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Entrevista a Beatriz Pagés Rebollar
El PRI comenzó el proceso electoral para renovar su CEN inmerso en una inestabilidad interna
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Fotos: Víctor de la Cruz M. 

El PRI comenzó el proceso electoral para renovar su CEN inmerso en una inestabilidad interna nunca antes vista en su historia, frente a la cual sus más de 90 años de experiencia no le han servido para evitar la desbandada de militantes, rebatir acusaciones de corrupción y desviación entre los aspirantes a dirigirlo y contrarrestar las descalificaciones mediáticas que le llueven a montones desde otros partidos y grupos políticos.

Todo esto ha convertido al PRI en la víctima inerme de una tragedia nacional y posiblemente en la tumba de un orden constitucional que surgió de la Revolución Mexicana; hoy está siendo desmantelado por un nuevo régimen inexperto y ocurrente en administración pública, pero de confección autoritaria, que entre los priistas no ha hallado oposición a sus desmanes, aseguró la periodista y exmilitante priista Beatriz Pagés.

Pero además de no oponerse a la destrucción que el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) está realizando día a día contra los derechos constitucionales y las instituciones nacionales, la actual dirección priista ha permitido que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) le impongan a su próximo presidente del CEN.

Según la periodista, esta entrega total a AMLO es la prueba de la existencia de un pacto diseñado antes de la elección de julio de 2018.

buzos (b): Parece que el destino del PRI se ha perdido, que ha perdido su esencia como partido heredero de la Revolución.

Beatriz Pagés (BP): En este momento, en el sistema de partidos, el único partido que es producto de una Revolución, de un gran movimiento social armado, de una de las principales revoluciones no solamente latinoamericanas, sino del mundo, es el PRI, no hay otro. Esto lo convierte en un partido muy importante, con una carga histórica muy importante, con un compromiso con principios, ideales, plasmados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Esta Constitución que nos rige es producto de esa lucha armada que tuvo, entre otras consecuencias, el nacimiento de este partido, del PRI; un partido que tuvo la sabiduría de construir las más importantes instituciones nacionales. Cada institución vigente en este momento en México, sea en el tema de salud, el educativo, sea en el tema del campo o de la cultura, fue diseñada y construida por los gobiernos priistas. ¿Cuál era la misión? Construir instituciones y leyes que estuvieran al servicio de la justicia social, de las libertades, de los derechos humanos y de la democracia. Me preguntas si eso se perdió. Sí, se perdió, y yo creo que eso es la parte más delicada y más grave de la historia reciente del PRI y que eso explica, en gran medida, por qué se dieron las derrotas de la última parte del siglo XX, ya no se diga la derrota del 2018. Eso explica también por qué la gente, al abandonar el PRI sus compromisos, ideales y principios básicos, dejó de creer en él; por qué el electorado se alejó y por qué llegamos a un 2018 con un partido desfondado como nunca y como nunca prácticamente inexistente en el Congreso e la Unión y en la mayor parte de los congresos locales.

pagues

b.–¿Hay un asalto al PRI? ¿Se están inmiscuyendo otras fuerzas?

BP. Sí, sin duda. Es víctima de un doble delito. Por un lado se ha convertido en rehén de un grupo de priistas, de cúpulas, que evidentemente se apoderaron del PRI desde hace mucho tiempo, quienes han impuesto candidaturas, y que en el caso del proceso interno, que no es diferente a aquéllas, evidentemente quieren imponer a un candidato que es Alejandro Moreno. Pero también ha sido asaltado desde afuera. El PRI ha sido asaltado por la Presidencia de la República para influir en la vida interna del partido y también para contribuir a que Alejandro Moreno sea el presidente del PRI.

b.–¿Cuál es el interés de que sea Alejandro Moreno el presidente del PRI?

