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Crisis
Crisis económica y crisis sanitaria. Eso es lo que estamos viviendo en nuestro país. Nada de suavizantes o palabras sedantes. El problema es real.
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Crisis económica y crisis sanitaria. Eso es lo que estamos viviendo en nuestro país. Nada de suavizantes o palabras sedantes. El problema es real, debemos reconocerlo y, al mismo tiempo, debemos saber cómo gestionarlas y cómo enfrentarlas, cómo disponer de recursos económicos y humanos para minimizar su impacto ante el agravamiento de esas crisis. Pero creo que el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) y el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no han sabido gestionar correctamente la pandemia ni la crisis económica. Veamos.

El Presidente ha dicho, en reiteradas ocasiones: “vamos bien”, “ya domamos la curva o la pandemia”, “ya viene la recuperación económica”, etc. ¿Es cierto? No. ¿Entonces? Una de dos: o el Presidente de la República, de extracción morenista, está diciéndole al pueblo lo que éste quiere oír y con ello dándole un “mejoralito” para manipularlo; o bien vive en otro planeta y no observa lo que en realidad está pasando con la gente. Pero como no creo esto último, solo queda por concluir que las estrategias del Presidente están basadas en un plan de comunicación tendiente a manipular a la opinión pública, a “endulzarle el oído”, denostar a los enemigos responsabilizándolos de todo lo que hoy sucede y, finalmente, distraer a la gente de los problemas de la salud y la economía, que son los que verdaderamente importan. 

El Gobierno Federal no ha sabido ni podido enfrentar la crisis de salud, razón por la que difunde indicadores sobre la pandemia del Covid-19 a modo, como es el caso del porcentaje de ocupación de camas en los hospitales, asunto que, recientemente, el periódico español El País abordó en el artículo Avanza la epidemia con 46, 820 contagios estimados en la última quincena. Este encabezado enuncia lo que realmente está ocurriendo en México. “¿Quién declaró que se veía luz al otro lado del túnel? El criterio de la ocupación hospitalaria, en el que el semáforo del desconfinamiento deposita el gran peso para medir la situación, se revela ahora como uno de los datos menos fiables, por varias razones: no se sabe si hay menos camas ocupadas porque está bajando el número de enfermos graves, o porque está aumentado el número de camas disponibles. Carecer de esa referencia es, de nuevo, diagnosticar a ciegas. Si, además, como afirma el gobierno, las muertes extrahospitalarias o certificadas sin pruebas concluyentes incrementarán la cifra real de fallecidos tres veces, el número de las plazas en los centros sanitarios resulta un criterio muy limitado para medir la magnitud de la enfermedad. Pero las condiciones sociales de la mitad de la población en México, muchos de cuyos ciudadanos se niegan a acudir al hospital, le ponen muy difícil la tarea al gobierno, que tiene las puertas abiertas también para ellos... son miles los que están muriendo en sus casas o los que llegan tarde a un hospital. Muy tarde. Entre los fallecidos por el Covid-19 en los hospitales, el 25 por ciento muere a los dos días de ingresar; cerca de la mitad a los seis días, y el 75 por ciento a una semana y media más o menos, según datos de Sebastián Garrido, experto en análisis estadístico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)”.[1]  Efectivamente, no es el mejor indicador, pero había que buscar una buena excusa para sacar a la gente a la calle para no apoyarla directamente con alimentos o con un ingreso mínimo vital. Si a esto agregamos el mensaje de no usar cubrebocas, hallamos la causa del ya casi medio millón de contagiados y más de 54 mil muertes.

Por otro lado, la economía está por los suelos y Morena tampoco ha sabido gestionar esta crisis. Los elementos de juicio para afirmar esto son varios. Hace algunas semanas, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, apoyado en datos del Banco de México (Banxico), reveló que del seis de abril al seis de marzo de 2020, habían salido del país “capitales por 183 mil 327 millones de pesos (mdp) de inversiones de extranjeros en bonos del gobierno mexicano.  Al seis de abril, la fecha más reciente de que se dispone, la tenencia de bonos en manos de inversionistas foráneos en el país se ubicó en un billón 987 mil 234 mdp, cifra significativamente menor a los dos billones 170 mil 561 mdp reportados el seis de marzo de 2020”[2]. Es decir, se están yendo los capitales que fortalecen la inversión y la generación de empleos, directos o indirectos, debido al estado de incertidumbre que las políticas de la 4T imponen en la economía nacional. En el primer trimestre, la inversión fija bruta –que da trabajo y genera ingresos– cayó el 9.3 por ciento; y en su comparativo anual del tres de mayo se redujo en 38.4 por ciento en términos reales respecto a 2019. Una caída brutal. Entre los grandes estragos causados por la pandemia del Covid-19 en la economía mexicana también destaca la pérdida de ingresos del sector público. En mayo, la recaudación fiscal registró una caída del 23.1 por ciento en términos reales respecto al mismo periodo de 2019, equivalente a 120.5 mil mdp”[3]. En el segundo trimestre, el Producto Interno Bruto (PIB) cayó el 18.9 por ciento. ¿El resultado? Se perdieron 1.1 millones de empleos formales, que se suman a los 12 millones trabajadores informales que han dejado de laborar en las calles debido al confinamiento general provocado por la pandemia; es decir, hay 70 millones de mexicanos que no tienen ingresos para adquirir la canasta básica alimentaria. Éstas y otras lindezas son las que el pueblo de México está sufriendo hoy. En resumen: una terrible crisis jamás antes vista que el actual gobierno, lejos de enfrentar con inteligencia y celeridad, omite para desviar los recursos del Gobierno Federal a los proyectos del Presidente como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el aeropuerto de Santa Lucía, que no son prioritarios para la nación, pero sí para los caprichos personales de Andrés Manuel López Obrador. La misma terquedad se advierte en la orden de quitar los 100 mil mdp asignados a los fideicomisos, pese a que la sociedad le advirtió tanto a él como a su partido que no deben desaparecer. Morena, pues, no sabe gobernar y está efectuando una “transformación” que más bien parece una “regresión” al pasado, la destrucción de México.

¿Eso merece el pueblo de México? No. ¿Qué hace falta? Lo que siempre hemos dicho: que el pueblo se decida a dar la lucha política por el poder con la organización social que representa su conciencia y sus intereses, es decir, el Movimiento Antorchista Nacional. Solo el poder verdaderamente en manos del pueblo de México logrará un cambio profundo. Un partido reformista como el de Morena, que encuentra en los efectos del modelo económico –es decir, en la corrupción– la causa de los males del país, no está a la altura de las necesidades de los desamparados de México; pues si bien es cierto que debe combatirse la corrupción, antes debe combatirse con energía la pobreza y ello solo se logra mediante la lucha contra el modelo económico para hacer de México una nación más fuerte, poderosa, equitativa, justa y democrática. Estamos sumergidos en una crisis y muy lejos de superarla, debido a los malos gobernantes de Morena. 

 

 


[1]1 https://elpais.com/mexico/2020-07-21/el-margen-de-ocupacion-hospitalaria-impide-visualizar-la-tragedia-de-la-covid-19-en-mexico.html

 

[2] https://www.mypress.mx/negocios/banxico-durante-marzo-2020-mexico-sufrio-fuga-capitales-extranjeros-7134

 

[3] https://www.infobae.com/america/mexico/2020/07/12/recaudacion-de-recursos-publicos-tuvo-caida-historica-en-mayo-hacienda/

 


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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