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Las espigadoras, cuadro al óleo del pintor frances Jean-François Millet.
Gente independiente es una novela del nobel islandés Halldór Laxness. Se trata de una poderosa crítica a la idealización de la vida campesina y sus rigores. Esto, con una mezcla de poesía medieval de Islandia y una descripción de paisajes naturales increíbles.
Para hacer un breve comentario de la obra, debemos atender a la ideología del autor, quien pasó de ser agnóstico a ser socialista después de haber emigrado en 1927 a Estados Unidos. Esto es importante puesto que podría decirse que su ideología socialista impregna las novelas que escribió entre 1930 y 1940, Gente independiente fue publicada en dos volúmenes entre 1934 y 1935, por lo que tiene influencia socialista.
A lo largo de todo el libro el lector puede reflexionar con profundidad sobre la verdadera independencia y libertad de un hombre. La vida rural y el pensamiento campesino cobran particular importancia, se revela el arraigado machismo y los problemas sociales que pueden cundir en las comunidades rurales. Incluso, no se limita al plano local o nacional, sino que también se cavila sobre la guerra y la crisis posterior a ella. Sin embargo, por cuestión de espacio solo hablaremos sobre la independencia, la idealización de la vida campesina y el paso de campesino a obrero.
La independencia
Las más de 600 páginas siguen la historia de un campesino de nombre Bjartur, quien después de haber trabajado 18 años para el alcalde de Raudsmyri y la poetisa, e Ingólfur Arnarson Jónsson, logra su independencia al adquirir un terreno, y, a lo largo de su vida seguirá luchando por ella, afirmándola con orgullo y obstinación a cada oportunidad; pero ¿qué es ser independiente? Para este islandés “un hombre siempre es independiente si la choza en la que vive es suya”. Lo escuchamos decir: “Las personas que no son independientes no son personas. Un hombre que no es su propio amo está en tan mala situación como un hombre sin un perro”.
En esta lucha por la independencia y la libertad, se enfrenta, en buen mexicano, con el diablo en el monte. A veces da la impresión de ser un gigante, un hombre nada fácil de vencer, consecuente con sus pensamientos. Hay una escena fascinante donde termina montado en un reno, en la que estuvo a punto de perder la vida primero a lomos del animal y después cuando éste lo avienta, a nada de morir congelado, pero su tenacidad lo mantiene vivo. Hasta ese momento la independencia es grande, pero al seguir su pensamiento y actuar, el lector va tomando el hilo que detrás de esa lucha terca por una aparente independencia se deja mucho más. Entonces nos encontramos frente a un hombre que le da todo el valor a la autosuficiencia, aunque tenga que dejar de lado las necesidades de su familia, las necesidades de las ovejas siempre serán más importantes, mantenerlas vivas durante el invierno es su más grande tarea.
Casi al final de la obra impacta el momento en que dice, “el pan de otros es la forma más virulenta de veneno que un hombre libre e independiente podría ingerir. El pan ajeno es lo único que puede despojarle de su independencia y de la única libertad verdadera”.
La idealización de la vida campesina
El personaje que jamás deja Laxness en esta historia es Bjartur, sin embargo, aparece un personaje que, desde mi perspectiva, aunque solo solo lo vemos en algunas ocasiones, es trascendental, y es la esposa del alcalde de Myri. Esta mujer es una poetisa que canta sobre las bellezas de la vida en el campo, cumple un papel importante en la comunidad, se podría decir que, de ideóloga y propagandista, ya que publica artículos y poemas en los periódicos, ofrece discursos, entre otras cosas. Según su pensamiento “Lo único que los habitantes del valle podían hacer para vivir perfectamente felices era levantarse una hora más temprano por la mañana y trabajar hasta una hora más tarde por la noche. Los ricos jamás son dichosos, decía, pero los pobres son felices casi sin excepción”. Más adelante también la escuchamos decir, “la verdadera égloga campestre no reside en la posesión de una casona, sino en la de una casita pequeña, poca tierra, un hogar pequeño.” Pero claro, por lo regular los ricos no predican con el ejemplo.
De campesinos a obreros
A lo largo de la novela, Bjartur se enfrenta a numerosas dificultades económicas y naturales, pero su determinación de no depender de nadie lo mantiene aferrado a su tierra, incluso cuando esta lucha parece infructuosa y devastadora para su familia. Sin embargo, en un giro inesperado, la obra también muestra cómo las fuerzas económicas y sociales conspiran para empujar a Bjartur hacia la dependencia y la miseria.
Karl Marx sostiene que el sistema capitalista tiende a concentrar la propiedad de la tierra y los medios de producción en manos de unos pocos, lo que inevitablemente lleva a la proletarización de los campesinos. Estos pequeños propietarios pierden su tierra y, sin otra fuente de sustento, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, convirtiéndose así en obreros. En un brochazo magistral de Laxness, al final de la obra podemos observar esto, campesinos que ahora se han convertido en obreros, obreros que se han dado cuenta de la explotación y que están realizando la primera huelga en Fjordur. ¿Qué ha pasado con la libertad y con la independencia?
Conclusión
Las leyes económicas que imperan en la sociedad son lo suficientemente poderosas para quebrar la voluntad de acero más resistente de cualquier persona. Un individuo por muy libre e independiente que se considere no puede enfrentarse solo a las leyes de la naturaleza y de la sociedad, y, más aún, cuando es una falsa independencia. La verdadera independencia y libertad solo podrá llegar cuando los individuos se unan y se organicen en pos de un objetivo en común, entonces podrán someter al sistema económico que ahora los aqueja y los despoja no solo de su choza, sino hasta de su familia y de todo rasgo de sensibilidad. Como bien señala Laxness “El trabajador solitario no escapará jamás a su eterna vida de pobreza. Continuará existiendo en la miseria mientras el hombre no sea el protector del hombre, sino su peor enemigo”.
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Escrito por Renata Aguilar
Colaboradora de El Informador Obrero