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Reducido a su mínima expresión como instituto político justo cuando cumplió 90 años de existencia y padece un resquebrajo financiero tras la debacle en las elecciones del 1º de julio de 2018, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrenta una disyuntiva: convertirse en verdadera oposición o aliarse con la denominada Cuarta Transformación (4T) para no empequeñecerse aún más.
Dos posibilidades que se debaten en sus filas, pero ante los retos políticos más inmediatos –comicios estatales y federales de 2021– es la segunda opción la que parece predominar. En 2017, su padrón de militantes era de seis millones y hoy su número real –mucho menor– solo se conocerá cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) organice su elección interna para designar al nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
En lo financiero, su severo acotamiento fue determinado también por el resultado de la elección presidencial pasada, pues las prerrogativas que otorga el INE se aplican conforme a la votación de los partidos en la última elección federal. Por ello, los nueve millones 289 mil 853 votos que obtuvo en 2018 no se traducirán en la misma cantidad millonaria en pesos que recibió en 2012, cuando Enrique Peña Nieto captó 19 millones 158 mil 592 sufragios.
Aunado a esto, los diputados federales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) Tatiana Clouthier y Mario Delgado, el pasado cinco de marzo, presentaron una iniciativa de reforma a la legislación electoral para reducir en un 50 por ciento las prerrogativas económicas que el INE otorga a los partidos políticos.
Por ello, la estrategia nacional del PRI en los próximos años parece estar siendo diseñada con base en la búsqueda de acuerdos políticos con Morena y el propio presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a fin de darse tiempo para reestructurarse internamente con el apoyo de sus 12 gobernadores estatales (de 32), 45 diputados federales (de 500) y 14 senadores (de 128).
Las gubernaturas aún en poder de priistas son: Campeche, con Alejandro Moreno Cárdenas; Colima, con José Ignacio Peralta Sánchez; Coahuila, con Miguel Riquelme; Estado de México, con Alfredo del Mazo Maza; Guerrero, con Héctor Astudillo Flores; Hidalgo, con Omar Fayad; San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras López; Sonora, Claudia Pavlovich Arellano; Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel; Oaxaca, Alejandro Murat; Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez y Zacatecas, Alejandro Tello Cristerna.
A pesar del tamaño de su bancada, en el Congreso Federal el PRI desempeña un papel de “bisagra”, sobre todo en la votación de reformas constitucionales que requieren mayoría calificada –dos terceras partes del quórum– como ocurrió en el caso de la creación de la Guardia Nacional, en la que Morena tuvo necesidad de buscar el apoyo de los legisladores priistas.
En contraste, el PRI se manifestó en contra de la “revocación de mandato”, iniciativa de Morena para someter a consulta ciudadana, en las elecciones federales 2021, la pregunta a los electores de que, si AMLO debe continuar en el cargo, o no. Los priistas, al igual que los legisladores de otros partidos, la objetaron, porque dicha consulta valida una estrategia encubierta para la reelección de López Obrador.
Negociar o morir
La actual presidenta nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, dijo en conferencia de prensa el 13 de marzo: “(los priistas) hemos sabido ejercer el gobierno y aceptar las derrotas en las urnas. Nos mantenemos como oposición firme y crítica, pero constructiva, porque somos gente que está formada para servir al Estado Mexicano. Saldremos a la calle a convencer a la ciudadanía de que tenemos mucho futuro (…) los priistas estamos orgullosos de nuestra historia, porque nos asumimos como arquitectos del Estado mexicano, pero estamos renovándonos y construyendo una plataforma de futuro, en la ruta de seguir siendo una alternativa política”.
Tomás López González, dirigente de Democracia Social AVE, A.C., organización adherente del PRI, comentó que lo dicho por Ruiz Massieu refleja el tipo de oposición estratégica que su partido requiere para superar la coyuntura actual con base en la formulación de acuerdos políticos con otros partidos. Entrevistado por este semanario, López González sostuvo: “El PRI tiene que llegar a negociaciones con grupos de poder para mantenerse en el escenario. No puede ser plano; si lo hace se va a quedar estacionado; tendrá que negociar muchos puntos dentro de las Cámaras; pues en la que tenemos una mayor representación es en la de Diputados.
