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Sin victoria EE. UU. prepara su salida de Afganistán
Ansioso por remodelar el Medio Oriente a su interés, el capitalismo imperialista buscó cooptar a Asia Central para saquear el petróleo de Irak, asfixiar a Irán, dominar Afganistán y dejar a Rusia sin aliados.
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Ansioso por remodelar el Medio Oriente a su interés, el capitalismo imperialista buscó cooptar a Asia Central para saquear el petróleo de Irak, asfixiar a Irán, dominar Afganistán y dejar a Rusia sin aliados. Solamente logró su objetivo en Bagdad, pues tras empantanarse 18 años en el país del lapislázuli, en 2013 Estados Unidos (EE. UU.) optó por negociar “en secreto” con los talibanes. Donald Trump admitió que ahí no habría victoria, criticó el alto costo de esa misión y ofreció salir de ahí, pero a punto de concretar el retiro de sus tropas, el magnate reviró pretextando una escalada de violencia. Pero Washington sabe que cada día que pase lo acercará a su humillante retiro de Afganistán.

A la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) la meta de EE. UU. fue ocupar el estratégico territorio de Afganistán. Una vez ahí, su ejército y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) accederían a una región donde confluyen potencias como India, Pakistán, China, Irán y Rusia. En su “guerra” contra el terrorismo implementó ahí una ocupación militar que dejó cientos de miles de muertos, una infraestructura devastada y una nación dividida en lo político y social. La polarización interna es de tal magnitud que la salida del ocupante imperial implica el riesgo de retorno a la guerra civil.

Este riesgo aumentó el pasado nueve de septiembre, cuando Trump dio por “muertas” las negociaciones con los talibanes, al reprobar los ataques que éstos hicieron cuatro días antes en Kabul y que dejaron como víctimas a civiles y a varios soldados estadounidenses. Sin embargo, el vocero de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Stéphane Dujarric, insistió en que la única solución al conflicto afgano es un proceso inclusivo de negociaciones.

Aludió al diálogo que, lejos de la mirada pública, mantuvieron estadounidenses y sus más impugnados adversarios: los talibanes. Los encuentros, que datan de 2013, se realizaron en Doha, Qatar, y a finales de agosto las partes concluyeron el borrador de un acuerdo para retirar en 135 días a cinco mil soldados de EE. UU. —de los 14 mil que aún quedan— más 11 mil contratistas privados. (Entre 2001 y 2010 llegó a tener 100 mil tropas).

¿Cómo lograron los talibanes negociar esa retirada? ¡Porque nunca perdieron el control del país y hoy dominan más de 56 por ciento del territorio de Afganistán! El 25 de julio, para ocultar esta humillación, Trump recurrió a su violenta retórica: amenazó con “matar a 10 millones de afganos en una semana para ganar una rápida victoria”.

En los jardines de la Casa Blanca, el magnate agregó, dirigiéndose al primer ministro de Pakistán, Imran Khan: “Sabes de qué hablo”. Y así es, pues desde 2001 decenas de miles de pakistaníes murieron por la “guerra contra el terror” que los halcones estadounidenses desataron en esa nación.

Para EE. UU., el de Afganistán es el conflicto internacional más largo en que se haya involucrado; donde más tropas ha desplegado (100 mil) y en el que han muerto más de dos mil 300 de sus soldados, sin que jamás haya alcanzado la victoria militar que buscaba. De ahí que Washington accediera a negociar un retiro “digno” con los talibanes.

Con el borrador en la mano, el representante de EE. UU., Zalmay Khalilzad, lo entregó al presidente afgano, Ashraf Ghani, pues su gobierno no participó en el diálogo. “Examinaremos el documento”, ofreció la casa presidencial sin precisar detalles.

Solo restaba el encuentro entre Trump y los talibanes en Camp David, pero el ocho de septiembre, el presidente la canceló vía Twitter. Sorprendido, el vocero de los talibanes, Suhall Shaheen, consideró que plantea dudas sobre la credibilidad de EE. UU. Ese retraso posterga el repliegue de tropas estadounidenses y aumenta el riesgo de más violencia en aquel país.

Antiguo asedio contra Afganistán

Afganistán siempre estuvo en la mira de las potencias en turno. Su posición geopolítica lo convirtió en teatro de guerras y fricciones de gran impacto estratégico. En 1842, en plena expansión colonial, la reina Victoria de Inglaterra se sorprendió al saber que 16 mil soldados británicos, todo su Ejército apostado en Afganistán, había sido vencido por milicias afganas. Aunque luego la situación se definió a favor de la corona inglesa, el triunfo de unos montañeses era impensable.

Glosario

TALIBÁN. Estudiante, en árabe. Esta organización se formó en escuelas religiosas musulmanas a mediados de los años 90 para resistir a la ocupación militar occidental.

LAPISLÁZULI. Del árabe lâzaward Badakhstan. Piedra preciosa que genera ingresos anuales de hasta 20 millones de dólares. Los traficantes y las tropas de ocupación la venden a mineras y joyeras trasnacionales.

MUJAIDÍN. En un contexto islámico designa a la persona que hace la Yihad (que lucha por su fe). EE. UU. armó esta resistencia con 35 mil refuerzos extranjeros reclutados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para combatir a los soviéticos. El más famoso fue Osama bin Laden.

Idéntica insolencia animó a EE. UU. al armar a los mujaidines contra la presencia soviética y así se incorporó al país en esa escena de la Guerra Fría. La arrogancia de los estrategas neoconservadores los llevó a emprender, en 2001, su ominosa operación Tormenta Duradera.

Años después, en su campaña, Donald Trump sostuvo que esa decisión de sus dos antecesores (George Walker Bush y Barack Obama) fue “un desastre total” porque al erario de EE. UU. cuesta 45 mil millones de dólares anuales.

Pero hoy, además de humillado por sus fallidas incursiones en Irak, Libia y Siria, EE. UU. no ha ganado nada en Afganistán, salvo deteriorar su relación con Pakistán, Irán y Rusia. A ello se suma la ingobernabilidad y corrupción de los gobiernos proestadounidenses, que han contribuido al interés de Washington por abrir una vía de diálogo con los talibanes.

Terror en el país del lapislázuli

Es el conflicto más mortal del mundo, donde los patrones de violencia han cambiado. La mayoría de las víctimas y los heridos son afganos civiles, agentes de policía, soldados y combatientes talibanes. El 11-S dio a Afganistán un gran protagonismo. Occidente ofreció:

DESTRUIR LA DEPENDENCIA ECONÓMICA DE LA PRODUCCIÓN Y TRÁFICO DE OPIO.

Hoy florece ese tráfico bajo la mirada de más de 130 mil tropas ocupantes y más de mil 500 millones de dólares gastados. Para el experto David Mansfiel todo fue una simulación de EE. UU. para corromper a la sociedad civil afgana.

DESARROLLAR A LA SOCIEDAD CIVIL AFGANA CON RESPETO A SUS TRADICIONES Y PROTEGER LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.

La ocupación no reflejó una mejora en la condición de vida de los afganos; tampoco alivió el abuso contra las mujeres. Se militarizó toda contribución internacional sin satisfacer las necesidades de los pobladores. Aunque Occidente ha vetado las estadísticas, la ONU estima en 150 mil los muertos. Solo en 2018 murieron 32 mil civiles.

CONTROLAR AL PAÍS.

Tras dos décadas de ocupación, las fuerzas lideradas por Washington no lograron controlar ese país (apenas Kabul), ni imponer una estrategia. EE.UU. no transparenta las acciones de las tropas extranjeras ni atiende las críticas al respecto. Legitimó y avaló la impunidad de personas que debían ser juzgadas. Parte de la violencia e inseguridad se atribuyen a la intervención foránea. La OTAN-ISAF avaló la ilegítima operación Libertad Duradera

DESTRUIR AL TALIBÁN.

Este adversario mantuvo su control territorial y reveló su músculo.

Fuentes: Informe Alianza de Barbaridades del Centro de Estudios para la Paz J.M. Delàs de Justicia i Pau, Barcelona y Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

Ruta de la ocupación

1978-1979.         Asume el Partido Democrático Popular (PDP) de izquierda. Cae por golpe de Estado Hafizullah Amin, al que apoya EE. UU. para involucrar a la URSS, que da asistencia militar al PDP.

1986-90.              Acuerdo de Paz entre la URSS, EE. UU., Afganistán y Pakistán.

1991-1995.         La CIA obtiene fondos para su guerra encubierta con la venta de opio afgano. Obtuvo al menos tres mil millones de dólares del tráfico ilegal desde 1979 (1).

1992-1996           . Cae el gobierno de Muhammad Najibulah. Osama bin Laden retorna a Afganistán con ayuda de EE. UU. y sus mujaidines toman el poder.

1996-2001.         Los talibanes –adversarios de Occidente– capturan Kabul y controlan la mayor parte del país e imponen la sharía (ortodoxia islámica). Desarman a los “señores de la guerra”. Occidente atiza la guerra civil.

2001-2002.         El Consejo de Seguridad (CS) de la ONU autoriza que la coalición internacional persiga a la red terrorista que atacó a EE. UU. Nunca se consigue el objetivo. Resolución 1333 del CS sanciona a los talibanes por destruir los Budas de Bamiyan. EE. UU. lidera la operación Libertad Duradera. Gobierno interino de Hamid Karzai. La ONU crea una fuerza para la Seguridad en Afganistán (ISAF). Acuerdos de Bonn para restablecer autogobierno afgano.

2003-2007.         La OTAN asume tareas de ISAF con ofensivas Medusa y Aquiles. Se reelige Karzai.

2009.    Barack Obama envía 30 mil efectivos que se suman a los 100 mil que ya hay sobre el terreno. Se afirma que hay un millón de muertos y millones de desplazados.

Abril 2018.          Ashraf Ghani obtiene la presidencia.

31 Ago. 2019.    Una muestra de fuerza talibán que dura 24 horas intenta controlar la ciudad de Kunduz sin lograrlo. Mueren al menos 80 personas.

1 Sep. Concluye novena ronda de negociaciones EE. UU.-Talibanes.

5 Sep. Ataque con bomba en Shashdarak, al este de Kabul, contra las oficinas y el cuartel del principal servicio de inteligencia afgano.

Fuente: EFE, Reuters, Qué hace Occidente en Afganistán, J. Manuel de Faramiñán y J. Pardo de Santayana, Ministerio de Defensa de España, 2017.

Desde Qatar, el vocero talibán, Suhall Shaheen, confirmó el espíritu del Acuerdo: “Aseguramos a nuestra nación Muyaihid y musulmana que estamos por terminar la ocupación y llegar a una solución pacífica a la guerra de Afganistán”. A ello seguirán consultas para resolver “problemas técnicos” entre los equipos.

El acuerdo propone reducir la violencia y abrir la negociación intra-afgana (gobierno-talibanes) para negociar una paz honorable y sostenible. En síntesis, un Afganistán unido y soberano “que no amenace a EE. UU., a sus aliados y a ningún otro país”, según Khalilzad, el representante especial de Trump.

Aunque prospere, ese pacto no significa que la paz llegue, pese a que allanaría el camino para un acuerdo permanente que concluya con casi dos décadas de guerra. La medida clave es la retirada de EE. UU. y la Coalición Internacional que esta nación lidera.

Entre los opositores se encuentra la senadora republicana Lindsay O. Graham, quien rechazó ese retiro “precipitado”, y advirtió: “Debemos estar claros, EE. UU. nunca subcontratará su seguridad nacional a nadie, menos a los talibanes”. Para el excomandante de la Fuerza Aérea afgana, general Atigullah Amarkhil, es un acuerdo “inestable y deficiente” porque no participaron ni el gobierno afgano ni la comunidad internacional.

Entre los optimistas figura el analista Fareed Zakaria que escribió en The Washington Post que ese acuerdo “tiene el potencial para llevar estabilidad a Afganistán, luego de una guerra inconclusa de 18 años. De no lograrse, forzará a EE. UU. a volver al campo de batalla a gran costo”.

Safiullah Mullakhil, del Centro Rana Research, sostiene que “en Afganistán todos están cansados de la guerra y saben que el conflicto no tiene solución militar. Deseamos que el acuerdo abra la puerta a la paz”.  Afirma que los talibanes de hoy no son los mismos que en los 90. “Hoy se conectan al mundo, usan Internet, teléfonos inteligentes, reconocen la educación para mujeres, disfrutan de la libertad de expresión y conocen la importancia de un gobierno democrático”. De ahí que opten por la paz.

Dinero, fraude y ocupación

2014: EE. UU. gastó en el conflicto 841 mil millones de dólares (Centro de Estudios Internacionales Estratégicos).

2015: El gasto total en las guerras de Irak, Afganistán y Pakistán fue de cinco mil millones de dólares –casi dos billones a Afganistán – (Proyecto Costo de Guerras de la Universidad Brown).

2018: Estancia de EE. UU. en Afganistán costó 45 mil millones de dólares (cinco mil millones para las fuerzas afganas, 13 mil millones para las tropas estadounidenses. El resto es apoyo logístico y apenas 780 millones para ayuda económica del país (Pentágono).

2018: Tras el 11-S (11 de septiembre, Atentado contra las Torres Gemelas, etc.) EE. UU. gastó 5.9 billones de dólares en “Operaciones de contingencia exterior”. (Instituto Watson de Asuntos Internacionales).

OTRAS FUGAS ECONÓMICAS

2010-2012: EE. UU. desplegó 100 mil soldados y su manutención sobrepasó los 100 mil millones de dólares.

2013. El Ejército de EE. UU. pierde equipos militares valuados en 420 millones de dólares. Son 15 mil 600 piezas: sistemas de armas sensibles, dispositivos de encriptación y vehículos.

Fuentes: ¿Quién es Osama Abén Laden? Michel Chossudovsky. Oficina general de contabilidad de EE. UU., Agencia RT.

La posibilidad de plena gobernabilidad en Afganistán es bienvenida en la región. Irán saludaría una posible retirada de las tropas estadounidenses, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohamad Yavad Zarif y agregó que Teherán se alegrará si los talibanes se suman al gobierno afgano. Por su parte, China y Pakistán han saludado un pacto definitivo entre Washington y el talibán.

Finalmente, es infundado el temor de que regrese la guerra civil, pues EE. UU. mantendrá ocho mil 600 soldados en Afganistán, fuerza que no quiere el talibán, pues quiere la salida de todas las fuerzas extranjeras. Los analistas estiman que el gran error de Occidente fue lanzar una guerra abierta y clásica contra supuestos terroristas afincados en un país con gobierno impuesto desde el exterior, que carece de coordinación policial y de inteligencia.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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