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Las derechas se radicalizan al amparo de la pandemia
Así, el Covid-19 se convirtió en “arma secreta” de un sector que lucra y expolia en su nombre porque promueve políticas de odio y exclusión.
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Extremistas de derecha y sus élites secuestran el combate a la pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19) para proyectar sus objetivos ideológicos; con falacias en medios formales y redes sociales, propagan miedo, división y exacerban la tensión para ampliar la brecha entre gobiernos y sociedad. Así, el Covid-19 se convirtió en “arma secreta” de un sector que lucra y expolia en su nombre porque promueve políticas de odio y exclusión. Ésa es la naturaleza real del fascismo que prospera en condiciones creadas por el imperialismo y coopta a los perdedores del mismo sistema.

El virus, que causó una disrupción económica, social y política no vista en décadas, es bienvenido para los sectores reaccionarios más conservadores. Están secuestrando la tragedia para alimentar su espíritu individualista, ponderar la desigualdad, el machismo, la mano dura y el autoritarismo disfrazado de democracia: en síntesis, el sistema capitalista.

Para millones de personas que militan en grupos y partidos políticos de derecha y “centroderecha”, quienes defienden su ideología excluyente con expresiones salvajes, como la xenofobia, el ultranacionalismo, el supremacismo y el conservadurismo, la propagación del Covid-19 es la oportunidad deseada para impulsar su agenda de violencia y exclusión, advierte el analista Michael Colborne.

Además de exigir el exterminio de inmigrantes, negros, mexicanos, árabes o chinos, hoy esos sectores reaccionarios pugnan por no atender a los contagiados en hospitales, alientan campañas de descrédito y las agresiones físicas contra personal de salud, recolectores de basura y otros servicios públicos.

El abanico de estas organizaciones se renueva. A los neonazis se suman los aceleracionistas (que buscan la caída de la civilización), sobrevivencialistas (anticipan la sobrevivencia tras un colapso mundial) y los punitivistas (justifican la represión). Todos estos grupos son autoritarios.

Con la táctica de falsificar y circular documentos que simulan ser oficiales o reportes médicos, el sobrevivencialista neonazi Arktos multiplicó sus ediciones desde febrero de este año. Igual hacen evangelistas, el español VOX, grupos cristianos, neonazis o la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), la funesta aliada del partido mexicano Acción Nacional (PAN).

protesta

El miedo al contagio, la incapacidad del sistema de salud pública ante la veloz propagación del virus y la natural preocupación por la subsistencia durante el cierre económico, completan la estrategia de miedo en la comunicación. Anton Shekhovtsov, experto del Instituto de Graduados de Ginebra (IGG), ha señalado que “la pandemia no define, sino que acelera la trayectoria de la ultraderecha”.

EE. UU. capitaliza el mal

Estados Unidos (EE. UU.), la más importante sede del capitalismo corporativo, es ideal para propagar miedo y mentiras desde la derecha extrema. Un grupo de ésta crea la ilusión de que el trabajador de una bodega de Amazon tiene intereses en común con Jeff Bezos. Es un racismo institucional peligroso, pues se cruza con el clasismo blanco y opaca los derechos del proletariado.

El abanderado de las fuerzas más oscuras del racismo blanco, anglosajón y creyente religioso es el actual huésped de la Casa Blanca, Donald John Trump. Gradualmente pretendió culpar de la pandemia a inmigrantes, usó el Twitter para calificar como “extranjero” al virus y advirtió que la peor amenaza sería no cerrar las fronteras.

Esta postura aumentó su aceptación entre la derecha radical. Pero el fascismo en EE. UU.  es más profundo que Trump y el conservadurismo de los republicanos. Incluso políticos demócratas y jueces de la Suprema Corte han sido miembros del tenebroso Ku Klux Klan y Franklin Delano Roosevelt, el supuesto presidente más liberal de EE. UU., reubicó y encarceló en campos de concentración a 120 mil estadounidenses de ascendencia japonesa.

En años recientes, aumentó la cooptación de jóvenes blancos atraídos por la persuasión de la extrema derecha y los grupos fascistas. ¿Éstos son causa o consecuencia?, preguntó el geopolitólogo Roger D. Harris. Tal vez la respuesta se halle en las miles de personas que hacen compras de pánico, cuyas mentes están saturadas con discursos apocalípticos y conspirativos.

En este contexto, fueron Bill Gates y George Soros quienes “desarrollaron el virus con el Partido Comunista Chino”. Para el analista Jason Wilson, estos mensajes encubren el deseo de aprovechar la pandemia para lograr beneficio económico y reclutar a nuevos seguidores.

La respuesta tardía de Trump contra la crisis dejó sin información ni respuesta a los confusos estadounidenses. Ávidas por ganar corazones, mente, dinero y más espacio en los medios de comunicación, las derechas capitalizaron la potencia letal del Covid-19, acusó Alex Jones en The Guardian.

Para crear confusión y recibir ayuda de sus correligionarios, grupos de ultraderecha divulgaron una supuesta prueba positiva al Covid-19 del aspirante a la candidatura demócrata y exvicepresidente, Joe Biden.

Trump

Al avanzar la infección, el 27 de febrero, la candidata republicana al Congreso por la “República de California”, Joanne Wright, aseguró que China creó el coronavirus en un laboratorio. Y el líder evangélico de la Universidad Libertaria, Jerry Falwell, difundió la teoría de que el virus es un arma biológica de Norcorea. Por ello, la insurgencia de Bernie Sanders, que no es ni marxista ni revolucionario, sino heredero del New Deal, fue incapaz de desafiar al fascismo. 

Derecha fraudulenta

Hace más de 30 años resurgió la extrema derecha europea. El xenófobo Jean Marie Le Pen en Francia, los neo-nazis en la Alemania reunificada y los red necks en EE. UU. profundizaron su resentimiento y odio contra la exclusión que les impuso el capitalismo globalizador.

Hoy, cuando miles de millones intentan contener al nuevo coronavirus, las élites beneficiarias de las reformas estructurales y su ejército de reserva –extremistas de derecha y racistas– se proyectan como los defensores de las comunidades usando falsa información, precisó Jamie Doward en The Observer.

Esas fuerzas lograron convertirse en clase dominante y al confirmarse la letalidad del Covid-19, su propaganda y sus movilizaciones revivieron la noción de que el Estado debe fortalecer sus fronteras y que todos los peligros llegan del exterior.

Derechas o progresistas

En un comunicado, la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) censuró a las “dictaduras” de Cuba, Venezuela y Nicaragua por ordenar el confinamiento y la distancia social que restringen “indefinidamente” las libertades y los derechos básicos. El texto, del 23 de abril, indica que algunos gobiernos identificaron la oportunidad “para arrogarse un poder desmedido” y aumentar la opresión.

Acusa a los dirigentes de España y Argentina por acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto “la ciudadanía rechazaría”. Y afirma que en México, “arrecia la presión contra la empresa privada”.

Este ente, que integran Mario Vargas Llosa e “intelectuales” y “activistas liberales”, como Mauricio Macri, Ernesto Zedillo y Álvaro Uribe, advierte que en esta crisis resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo alejados de la democracia liberal y la economía de libre mercado.

La respuesta de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (RIAMDH) advierte que la FIL, “por enésima vez”, irrumpe con adjetivos ofensivos e irresponsables para increpar a gobiernos de inspiración humanista que, ante una gravísima pandemia, adoptan decisiones en beneficio de sus pueblos.

Critica la “obscena impunidad grotesca de sus sofismas” cuando los gobernantes asumen la inmensa tarea de reparar los desastres económicos y sociales que produjeron “los gobiernos que ustedes exaltan por dar rienda suelta al macabro darwinismo social de los mercados”.

Los llama “impúdicos voceros” de gobiernos reaccionarios, genocidas e infestados de corrupción sobre los que pesan miles de muertos. Y ante el “insoportable contenido y forma oportunista y carroñera con que opera su artillería de calumnias”, lanza un ¡Basta! y emplaza a la FIL a un debate público frontal y profundo sobre la combinación del Covid-19 y la profunda depresión económica actual.

Hasta ahora no hay respuesta.

