Considerada una de las cultivadoras del género de la poesía confesional, sus obras más conocidas son sus poemarios El coloso, Ariel y su novela semiautobiográfica La campana de cristal
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Nació el 24 de marzo de 1834 en Walthamstow, Reino Unido. Fue un activista socialista británico, asociado con el movimiento británico Arts and Crafts, uno de los principales promotores de la reactivación del arte textil tradicional, manteniendo, recuperando y mejorando los métodos de producción artesanales frente a la producción en cadena e industrial.
Desempeñó un importante y muy activo papel en la propaganda y difusión, mediante escritos, mítines y conferencias, del incipiente movimiento socialista británico. Su poesía es reconocida como precursora directa de la fantasía literaria moderna y está profundamente ligada a su faceta como diseñador, artesano, socialista y narrador.
En su obra en verso rechazó la fealdad, el materialismo y la alienación de la era industrial victoriana; una huida a mundos alternativos como una Edad Media mitificada. Buscaba recrear el medievo histórico como un “medievo de ensueño”, poblado de caballeros, doncellas, bosques encantados, castillos y tapices que cobran vida: un refugio estético donde la belleza y los ideales caballerescos priman sobre la realidad gris. Más tarde su poesía evolucionó junto con su pensamiento político en la década de 1880 y tomó un matiz de protesta social. Propone en el medievo un modelo de sociedad orgánica y comunal opuesta al capitalismo industrial.
Entre sus obras clave destacan The Defence of Guenevere and Other Poems (1858), una obra que da voz a la reina Ginebra, defiende su adulterio con Lanzarote presentando la moral como algo subjetivo; The Earthly Paradise (1868-1870), una vasta colección de 24 cuentos en verso, encuadrados en la narrativa de un grupo de nórdicos que huye de la Peste Negra en busca de la tierra de la eterna juventud hasta hallar una civilización griega decadente, estableciendo un consuelo frente a un mundo sin esperanza; y Poems by the Way (1891), una colección de poemas escritos durante su etapa socialista más activa, incluye baladas de protesta como The Message of the March Wind, donde explica la lucha de clases y hace un llamado a la revolución.
Pero, sabiendo que querrían escucharla,
echó hacia atrás sus húmedos cabellos.
La mano en su boca, rozando apenas su mejilla,
como si hubiera recibido allí un golpe vergonzoso.
Avergonzada de no sentir otra cosa que no fuera vergüenza
en su corazón, y sin embargo,
[sintiendo que sus mejillas ardían tanto.
Que debía tocarlas; y como un rengo
se alejó de Gawain, con su cabeza
aún erguida; y en sus mejillas ardientes.
Las lágrimas se secaron pronto;
[finalmente se detuvo y dijo:
Oh, Caballeros y Señores, parece tal vez tonto
hablar de cosas conocidas hoy pasadas y muertas.
¡Dios, que puedo decir, he actuado mal,
y ruego a todos el perdón de corazón!
Ya que vosotros debéis tener razón,
tan grandes Señores, así y todo...
Oíd, suponed que ha llegado la hora de vuestra muerte,
y estuvierais muy solos y muy débiles;
y estaríais muriendo mientras...
El viento está agitando la alameda, está agitando
la corriente del río que atraviesa
bien vuestras amplias tierras:
Imaginad que hubiera un silencio,
y que entonces alguien hablara.
Una de las telas es el cielo, y la otra el infierno,
elige para siempre un color, cualquiera de los dos,
yo no te lo diré, tú de algún modo tienes que decirlo.
¡Tú debes darte cuenta por tu propia fuerza
y por tu propio poderío!
Sí, sí, mi señor, y al abrir los ojos,
al pie de tu cama familiar verías...
Un gran ángel de Dios de pie, y con tales matices,
desconocidos en la Tierra, en sus grandes alas y manos
extendidos en dos direcciones
y la luz de los cielos ulteriores.
Mostrándolo bien, y haciendo que sus órdenes
parezcan además las órdenes de Dios,
sosteniendo con las manos las telas en dos varas;
Y una de esas extrañas telas era azul,
larga y ondulada, y la otra breve y roja;
ningún hombre podría decir cuál era la mejor de las dos.
Luego de una trémula media hora dirías
¡Dios me salve! el color del cielo es azul.
Y el ángel dice: Infierno.
Entonces tu te debatirías tal vez sobre tu lecho.
Y dirías a todos los buenos hombres que te quisieron:
¡Ah, Cristo! Si sólo hubiese sabido, sabido, sabido;
Lancelot se alejó, entonces pude entender,
Como los más sabios de los hombres,
cómo serían las cosas y lamentar,
y revolcarme y lastimarme y desear la muerte
y temerle al mismo tiempo,
por lo que habíamos sembrado.
Bella es ahora la primavera y la Tierra mira
con los ojos de un amante el rostro del Sol;
la luz se perpetúa y la esperanza abraza
los acres de verde que de a poco florecen.
¿Siempre seremos felices? Acércate y escucha:
dicen que allá abajo, cuando la Luna nueva se ponga
y el cielo de marzo se oscurezca, desde la cima del cerro
quizás veremos el resplandor de la gran ciudad.
¡Escucha el viento en las ramas de olmo!
Sopla desde Londres y del oro,
la esperanza y el desasosiego habla,
del poder que no puede; de la sabiduría que sabe
pero que de lo peor y lo mejor no enseña nada.
¡Escuchen! El viento de marzo habla de gentes,
de la vida que allá se vive, tan demacradas y lúgubres
que si entre ellos viviéramos
mi cariño vacilaría, tu belleza se oscurecería.
Los cantantes han cantado
y los constructores han construido,
los pintores han moldeado sus cuentos encantadores;
¿Para qué se ha dorado el libro del mundo, para quién,
cuando todo es para éstos,
excepto el negro de la noche?
Volvamos a la posada, mi amor, a las luces y al fuego,
a la antigua melodía del violinista,
a los pies que se arrastran;
pronto habrá allí reposo y deseo,
y será dulce la luz de la mañana.
Y mientras volvemos, mi amor, el viento sopla detrás,
llevando el último cuento que narra esta noche:
como la semilla invernal, escondida, imperecedera,
como el trigo sembrado en otoño
que reverdece bajo la nieve,
como el amor que nos abrumó, desprevenidos,
sin amar,
como el bebé que en tu vientre crece,
así florece la esperanza del pueblo.
¡Pero miren! La vieja posada, las luces, el fuego,
la antigua melodía del violinista,
los pies que se arrastran,
pronto habrá reposo y deseo,
y los ideales, transformados en hechos,
serán dulces a la luz de la mañana.
El amor es suficiente: aunque el mundo disminuya,
y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena,
aunque el cielo sea demasiado negro
para que los débiles ojos
perciban el rubor dorado
de las flores creciendo debajo,
aunque las colinas sean pilares de sombras,
y el mar una maravilla oscura,
y ese día dibuje un velo
sobre todos los hechos pasados,
sus manos no harán temblar,
sus pies no harán vacilar;
el vacío no agotará ni el miedo alterará
estos labios y estos ojos de amante y amado.
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Se trata de un extenso poema en el que la selva es el escenario en que los hombres apenas sobreviven ante la naturaleza hostil, humanizada y cruel.
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Escrito por Redacción