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El director de cine chileno Pablo Larraín ha tenido una trayectoria en el cine, en la que destacadamente ha contado historias biográficas de mujeres famosas del Siglo XX; así, por ejemplo, en esos biopics logró transformar a Natalie Portman en Jacquelin Kennedy; a Kristen Stewart, en Lady Di. Y ahora, recientemente en 2024, a Angelina Jolie en María Callas. María Callas nos lleva a conocer, a través de la lente, los últimos días de la más grande cantante de ópera que conoció la sociedad del Siglo XX. A su vez, la obra de Larraín es una reflexión sobre los impulsos más hondos e íntimos que motivan a los genios artísticos. María Callas nació en Estados Unidos, de padres griegos que habían emigrado en la década de los años 20 del Siglo XX. Callas, sin embargo, regresó a Grecia, y ahí fue donde tuvo su formación musical. Podía cantar como soprano ligera, como soprano dramática e incluso podía interpretar a personajes que eran mezzosopranos. Su larga carrera le permitió irse creando una fama, no sólo por la versatilidad a la hora de interpretar sus personajes, los cuales iban desde el bel canto, pasando por el verismo y llegando a las obras operísticas de Wagner. Era, por tanto, muy amplio su registro vocal y eso le permitió, incluso, llegar a interpretar obras como contralto.
En la película María Callas vive sus últimos días en los años 70 en la ciudad de París. Lleva más de cuatro años sin presentarse en algún teatro o programa, solamente la acompañan dos criados: Bruna (Alba Rohrwacher), su ama de llaves, y su mayordomo Ferruccio (Pierfrancesco Favino). Ambos sirvientes son casi como su familia y conocen sus padecimientos físicos, sus disgustos y alegrías. Ferruccio se encarga de la salud de la diva de la ópera en su etapa de total decadencia. Al ver que lleva días sin probar alimento y que su salud se va deteriorando, Ferruccio llama a un médico de apellido Fontainbleu, ordena realizarle exámenes de sangre que revelan graves problemas en hígado y corazón. El médico le dice a María que si sigue cantando morirá pronto, a lo que María, indignada, responde que su vida es la ópera y acto seguido corre al médico.
La mayor parte de la cinta de Larraín discurre en forma de flashbacks. Un periodista llamado Madrax (Kodi Smit-McPhee) pide a María Callas revelar detalles de su vida; ella le va describiendo cómo se enamoró de Aristóteles Onassis (Haluk Bilginer) y describe sus encuentros con el magnate naviero, el presidente John F. Kennedy y su esposa, Jacquie Kennedy. María Callas murió en septiembre de 1977, pero sigue viva en el recuerdo de los que aman la música operística.
En una secuencia que describe el desprecio por el arte en el capitalismo, María le dice a Onassis que Frank Sinatra gana 10 veces más que ella. ¿Por qué los mejores artistas no reciben el mismo reconocimiento que otros inferiores en calidad, altura artística, conceptualización y grado de dificultad interpretativa? La respuesta es clara: en el capitalismo, el arte más elevado, el de mayor profundidad artística, no le sirve a la clase dominante, a la que no le interesa elevar espiritualmente a la humanidad. La música se usa para manipular, para enervar la mente de los seres humanos, para poder seguir explotando y oprimiendo a las masas.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA