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En su informe de Indicadores de Ocupación y Empleo (IOE) entre mayo de 2021 y mayo de 2022, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) difundió cifras poco esperanzadoras sobre el panorama socioeconómico de México. Entre las cifras más sobresalientes destaca un aumento del 0.7 por ciento en la población ocupada (PO); que el 23.1 por ciento fue autoempleada (748 mil 310 más que en el año anterior) y que otros 141 mil 982 trabajadores “sumados” a la PO no están en nómina; por lo que sus ingresos pueden ser nulos o mínimos, ya que dependen de los de la unidad económica, en la que además cubren más de la tercera parte de la jornada laboral. Esto significa que en el último año aumentaron los empleos vulnerables, con salarios precarios y sin servicios médicos ni prestaciones sociales. Del total de la PO, 18 millones 751 mil personas apenas recibieron un salario mínimo (SM) y 18 millones 671 mil ganaron entre uno y dos SM, ingresos insuficientes para adquirir la canasta básica, cuyo costo es superior a dos SM. En palabras llanas, estas cifras revelan que los 37 millones 422 mil trabajadores viven en pobreza alimentaria.
El informe, emitido el pasado 28 de junio, aclara asimismo que 4.8 millones personas están subocupadas y que el 55.6 por ciento de la población económica activa (PEA) se halla en la informalidad laboral. Las principales implicaciones sociales del empleo informal son su inestabilidad, que las jornadas son demasiado largas, las condiciones de trabajo muy inseguras, que carecen de servicios médicos y sociales; y que, en la mayoría de los casos, los ingresos están por debajo de los del empleo formal. Además, la informalidad está asociada a la baja productividad laboral, lo que repercute negativamente en el crecimiento económico.
No está por demás puntualizar que en el modo de producción capitalista, el trabajo es la principal fuente de ingresos de las personas que no poseen medios de producción, quienes con sus salarios adquieren los alimentos y los enseres domésticos necesarios para él y su familia; y que por ello es indispensable resolver los graves problemas de empleo que hay en México. Negar al pueblo mexicano la capacidad de vender su fuerza de trabajo a cambio de siquiera un salario ínfimo es condenarlo a la pobreza alimentaria y a padecer otras carencias como la inaccesibilidad a servicios básicos como vivienda, salud y educación; y ya ni para qué plantear el darse la satisfacción de cubrir sus necesidades recreativas y espirituales. La carencia de empleo, además, niega al trabajador la posibilidad de realizarse como ser humano, lo condena a la inacción, le impide desarrollar las mínimas capacidades ya limitadas por el trabajo mecanizado que caracteriza al modo de producción capitalista; y lo corrompe, porque lo orilla a la delincuencia y a los vicios más bajos, donde termina deshumanizándose.
Si bien este panorama no es fruto único del gobierno en turno, lo cierto es que éste no ha tomado las medidas necesarias para revertir esta situación. Desde su inicio, la actual administración Federal evadió la creación de fuentes de empleo porque las redujo a la necesidad de producción nacional. En cambio, ha dado prioridad a megaproyectos que solo generan empleos temporales y baja productividad, también a sus programas de transferencia monetaria, que no resuelven los problemas de pobreza y desvían recursos del erario. En lugar de propiciar la creación de empleos dignos y bien remunerados para el pueblo, este gobierno se ha dedicado a “acciones de caridad” que arrebatan a sus beneficiarios todo rastro de dignidad humana, ya que sus condiciones materiales los obligan a venderse al mejor postor y a la esclavitud de sus necesidades. El pueblo de México debe tomar conciencia de que nadie más que él mismo velará por sus intereses; y que quienes ahora los mantienen en la miseria pretenden comprar su conciencia.
La agraviante pobreza y el desempleo se expanden y la riqueza se concentra en unas cuantas fortunas.
Más de 44 millones de estadounidenses pasaron hambre en el último año, entre ellos 1 de cada 5 niños, indica un informe del Departamento de Agricultura de los EE.UU.
Los tres países presentan el nivel más alto de desigualdad de ingresos y distribución de la riqueza.
"El caso de los pequeños productores de Morelos no han corrido con la misma suerte, la situación por la que atraviesan es verdaderamente crítica, nadie les da solución a su demanda y los han traído de una dependencia a otra".
Un nuevo informe del Coneval dio a conocer que el porcentaje de la población que obtuvo ingresos por debajo del costo de la canasta básica, alcanzó su mayor nivel al tercer trimestre del 2020, con el 46% de la población.
El informe resalta la desigualdad geográfica, misma que evidencia que las entidades del sur y centro-sur del país
México ya tiene dentro de su población a 130 millones de mexicanos, de ese total entre 80 o 100 millones sufren algún tipo de pobreza y miseri.
México está muy lejos de erradicar el hambre. El plan antiinflacionario de López Obrador genera más escasez. Además, la inflación no se puede controlar con decretos simplones, programas sociales o trasferencias monetarias.
Para los jóvenes, la informalidad es su principal fuente de trabajo, de aquí que seis de cada diez trabajadores en este rango de edad no tengan acceso a ninguna institución de salud pública.
En el 2004, se convirtió en una revista nacional y se trasladó a la Ciudad de México, un proyecto nacional editorial de análisis político de pensamiento libre, no atado al poder.
La ONG destacó que ningún programa social o de transferencias puede sustituir al trabajo en condiciones dignas como vía para la superación de la pobreza.
Con la promesa de superar las grandes desigualdades sociales que afectan a México, AMLO logró el voto de más de 30 millones de electores... sin embargo, hasta 2022, el número de mexicanos en pobreza extrema pasó de 8.7 a 9.1 millones.
Para los 10 millones que trabajan en microempresas, y muy probablemente también para los cuatro millones de las pequeñas, la Ley Federal del Trabajo (LFT) es letra muerta.
Ante las malas condiciones de trabajo y frente a los contratos, los órganos gubernamentales se han echado sobre ellos mediante el acoso fiscal, como si los bajos salarios que reciben pudieran mejorar sus condiciones de vida.
Un estudio reveló que entre 2002 y 2012, siete de cada 10 mexicanos cayeron en la pobreza por lo menos una vez.
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Denuncia Coordinadora Territorial del Pueblo de Mixquic acoso y violencia política
Escrito por Ollin Yoliztli
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