es que, efectivamente, aunque China actualmente sea una potencia mundial, es la única potencia de este tipo, en la historia, que ha sido previamente colonizada. Como Estado-Nación, Inglaterra, Estados Unidos y Rusia, nunca fueron colonizadas. China se siente más cerca de los países colonizados y subdesarrollados que de los colonizadores y desarrollados, y así actúa en el plano internacional.

La política exterior de China bajo Xi Jinping tiene la doble marca de ser socialista y del Sur Global. Por ello, la Comunidad de Futuro Compartido, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la Iniciativa de Desarrollo Global, la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Civilización Global están orientadas a superar la dinámica imperialista, a terminar con la opresión de los países pobres y a impulsar un desarrollo más equilibrado para toda la humanidad, no sólo para una pequeña parte, como ha sido hasta ahora.

Para resumir, puede decirse que China apoya el desarrollo de los países del Sur Global por razones económicas e identitarias. En términos económicos, China está convencida de que la única manera de continuar su propio desarrollo es subvertir por completo la división del mundo entre un pequeño grupo de países que concentra la riqueza y monopoliza la ciencia y tecnología avanzada, por un lado, y la gran mayoría de los países que carecen de ello y sólo ofrecen materias primas y fuerza de trabajo barata. China considera necesario acabar con esta dicotomía porque los países ricos se oponen activamente a su desarrollo. La etapa histórica en la que China se benefició de sus relaciones amistosas y estables con Estados Unidos ya se cerró y ahora el bloque imperialista ha emprendido una estrategia global para frenar a China. Por eso Beijing tiene claro que para seguir desarrollándose necesita impulsar el desarrollo de los países del Sur Global, quienes comparten sus mismas demandas.

China no está impulsando una estrategia imperialista de ningún tipo, ni militar, ni política, ni económica, ni abierta ni disfrazada. La lógica de su desarrollo económico y de su identidad de país socialista del Sur Global se oponen frontalmente a ello, como lo demuestra que desde 1979 China no haya estado involucrada en ninguna guerra. Los países del Sur Global debemos apoyar a esta nueva potencia mundial de nuevo tipo y, al mismo tiempo, apoyarnos en ella para nuestro propio desarrollo. La coyuntura actual nos lo permite y nos lo exige. 


Escrito por Ehécatl Lázaro

Columnista de politica nacional


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