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Ya lo dijo Don Andrés Quintana Roo
El poeta y político yucateco fustiga a los advenedizos y oportunistas de entonces –y de ahora–, que teniendo como único fin saciar sus apetitos de poder y riqueza.
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A Cristóbal Pilar Reyes. Hasta siempre, camarada.

La historia de la literatura mexicana está ligada a las luchas económicas y sociales. Andrés Quintana Roo (Mérida, Yucatán, 30 de noviembre de 1787 – Ciudad de México, 15 de abril de 1851) no dudó en adherirse al movimiento insurgente desde el Grito de Dolores; su pluma combatiente prestó imprescindibles servicios a la causa de la Independencia de México desde la prensa anticolonial, con todos los peligros y la persecución política que ello implicaba. Testigos de su entrega a la lucha por la emancipación de la Nueva España son su poesía, su prosa y su vida misma, unida desde la juventud y hasta la muerte a Leona Vicario, heroína de la Guerra de Independencia.

Sobre la necesidad de que existan partidos políticos de oposición es un intachable artículo, de sorprendente actualidad en las circunstancias presentes, que hoy citamos, postergando la reseña de su obra en verso, tan encomiable que le ha ganado un sitio destacado en el repertorio de la poesía patriótica nacional.

“En todo país en que se quiera conservar la libertad política, debe haber un partido de oposición. Esto es lo que no entienden ni entenderán jamás esos parásitos de todo gobierno posible, esos arrendajos de cuantos gozan de algún mando, esos panegiristas de todo estado de cosas en que se les paga por un sueldo. Jamás podrán admitir semejante principio político aquellos que, teniendo vinculada su existencia en el favor que gozan con los que mandan, fundan sus esperanzas en el despotismo y arbitrariedad de sus amos, con que pueden pagar sus elogios y sumisiones. Cierto es que se mezclan pasiones en el partido que contrarresta a los que gobiernan, y que puede haber en el que los sostiene hombres dignos del mayor aprecio; mas para que se pueda estar honradamente con ellos, es menester que exista el partido contrario. Ponerse de parte de los que tienen el poder, es agregarse a participar de su presa; sostener a los que manejan las riendas del Estado, de modo que ejerzan un poder saludable, es contribuir al fin importante para que la nación los destina”.

Aunque sea pedirles demasiado, bien habrían de aprovechar el fragmento anterior los obsecuentes partidarios de Morena, que hoy festejan los ataques presidenciales a sus opositores y aprueban los denuestos y amenazas contra la vida y la libertad de quienes se atreven a alzar la voz para criticarlo, abonando al despotismo y a la arbitrariedad, en lugar de velar por un saludable ejercicio de la vigilancia ciudadana sobre los miembros de un gobierno que llegó al poder con las banderas de la democracia.

En torno al peligro que entraña criticar los errores del gobierno, apunta Quintana Roo: “es muy considerable en México, donde el despotismo ha echado tan profundas raíces que los que se dedican a contenerlo apenas encontrarán quién se lo agradezca. Pero nada es más necesario, en el día, que este espíritu de censura que purifica las medidas del gobierno, que hace estar alerta a los que mandan, que les obliga a emplear todo su cuidado y su esfuerzo en el cumplimiento de los encargos que la nación les hace”.

El poeta y político yucateco fustiga a los advenedizos y oportunistas de entonces –y de ahora–, que teniendo como único fin saciar sus apetitos de poder y riqueza, fingen un patriotismo y un amor a la nación que están muy lejos de sentir y cuya vileza se manifiesta en la persecución a que someten a todo el que se atreva a criticar las fallas de su gobierno: “Es ridículo, sin duda, ver a una multitud de hipócritas de patriotismo, de hombres para quienes la revolución ha sido una lotería, en que han ganado mucho sacrificando nada, afectar una delicadeza de amor patrio, que no sufre que al lado de los elogios se noten los defectos que hay en una administración, para que se enmienden en adelante”. Por el contrario, dice, es de patriotas y buenos mexicanos criticar a un gobierno tiránico y demagogo: “Véase por otra parte a los partícipes y sostenedores de nuestra gloriosa revolución, a los hombres que han tenido el cordel a la garganta por nuestros antiguos dominadores, a los que han perdido comodidades por seguirla, no perdonar ocasión de manifestar los defectos de la nación que tanto aman; porque saben que la nación no es culpable de tenerlos, y porque conocen que la agravian los que se los ocultan, privándola de que pueda corregirlosˮ.

Ideas políticas de hace 200 años que tienen plena vigencia en el momento actual, cuando un gobierno fallido ha decepcionado a quienes creyeron sinceramente que efectuaría un cambio: “No basta variar las formas de los gobiernos; todos ellos pueden degenerar en despóticos sin esta voz viva que haga valer las leyes que los limitan. ¡Feliz la nación donde se arraiga este espíritu de censura y de vigilancia sobre las acciones de los que gobiernan! Nada son las constituciones y las leyes, si él falta; y con él pueden ser felices hasta las más imperfectas. Solo el despotismo impone el silencio triste que suelen llamar tranquilidad sus defensores. Este silencio ha dado lugar a muchas desgracias en nuestra República”.


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


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