Contra su pasado reproche, la pandemia brindó a la derecha corporativa, a los terratenientes, agro-industriales y extractivistas, la ocasión de exigir la intervención proteccionista del Estado. Hoy exigen ayudar a los empresarios y eliminar impuestos, explica el editor de Exploraciones de la Extrema Derecha, Anton Shekhovtsov.

Hay efectos más profundos. Los desacuerdos por el manejo de la crisis sanitaria contribuyeron al colapso de la coalición de gobierno en Kosovo y el periodo de transición por el Brexit se extendió más allá de 2020. Además, la suspensión del Acuerdo Schengen confirmó que la Unión Europea (UE) es un burocrático “tigre de papel”.

El parlamento húngaro introdujo un estado de emergencia sin límite de tiempo que permite al presidente derechista Viktor Orbán gobernar por decreto. De ahí que se le llame “fascista goulash”. La derecha es igual de rupestre en los supuestamente avanzados países del norte europeo.

frontera

 El movimiento de culto neonazi Resistencia Nórdica (RN) declaró que recibía bien la pandemia como un “paso necesario” que ayudará a crear el mundo que quiere ver. El líder de la rama sueca de RN, Simon Lindbert, declaró: El virus puede ser justo lo que necesitamos para traer un levantamiento nacional y fortalecer a las “fuerzas revolucionarias”.

El estudio de la agencia Zinc Network (ZN), que rastrea la desinformación y propaganda de las tendencias radicales, confirma la relación entre la extrema derecha en Reino Unido, la UE y EE. UU. Su objetivo es “utilizar la pandemia para captar la atención y el apoyo a sus demandas principales”.

Reino Unido es el tercer país con más decesos (28 mil) y más de 182 mil casos confirmados, la mayoría en zonas desfavorecidas (Newham, Brent y Hackney). Esta profunda desigualdad se ocultó por décadas, lamenta el centro humanista Barnardo’s y es ahí donde la derecha recluta a sus “soldados”.

La agencia ZN encontró evidencias de que, ahí, la derecha está usando la pandemia para promover una forma de fascismo. Como ejemplo, cita a los grupos Primero Bretaña, Caballeros Templarios Internacionales y al exlíder del Partido Nacionalista Británico (PNB), Nick Griffin, quien ha usado la crisis para distribuir despensas y fotos suyas en las redes sociales.

En plena crisis, la ultraderecha lanza mensajes apocalípticos que profundizan la incertidumbre. En sus volantes, el grupo inglés Falsa Rebelión de Extinción, proclama: “La Corona es la cura, los humanos la enfermedad”. Otros grupos prohíben la ayuda médica y llaman a “aprender de Jesucristo”.

La organización neonazi alemana La Derecha exigió sellar las fronteras a no europeos por varias semanas. El llamado El Tercer Camino afirmó que los políticos germanos explotan el virus como táctica distractora ante la “inundación” de refugiados y migrantes de Medio Oriente.

El movimiento derechista Azov, de Ucrania, sostiene que el coronavirus no ataca a los blancos y que las minorías étnicas en Italia son las “únicas culpables” de dispersar el virus. Para ellos, ésta es la oportunidad para escalar la tensión y abogar por la violencia.

Fascismo regional

En América Latina, la maquinaria ideológico-tecnológica le atribuyó sentido “social” a la derecha reaccionaria. En 1988, uno de sus precursores, el expresidente del Banco Central de Chile y asesor del régimen militar, Álvaro Bardón,  reprochó a la derecha, que se mostraba “pequeña, sin fuerza ni ganas” y que no le convencía el naciente neoliberalismo.

Aniquilar a los bolivarianos

Con el Covid-19, se agudizó la lucha que la oposición libra contra el gobierno bolivariano en Venezuela. Sin embargo, son tan exitosas las medidas sanitarias, económicas y legales del gobierno del presidente Nicolás Maduro para proteger a los ciudadanos, que ahora es el país de América Latina con menos infectados. Al tres de mayo, registraba 345 casos confirmados, 148 recuperados y 10 decesos.

Estos resultados se dan pese a las sanciones comerciales de EE. UU. y sus aliados, así como de los sabotajes internos. Y mientras la oposición instiga a cometer saqueos, Maduro reitera su petición de un “cese el fuego” y la negociación de un acuerdo humanitario que favorezca las labores médicas para frenar la pandemia.