BP.– Seguramente Alejandro Moreno se ha prestado a ello. Los mismos contendientes, que están en el proceso interno, en su momento el doctor Narro, Ivonne Ortega, Ulises Ruiz, lo han denunciado. A ellos, Alejandro Moreno les dijo que no solamente contaba con una cantidad muy importante de millones de pesos para repartir a la militancia y de alguna manera obtener el voto, lo que ya te está hablando de inequidad. Pero no sabemos de dónde vienen esos recursos. ¿Son recursos públicos de Campeche? ¿Son recursos públicos federales? Él mismo, además de confesar que tiene estos recursos, confesó también que es con el que más simpatiza AMLO. Pero, además, en un contexto nacional muy delicado, desde el 1º de diciembre hemos estado viendo la actitud que ha asumido el PRI: ha sido una oposición silenciosa, ausente, complaciente e inexistente frente a todos los ataques que este gobierno ha realizado contra las instituciones, la Constitución y contra la división de poderes. No he escuchado en  ningún momento que el PRI proteste contra recortes presupuestales que tienen ya a millones de mexicanos en la calle; que dejaron sin guarderías y estancias infantiles a niños y a mujeres solteras; que tienen a los hospitales públicos en su peor momento; que han provocado desabasto de medicamentos; que tienen a las universidades en la miseria, sin apoyo a los científicos, sin apoyo a los académicos. Y ¿dónde está el PRI? Todo eso lo construyó él. ¿Y dónde está el PRI? Es un ataque a la democracia, a los derechos humanos, a las libertades, a la integridad del país, ¿y dónde está el PRI?

b.– ¿No se ve necesario formar este tipo de oposición dentro del PRI?

BP.– Cuando un PRI es cooptado por un grupo de militantes, y de militantes muy poderosos que han sido o que son gobernadores, que han sido Presidentes de la República o que son senadores o diputados con antecedentes como los de haber asumido cargos muy importantes de poder, que tienen poder político y que tienen poder económico, ante un grupo así, lo que diga el resto de la militancia sale sobrando. El control y las decisiones son tomadas por cinco o seis personas y el resto de la militancia queda al margen del destino del partido.

b.–¿Es el grupo Salinas?

BP.– Pues a lo mejor hay una coctelera, porque yo creo que hay una suma de grupos, cuando menos unos dos o tres, que seguramente está influyendo. Yo no le pondría una sola firma, a lo mejor dos o tres.

b.– ¿Quiénes?

BP.– Ahí está sin duda el expresidente Enrique Peña Nieto. Hay 11 gobernadores que, además, ya se reunieron y ya hay el acuerdo de que sea Alejandro Moreno el próximo presidente nacional del partido. En el Congreso también hay figuras muy señaladas que están influyendo. De tal manera que hay dos o tres grupos ahí que están tomando decisiones en ese sentido.

b.– ¿Son estos grupos, entre ellos el del expresidente Peña Nieto, los que le han abierto la puerta a AMLO para que se inmiscuya en los asuntos internos del partido?

BP.– Por supuesto. Solamente quienes dirigen una instancia, una institución, pueden abrir o cerrar la puerta. Si hubiera priistas leales, con coraje para enfrentarse a las arbitrariedades del poder en turno, tendrían que decir, como La Pasionaria, “aquí no pasarán”. Pero más bien aquí han tomado la decisión contraria: vamos a abrir la puerta para que pasen.

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b.– ¿Esto fue negociado entre el gobierno saliente de Peña Nieto y el entrante de López Obrador?

BP.- Sin duda. Fue un pacto; pacto del que se habló al ver el resultado electoral, pero que no se dio el 1º de julio (de 2018). Obviamente fue un pacto que comenzó a diseñarse desde antes. Tan es así que yo con frecuencia lo digo: todos sabíamos que Andrés Manuel López Obrador era el favorito de la elección, nadie pone en duda eso, pero yo digo que esto no fue un triunfo en el sentido más estricto de la palabra; esto fue una entrega del poder, porque el PRI decidió bajar los brazos y no hacer nada para, cuando menos, lograr que hubiera equilibrio en el Congreso, o cuando menos para apoyar a aquellos candidatos a diputados, senadores y a presidentes municipales que pudieran haber ganado para poder convertirse en contrapeso. No hubo nada; no hubo recursos para esos candidatos; se abandonó a esos candidatos. ¿Eso de qué te habla? Eso te habla simple y sencillamente de que ya había un acuerdo para dejar pasar a todo el ejército de Morena para que se quedara con todo o casi todo. El problema es que abrieron la puerta para entregar el poder no a cualquier proyecto de gobierno, porque ojalá le hubieran abierto la puerta a un proyecto democrático. No, le abrieron la puerta a un proyecto autoritario, más que autoritario, autocrático, donde hay una visión vertical y única de poder de un solo hombre que no está dispuesto a respetar, como hemos visto, nada: ni la Constitución, la división de poderes, la Corte, las libertades, ni a nada. Yo creo que aquí hay una responsabilidad histórica muy delicada.