“El escenario político no lo construyen para nosotros. Si uno no construye el escenario político, se lo van a imponer a uno, y eso solamente lo puedes ir construyendo llegando a acuerdos con los grupos de poder en las diferentes instancias en las cuales se decide el tipo de país que estamos construyendo. El Revolucionario Institucional para el 2021(…) va a generar expectativas; quede quien quede como presidente del partido. Lógicamente que va a tener mayor capacidad de interactuar con el partido aquél que tenga esa dinámica para poder sacar al partido adelante, y tenga también la capacidad de llegar a acuerdos con los grupos de poder, dentro del PRI y fuera de él”.
Sin embargo, el tricolor enfrenta una dificultad al parecer insuperable: el no poder contrastar políticamente a Morena ni al presidente López Obrador porque aplican un modelo político priista que fue altamente popular en México entre 1970 y 1982. El 13 de marzo, en el discurso ya citado, la dirigente Ruiz Massieu, destacó: “Morena para nosotros representa una visión del país, del ejercicio público que dejamos atrás hace décadas. En el PRI queremos mirar hacia el futuro y encontrar las soluciones a los retos que tiene México, que son muchos, en el mundo de hoy, no en el mundo del pasado”.
Algo similar declaró, el cuatro de marzo, la expresidenta nacional priista, Dulce María Sauri Riancho, en entrevista radiofónica por el 90 aniversario del partido tricolor, en cuanto a que la inspiración de Morena, de la 4T y AMLO es una nostálgica atracción por el PRI de los años setenta. Sauri incluso dijo que las actitudes y los posicionamientos políticos de López Obrador y los dirigentes de Morena “son muy similares a los que imperaban en esa década”.
Atender a militancia
desde las bases
Aún antes de la elección del nuevo presidente del partido y la integración del CEN en este 2019, el nonagenario partido ha empezado a realizar algunos cambios orientados a su transformación interna. Uno de ellos se advierte incluso en la misma petición de que el INE organice su elección interna de agosto, ya su objetivo final es la ciudadanización y la descorporavitización del PRI.
La intención, dijeron algunos de sus militantes destacados, es volver a conectarlo con la población en calles, áreas rurales y plazas públicas. Al respecto, el senador Jorge Carlos Ramírez Marín precisó que el PRI necesita un dirigente nacional capaz de imprimirle prestigio al partido y ponerse a “trabajar al ras de piso, haciendo talacha, en las calles, con la gente”.
Por su parte, Liliana González Gómez, dirigente de la organización adherente priista Fraternidad de México, A.C., subrayó a este semanario: “Es algo complejo, yo como militante de 30 años, le puedo decir que es importante regresar a las bases; es importante dejar de ser una rémora de este nuevo gobierno; necesitamos mayor identidad, necesitamos congruencia, necesitamos políticos, no gente que sigan buscando cargos públicos, sino políticos en serio, que quieran el cambio, que quieran realmente insertar políticas públicas que ayuden a la población. Lo que debe hacer primero el PRI es volver a sus militantes y ocuparse de ellos”.
Por su parte, López González indicó a buzos: “El PRI seguirá siendo un partido que corresponda al sentir del pueblo, lo que con el paso del tiempo ha ido perdiendo, y esto es normal, porque es un partido que gobernó muchos años. Tiene algo que va con aceptar meterse a una dinámica de evolución acorde a las nuevas condiciones. El PRI debe ser un partido que tenga una personalidad política propia; pero eso solo se va a poder dar con base en la posición que tenga la misma institución, y de acuerdo a lo que nosotros le podamos infundir como militantes del mismo. El partido ya no puede partir de la base de que hay alguien que decide por los demás o decide que lo que debe hacerse en el partido. Cuando hablo de un partido con personalidad política propia estoy hablando de una corresponsabilidad de todos los miembros de la institución. Eso es lo que debemos asumir”.
