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En riesgo pacientes del IMSS por pésima atención médica
Una encuesta realizada en 2018 por el Inegi, reveló que el 94% de los encuestados aprobaban al IMSS. Hoy, miles de trabajadores se quejan de la institución por los malos tratos y del eterno tiempo de espera, entre otras.
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En 2018, la Encuesta Nacional de Confianza y Satisfacción para usuarios del Servicio de Urgencias del IMSS-Prospera —que proyectó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)— reveló que estas instituciones sanitarias tenían un nivel de confianza de 94 por ciento, cifra que los pacientes hoy ponen en duda por los pésimos servicios que actualmente brinda la delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Michoacán.

Al margen de la veracidad del estudio de opinión realizado por el Inegi hace tres años, la percepción actual de miles de trabajadores afiliados al IMSS es que en sus hospitales reciben malos tratos del personal médico y administrativo; que se les hace esperar mucho tiempo antes de recibir atención y la información, pocas veces brindada, es mala o nula.

Acompañado de su esposa, Felipe P., un agente de ventas de edad avanzada, acude puntualmente a las citas que le programa el Seguro Social; pero sus experiencias como paciente son malas, muchas y graves, porque tiene varios meses de ir y venir de un hospital a otro para que le hagan una cirugía en una hernia que le provoca dolores insoportables y a la fecha no “sabe cuándo y dónde será operado”.

“La atención en el Seguro Social para nosotros ha sido lenta. En la clínica 80 tardan mucho en atender aunque tenga uno cita. Cuando lo atendieron, le dijeron que necesitaba cirugía; le mandaron a hacer estudios y nos enviaron a la clínica 75, ubicada en Camelinas, donde lo iban a operar. Llegamos ahí, con los papeles; pero nos enviaron al Hospital General Regional 1, en el municipio de Charo. Vamos a Charo y de ahí nos regresan a Camelinas”, cuenta a buzos su esposa Martha Elba, quien con Felipe ha sufrido el calvario de la pésima atención médica que brinda el Estado.

“Hasta pareciera que se ponen de acuerdo para traernos dando vueltas”, menciona Felipe, quien revela que sus dolores son tan intensos que le provocan retortijones; y lo obligan a quedarse en cama, lo que le impide cumplir con su responsabilidad como sostén de su casa. “Tengo una hija en Estados Unidos y otra que vive en Morelia; pero ya están haciendo su vida con sus esposos. Aun así, mi esposa y yo tenemos gastos, y yo sin poder salir a vender; se complica; los ahorros se acaban, los gastos siguen y a mí no me han podido operar desde agosto”.

Para paliar su difícil situación económica, Martha Elba hace rompope que vende a conocidos; pero sus ganancias son mínimas, insuficientes para sufragar los gastos de su hogar. Los problemas financieros de ambos esposos se agudizaron en los últimos tres meses, cuando se complicaron los dolores que la hernia provoca a Felipe.

Los servicios de urgencia de hospitales y clínicas figuran entre los mejor evaluados en la Encuesta Nacional de Confianza y Satisfacción (ENCS) elaborada por el Inegi, que incluyó la pregunta “recomendaría” el servicio de urgencias del hospital o clínica al que regularmente acude”. Solo cuatro de cada 10 pacientes consultados opinaron que no recomendaban el servicio de urgencias de los nosocomios a los que recurrían habitualmente, porque los hacían esperar mucho tiempo; y tres de cada 10 porque el personal médico y administrativo les daba malos tratos.

Pero en Michoacán, ese estudio de opinión no coincide con la realidad. En la sala de urgencias de la clínica de Charo, el 100 por ciento de los pacientes se quejó por las demoras en la atención; entre el 70 y el 80 por ciento se quejó por la falta de especialistas, de laboratorio y equipos médicos para el diagnóstico de las enfermedades.

También denunciaron el frecuente aplazamiento o cambio de citas y de que el personal utiliza demasiado tiempo para almorzar, comer y cenar en sus horarios de trabajo, sin preocuparse de la lentitud con que atienden a los pacientes.