Pero los sabotajes no cesan. El tres de mayo, el líder de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, informó que ocho personas fallecieron y al menos dos fueron detenidas tras un intento frustrado de invasión marítima. A su vez, Maduro negó que rechazara ayuda de EE. UU. y aseguró que si Trump envió dinero “a través de la oposición y de Guaidó, ¡lo robaron!”.

A tres décadas, esa “derecha social” detenta el poder político mundial y escenifica un proceso de fascistización con sus cuotas de terror y barbarie. Los beneficiarios entregaron la región a las trasnacionales, la condenaron al subdesarrollo, respaldados por la militarización, el paramilitarismo y la delincuencia organizada de cuello blanco.

El abanderado de ese fascismo burdo, y obsequioso con el imperialismo, es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien recibió con beneplácito a la pandemia. Así justifica su represión contra quienes no piensan como él; por ello despidió al Ministro de Salud.

El radicalismo se apuntala en Perú, cuyo presidente, Martín Vizcarra, se ostentó como liberal y ya exhibió su faceta autoritaria. Declaró un toque de queda por la pandemia que permitió abusos del ejército contra los sectores más vulnerables. El Frente Popular Agrícola Fia, de ideas bíblicas e incaicas, ya es la cuarta fuerza política en ese país, cita Jonathan Castro Cajahuanca.

Jeanine Añez, la autoproclamada presidenta de Bolivia tras el golpe que instigó EE. UU., fiel al dogma fascista de la discriminación genética, anunció que era tiempo de llevar fuera del gobierno y de la capital del país a los indígenas. En plena emergencia y vestido de policía, el ministro del Interior, Arturo Murillo, inauguró el “combate” cuando amenazó con aprisionar a los infractores.

Maduro

El día que decretó “estado de catástrofe” en Chile, el presidente Sebastián Piñera sacó a las calles a las fuerzas armadas, mientras un grupo de “desconocidos” vandalizaba el monumento de Baquedano en la Plaza Dignidad. Para la burguesía, este sector era un “terreno liberado a los chilenos que era imperioso reconquistar”, explica Juan Rubio González.

En Centroamérica aumenta la participación política de los conservadores y religiosos que ya actúan en la Organización de Estados Americanos. Los medios de prensa refrendan esa agresividad en una “estructura de desinformación mediática” contra países no gratos para ellos: Cuba, Nicaragua, Rusia, Venezuela, Irán, Siria, China y otros más, afirma el analista José R. Oro.  

Mapa neofascista

COLOMBIA. Se definieron días para que hombres o mujeres salgan del confinamiento. Sin embargo, personas transgénero denuncian agresiones de policías y grupos de derecha.

ITALIA. Con más de 200 mil casos y casi 30 mil muertos, vive la anarquía política e incertidumbre ciudadana. La oposición de centro derecha –liderada por Matteo Salvini–  y gobernadores de las zonas más castigadas por el virus (también las más ricas del país: Lombardía, Piamonte, Véneto) exigen “normalizar la emergencia”.

Urgen la reapertura de negocios para que retornen a sus puestos 4.5 millones de personas, pero se expondrían al rebrote infeccioso en parques y playas, la mayoría privadas. Para el escritor Roberto Saviano, la mafia aprovecha la inestabilidad y realiza actos para ganarse a las familias necesitadas.

ALEMANIA. Protesta contra el paro epidémico en 100 ciudades del poderoso sector turístico.

FRANCIA. El presidente Emmanuel Macron encargó a los alcaldes las medidas clave para la reapertura, mientras estallan disturbios en suburbios parisinos contra abusos de las autoridades en el confinamiento.

ESPAÑA. Presionado por la derecha, Pedro Sánchez intenta retrasar la reapertura y anuncia Plan de Transición de tres fases a partir del cuatro de mayo; a fin de mes abrirán cines y teatros.

AUSTRIA. Reinició actividades el 1° de mayo tras el confinamiento que inició a mitad de marzo. 

PALESTINA. La derecha sionista israelí hacina y bloquea a la población en Gaza y Cisjordania en una cuarentena sin agua ni alimentos. Netanyahu amaga con anexar parte de Cisjordania en dos meses.


Escrito por Nydia Egremy .

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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