b.– Si el PRI ya no representa una amenaza, ¿cuál sería el interés de López Obrador por infiltrarse en el partido?

BP.– Hay una cosa que se olvida, el PRI es el partido que más estructura tiene a nivel territorial. Entonces el presidente se quiere quedar con la CTM, con la CNC con la CNOP, porque se quiere quedar con todos esos sindicatos que, obviamente, representan una base social muy importante. Se apodera de la CTM y automáticamente del sindicalismo, del sindicato más importante de México; como consecuencia, se apodera del sindicato petrolero, del sindicato de los meseros y del sindicato de los ferrocarrileros. La tirada está muy bien pensada. ¿Y el PRI? Todo hace ver que se lo va a permitir desde que abrió la puerta y permitió que (AMLO) decidiera quién va a ser el próximo dirigente nacional.

b.– Y la gente, los sindicatos, ¿no tienen voz ni voto en esto?

BP.– Lo que pasa es que en el priismo hay una cultura política que, quizá por ser tan añeja, ha sido difícil desprenderse de ella, es una cultura de total y absoluta disciplina al mandato presidencial. No importa quién sea el Presidente de la República; no importa si es del PAN o de Morena, no, es la institución. Yo creo que hay algo en la mentalidad priista de pensar “no, si es el Presidente hay que decirle sí a todo”. A mí me gustaría ver a una CTM oponiéndose, resistiéndose, saliendo a las calles para decir que no. Y lo mismo a los otros organismos que forman parte del PRI. El sindicalismo mexicano está en su peor momento; está muy debilitado por lo mismo que por muchos años no se le permitió que tuviera una vida interna libre o independiente. Y, bueno, se convirtieron simple y sencillamente en comparsas de lo que iba marcando el partido.

b.– ¿Podrá sobrevivir el PRI?¿Le queda alguna esperanza?

BP.– Ojalá que el próximo dirigente nacional del PRI nos diera la sorpresa de convertirse en esa oposición que necesita México, con una agenda política, económica, social, que pudiera contraponerse a todas ocurrencias y a todas las arbitrariedades que en este momento está cometiendo el Gobierno Federal y también su partido político, Morena, porque entre éstos no hay conocimiento de cómo se debe gobernar, pues lo único que hay son simples destellos de ideas que no tienen el menor asidero ni la menor posibilidad de tener éxito. Lo ideal sería ver que el próximo dirigente del PRI asuma una posición de verdadero señalamiento y decir: esto no puede ir, nos oponemos a aquello, México debe ir por esta ruta, y que el PRI comenzara a lanzar una serie de líneas en materia energética, fiscal, educativa. Entonces la sociedad comenzaría a voltear nuevamente al PRI y pensar que frente a todas estas insensateces que se dicen en cada mañanera hay una voz sensata y cuerda que realmente está reflejando lo que la sociedad mexicana quiere en este momento.

b.– ¿Es posible eso luego de la carga negativa que trae tras de sí el PRI?

BP.– Pues por eso mismo, por esa carga, más obligación tiene, más obligación tendría de decir: “señores, punto y aparte. A partir de aquí el PRI está decidido a ser de otra manera. Por eso se necesitaba otro tipo de dirigencia”. 


Escrito por Adamina Márquez Díaz

Directora editorial de buzos. Egresada de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UNAM.


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