La descorporativización del PRI consistiría en impulsar una ciudadanización más allá de sus organizaciones internas, algo que comenzó a suceder el 20 de noviembre de 2018, cuando el secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Carlos Aceves del Olmo, ratificó su militancia priista en lo individual, pero proclamó que a partir de ese momento sus agremiados quedaban en libertad de afiliarse y militar en el partido de su preferencia.
Aceves del Olmo indicó que la CTM modificó sus estatutos “para actualizarlos y modernizarlos” en relación con la Ley Federal del Trabajo (LFT). La reforma a esta legislación, impulsada por Morena en 2019, tiene precisamente el objetivo de facilitar la creación de sindicatos, garantizar la elección democrática de sus dirigentes y que los trabajadores queden en libertad de entrar al partido de su preferencia, rompiendo así con la afiliación grupal a un partido político.
Entrevistado por buzos, López González explicó que esa misma actitud se está reproduciendo en otras organizaciones adherentes al tricolor, entre ellas la suya, Social AVE A.C., a cuyos integrantes ha convocado a decidir y activar su militancia de manera individual.
Alianza PRI-Morena
El candidato a la presidencia nacional del tricolor, el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas –conocido como “Alito” por sus amigos y como “Amlito” por sus críticos o rivales– es la figura que mejor encarna la visión aliancista PRI-Morena (PriMor). Dentro de las filas del priismo se cuestiona su cercanía con el presidente AMLO.
Liliana González Gómez, dirigente de Fraternidad de México, A.C., adherente el PRI, declaró a esta revista: “Está muy mal visto que él se acerque al presidente López Obrador porque se supone que somos partidos independientes, ideologías diferentes; pero es muy claro: Morena no hubiera alcanzado el poder si no fuera bajo algún acuerdo que hayan tenido, porque el PRI no pierde”.
Agregó: “Dentro del partido nos dicen que somos de oposición, y que vamos a luchar por nuestro partido; y en las Cámaras (diputados y senadores) les basta una hora, hora y media para echar atrás lo que nuestros políticos vienen y nos dicen. No vamos más allá de lo que acaba de pasar con la ministra (Yasmín Esquivel Mossa, esposa del empresario y político morenista José María Rioboo), tuvieron que pedir un receso de media hora que se prolongó a hora y media, que resultó en un sí (el PRI la apoyó)”.
“Yo creo que Morena es el PRI viejo. Si nos damos cuenta, los políticos viejos del priismo están en Morena; estamos viendo las mismas prácticas. Aquí la situación es que quien pierde es la ciudadanía, porque realmente no se está trabajando en favor de ellos, se está trabajando en favor de grupos. Vemos que se dan cargos de cuates y de cuotas, pero nadie dice nada. Si lo hacía el PRI, era muy malo; López Obrador era el primero en gritar. Pero como ahora lo hacen ellos, resulta que está bien. Y no hay oposición, los partidos quedamos muy reducidos y Morena sigue haciendo lo que le viene en gana”, afirmó González Gómez.
La principal contraparte de “Amlito” en la contienda por la presidencia nacional es hasta ahora el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, quien aprovecha cuanto foro público se le presenta para denunciar un presunto pacto entre AMLO y el Grupo Atlacomulco, al que pertenece el expresidente Enrique Peña Nieto y el actual gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, éste último estaría promoviendo la transformación del PRI en sintonía con la 4T.
El plan denunciado por Ulises Ruiz se consolidaría con la llegada a la presidencia del CEN del PRI de Moreno Cárdenas, cercano a EPN y quien, según Ruiz, es apoyado tras bambalinas por la mayoría de los 12 gobernadores del PRI en funciones, entre ellos, el mexiquense Del Mazo y el exgobernador “verde” de Chiapas y ahora senador morenista, Manuel Velasco. El motivo: que los mandatarios priistas aseguren las transferencias monetarias que el gobierno de la 4T está manejando a través de los “superdelegados”.