 

Treinta horas de espera

Adalith D., paciente de la clínica del IMSS en Charo, contó a buzos cómo fue que un accidente en su trabajo la llevó al servicio de urgencia; y que para que la atendiera un médico, tuvo que esperar 30 horas; en este lapso padeció mucho dolor y el personal jamás le administró siquiera un calmante.

“Soy obrera desde hace años; me resbalé estando en una de las fábricas, me lastimé el brazo derecho. Era la una de la tarde, me dijeron que me fuera a urgencias a Charo. Ahí voy en la combi tardando más de una hora en llegar; al ingresar había mucha gente. Sabía que iba a ser tardado, pero aun así esperé y tomaron mis datos. Atendían a los que venían muy graves, está bien; eso lo entiendo, pero seguí esperando, dieron las 10:00 de la noche, las 11:00, las 12:00, la una de la mañana, las dos de la mañana, ya casi para las tres de la mañana que me dicen: ‘señora, si gusta puede regresar después de las siete de la mañana para que un médico la atienda con cita o igual puede esperarse para ver a qué hora la atienden’”.

Pero llegaron las siete de la mañana del día siguiente y tampoco la atendieron. Fue después de 30 horas cuando pasó; le sacaron radiografías y le diagnosticaron un esguince de grado III. “Muerta de sueño y después de las doce del mediodía, regresé a la fábrica para llevar el diagnóstico y la incapacidad; medicamento no me dieron porque no había”.

El Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2021 asignó a Michoacán un gasto de 68 mil 661 millones 547 mil 701 pesos, monto inferior en siete mil 253 millones 357 mil 247 pesos, al que se le aprobó en 2020. Según datos del diario El Economista, la falta de medicamentos en las instituciones de salud del Gobierno Federal es consecuencia de una mala ejecución en el proceso de adjudicación.

Jesús de los Ríos, académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, sugirió al Gobierno Federal revisar lo que otras administraciones hicieron bien y aplicarlo con el propósito de mejorar la atención médica en el país.

 “Hago un llamado para que a esto se le dé la dimensión que se merece; no es el único problema que tenemos en México, en el que se está muriendo la gente por la falta de acción o inoperancia del gobierno o por la ya conocida por todos, falta y gran desabasto de medicamento. Se trata de que se garantice la vida y calidad de vida de los ciudadanos. Eso es lo que debemos de buscar y exigir”, agregó el académico.

Para Andrés Castañeda, doctor y coordinador de la Causa Salud y Bienestar, el desajuste que la adquisición y distribución de medicamentos en México se deben a la mala comunicación y los procesos a medias que realiza el Gobierno Federal:

“La problemática ha sido una mala planeación y ejecución en el proceso de adquisición, ése es el problema. Creemos que ahora, con esta nueva propuesta o plan B, se darán soluciones. Qué bueno, espero que así sea de aquí hasta la primera mitad de 2022. Pero lo que nos gustaría, quizá, es empezar a ver un programa de 2022 a 2024 o más adelante”, opinó.

El también médico advirtió que en este proyecto debe explicarse cómo se resolverá el problema de fondo, pues “si queremos que no haya corrupción y mejores precios, es necesario que haya comunicación asertiva y un modelo de compra que sea público y transparente”.

Sobre el gran desabasto de medicamentos, la enfermera Erandeni C., quien trabaja en una clínica del IMSS de Morelia, comentó a buzos: “es una problemática muy grande. Los pacientes llegan molestos y nos reclaman a nosotros o a otros trabajadores sobre la falta de medicamentos, cuando nosotros, todos, estamos en las mismas”.

Y añadió: “no es nuestra culpa este desabasto. Un día llegó una señora mucho muy molesta y me reclamó; como si mis compañeros y yo nos lleváramos las medicinas a nuestras casas. En verdad, nosotros no tenemos la culpa; nosotros debemos comprar nuestros medicamentos por fuera, porque no los hay aquí; y, hasta donde sé, ni mis compañeros los enfermeros ni los médicos ni los de la farmacia ni los que ayudan a hacer la limpieza ni los químicos ni los asistentes de los doctores ni los técnicos tenemos el medicamento faltante. Ésa es una problemática que viene desde arriba, desde el Presidente, y todo a consecuencia de los cambios que hizo, que no están funcionando y vienen de la mano con la disminución de recursos, modificaciones que se hicieron para la compra de medicinas a otros laboratorios y otras cosas que los medios no menciona y, si se menciona, no se hace tanto hincapié como en otras cosas. Pero, repito, nosotros no somos los culpables; sé que aquí se hace la solicitud de los medicamentos faltantes, pero es la Federación la que no nos da respuesta ni medicamentos”.

 

¿Solo 15 minutos de espera?

Los resultados de la Encuesta Nacional de Confianza y Satisfacción para usuarios del Servicio de Urgencia, reveló que, en la calificación de los mejores tiempos de espera en los servicios de urgencias de las delegaciones estatales del IMSS, figuran Michoacán, con un 90 por ciento; Zacatecas, con el 84 por ciento; y Chiapas, con el 78 por ciento. En el país, las urgencias mejor calificadas fueron las que tardaron menos de 15 minutos y esta marca idónea se reportó en el 75 por ciento de los servicios de urgencia.

Sin embargo, en Michoacán, las historias que se cuentan en las salas de los hospitales son muy distintas. “Tengo aproximadamente medio año con dolor en el hombro; acudí con mi médico familiar; al ver que el medicamento no me hacía nada, me mandó con el traumatólogo de Charo; él me dijo que no tenía nada y me envió a rehabilitación. Siento que ahí me lastimaron más; puesto que, a partir de eso, el movimiento de mi brazo se ha visto reducido bastante; además, el dolor por momentos es realmente insoportable”, narró a buzos uno de los inconformes.

Además, cuando este paciente exigió una mejor atención en la clínica, la dirección lo acusó de causar problemas en traumatología y le negaron una operación. “Llamaron problemas a mi defensa cuando yo solo busqué ayuda de manera jerárquica para que me dieran algo para el dolor o me atendiera otro médico, porque en verdad es insoportable lo que siento en mi brazo. Eso fue todo, sentí muy feo y me dio mucho coraje. Yo no estoy así porque quiera, pedí un cambio de médico”.

Historias como ésta se cuentan por miles entre los pacientes del IMSS. Entre éstos destaca la experiencia de María Fernanda Z., quien se embarazó y se vio en la necesidad de atenderse en el Seguro Social, donde pusieron en riesgo su vida y la de su bebé:

“Tengo 34 años, es mi primer bebé, tenía mucho dolor en el vientre y mi ginecóloga particular me mandó a reposo absoluto. En mi trabajo me dijeron que fuera al Seguro. Saqué mi carnet; y en la primera cita, la doctora, una médica general, dijo que no tenía nada, que mi embarazo era normal y que no estaba en peligro mi bebé. Me mandó a hacer un ultrasonido sin darme incapacidad y lo tuve que hacer por fuera porque no servía el aparato. Regresé a consulta con ella, teniendo dolor en el vientre y afirmó por segunda vez que no tenía nada y que todo marchaba bien”. María tuvo que buscar un médico particular para atender su embarazo.

En su origen, el IMSS solo brindó atención médica a los trabajadores; pero paulatinamente amplió su cobertura a los familiares de éstos, a la población más desprotegida de las zonas rurales y las comunidades indígenas del país, a través del programa IMSS-Prospera; y a todos los estudiantes de escuelas públicas de educación media superior y superior de forma totalmente gratuita, lo que ha servido para el bienestar y salud de muchos mexicanos.

Sin embargo, como puede observarse en Michoacán, los servicios médicos no son buenos y la vida y la salud de los pacientes está en riesgo.


Escrito por Laura Osornio

colaboradora


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