La planilla de Moreno Cárdenas se completa con Carolina Viggiano, como aspirante a la Secretaria General del CEN, quien es esposa del diputado federal Rubén Moreira, uno de los tres legisladores priistas que el 15 de marzo, votaron a favor de la iniciativa de “revocación de mandato” impulsada por Morena, que fue rechazada por la mayoría de los 45 diputados priistas, quienes votaron en contra.
El 20 de febrero, Ulises Ruiz declaró a un medio de comunicación tijuanense que el propio Moreno Cárdenas pregonaba tener el respaldo del presidente AMLO: “Una gente muy cercana a mí, incluso le comentaba, ya tengo amarrado al PRI, lo pacté con AMLO. Se me hace burdo, nosotros estamos luchando para que no haya imposiciones dentro del PRI, imagínate que ahora nos imponga el PRI a López Obrador”, señala Ruiz.
En su opinión, el tricolor debe asumirse como un partido opositor, como lo hizo ante el primer gobierno panista encabezado por Vicente Fox Quezada (2000-2006) y luego ante Felipe Calderón (2006-2012), pero no rendirse a los pies de AMLO. En el periodo panista, según Ruiz, el priismo se lanzó a bloquear dentro y fuera del Congreso toda reforma emprendida por las administraciones panistas, de lo que se quejó en su momento el propio Fox.
Ante este escenario, el exmandatario de Oaxaca está exigiendo la expulsión de EPN del PRI, a quien señala como responsable de la debacle de su partido en 2018, como lo demostró –dijo– el análisis de la comisión partidaria que encabezó el año pasado para identificar las razones de la estrepitosa derrota de julio. Asimismo, expresó su rechazo a la integración de Peña Nieto como miembro del Consejo Político Nacional (CPN), aprobada el 27 de febrero en la sesión plenaria de este órgano interno.
Las demandas de Ruiz no han tenido eco. En dicha reunión del CPN, la actual presidenta, Claudia Ruiz Massieu, señaló que el objetivo era fortalecer al partido sumando distintas visiones. “Mantener unido a nuestro partido dando cabida a todas sus expresiones; convocar a un proceso de reflexión y debate sobre nuestro futuro con la militancia al centro; preparar y atender los procesos electorales locales de este año; y avanzar hacia un proceso de democracia interna”.
Ante ello, se bajaron de la contienda por la dirigencia nacional el exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, miembro del grupo político de EPN, y la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovoch, del círculo priista del exdirigente Manlio Fabio Beltrones. Pavlovich también rechazó la invitación del aspirante José Narro Robles, exsecretario de Salud en el gobierno de EPN y exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de incluirse en su planilla como secretaria general. La misma dirigente interina Ruiz Massieu rechazó competir y lo mismo hizo el actual secretario general, el jalisciense Arturo Zamora.
Entre Moreno Cárdenas, Ulises Ruiz y el exrector Narro Robles hay otros cuadros priistas que representan a grupos políticos “tradicionales” y que también han levantado la mano para competir por la presidencia nacional del PRI: la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, sobrina del fallecido exgobernador Víctor Cervera Pacheco; el potosino José Ramón Martell, con más de 40 años de militancia y la joven abogada veracruzana Lorena Piñón, exsecretaria general adjunta del PRI-Veracruz, quien en septiembre de 2018 tramitó un pasaporte para Elba Esther Gordillo, liberada recientemente.
En ellos existe también el objetivo de recuperar y reposicionar al PRI como fuerza política con identidad propia, pero coinciden en que el priismo debe apoyar a la 4T y a AMLO en las medidas que beneficien a la población, porque su partido es eminentemente “institucional” y siempre ha colaborado con el Estado.
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Escrito por Martín Morales