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El voto del pueblo y para el pueblo está muy lejos de cumplirse, porque los ciudadanos no son quienes designan a los candidatos, sino los dirigentes de los partidos, y porque éstos carecen de instancias democráticas. La partidocracia mexicana está hecha con base en este modelo desde los grandes cataclismos históricos, llámense Independencia, Reforma o Revolución de 1910, cuando emergió la clase caciquil que impone candidatos y funcionarios públicos tanto en los pueblos del México rural como en las populosas metrópolis. Esta clase social, dueña del poder económico y político, influye en los “partidos” y designa presidentes municipales, diputados locales y federales, senadores, gobernadores estatales y presidentes de la República, aun cuando sean propuestos por partidos políticos y electos con el voto del pueblo. Una clase social que está integrada con las familias tradicionales que no únicamente controlan los poderes fáctico y público sino que, además, manipulan las dos caras de la misma moneda simulándose rivales u opuestos, aunque en “lo oscurito” son indisolubles, indivisibles y no existe el uno sin el otro.
A esta clase caciquil –tanto la rural, pueblerina y regional, como la urbana, oligárquica y monopólica– se debe al ascenso de un ganso trasnochado y tonto a la posición de mayor jerarquía política en México que, mediante la difusión de un discurso demagógico supuestamente “izquierdista”, ha logrado engañar a algunos bobos de los medios informativos y convencerlos de que ahora las cosas son “diferentes” y que ahora él, y nadie más que él, ha logrado separar el poder económico del político. Pero mientras ese señor ha distraído a ciudadanos crédulos o desinformados, su familia y sus allegados se han dedicado a embolsarse cuanto dinero público pasa por sus manos, como lo denunció en su momento el finado morenista Porfirio Muñoz Ledo: este Gobierno se conocerá como el más corrupto de la historia reciente de México.
En lo que va de este sexenio, la vida cotidiana del pueblo mexicano no ha mejorado; no tiene acceso a la cantidad mínima de alimentos para su salud y de mejor calidad porque los precios son inalcanzables, debido a que, en México, los empresarios “honestos” –muchos de ellos amigos del Presidente– pagan salarios de hambre. Los servicios de salud pública se han deteriorado aún más; y ahora muchos trabajadores no tienen acceso a ellos ni sus hijos cuentan con un esquema básico de vacunación. ¡Y qué decir si necesitan medicamentos caros o quimioterapias! El empleo es insuficiente: no hay hogar mexicano sin un pariente o amigo migrante en Estados Unidos. Los pueblos y colonias lucen desolados por la falta de infraestructura urbana básica, con la que los habitantes podrían hacer más llevadera su pobreza. El campo se encuentra abandonado e improductivo; y con las olas de calor, sus habitantes enfrentan un largo periodo de escasez que, en algunas regiones, los está llevando a la hambruna.
Y a esta penosa realidad que vive el ciudadano común, debe agregarse la gran inseguridad pública y la violencia delictiva que prevalece en muchas entidades, donde los trabajadores ya no saben si regresarán sanos y salvos a sus hogares; o si será en sus domicilios donde el crimen los alcance. Y encima de todos estos males, el bombardeo mediático de los partidos políticos para que acudan a votar por sus candidatos el próximo dos de junio.
Muchos ciudadanos se encuentran en esta encrucijada; sus parientes y vecinos creen que las cosas pueden ser diferentes si favorecen a uno u otro candidato; posiciones encontradas que, en algunos casos, han llevado a las personas hasta enemistarse por defender a los candidatos que suponen mejores.
Pero, ¿qué se puede hacer? Debemos acudir a votar el dos de junio; invitar a familiares y vecinos a que ejerzan su derecho al voto; pero que su voto sea consciente, porque todo sufragio es un ejercicio político que debe ejecutarse para perfeccionar la democracia, elegir a los candidatos menos nefastos y exigir que quienes ganen cumplan con sus compromisos de campaña. Además, es urgente que los ciudadanos comprendan que la única forma de exigir que sus condiciones de vida en verdad mejoren es organizándose con sus hermanos de clase para, un buen día, con la fuerza del número, llevar al poder político y económico a verdaderos representantes de la clase trabajadora.
Continúan los retrasos para la conclusión de la obra, la cual pasó de 38 mil millones de pesos a 194 mil 668 millones.
A pesar de las condiciones en las que trabajan los mexicanos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, propuso que se discuta la agenda laboral hasta después del proceso electoral 2024.
La 4T parece guiada por una lógica de control que busca ganar posiciones en el tablero de la política nacional mediante programas clientelares y la cooptación de organismos autónomos.
En Mesoamérica, las agresiones incrementaron 13 por ciento respecto a las registradas en 2022
“Los jóvenes nos quedamos aquí con la ola de violencia y con su negligente y criminal política de abrazos para los criminales y balazos para los jóvenes (…) por supuesto que nos da miedo, hoy estamos exigiendo lo más básico: que nos dejen vivir”.
Los problemas se acumulan peligrosamente, se agravan cada minuto y la autoridad se torna más sorda y más represiva.
La posición del gobierno de la 4T raya en lo grotesco, porque al querer evitar consecuencias políticas derivadas de la pandemia, está actuando como si no pasara nada y ésta no provocara decesos humanos y grandes estragos.
El año con más incendios forestales en el último cuarto de siglo fue 2023; pero 2024 podría superarlo.
Hundida en un hoyo económico, sin ingresos propios ni suficientes para su mantenimiento, PEMEX está muy lejos de la bonanza proyectada en 2019. Expertos advierten que la petrolera está técnicamente quebrada.
El Presidente ha proclamado, a los cuatro vientos, que ya cumplió con todo “lo prometido”. Sin embargo, una revisión detallada sobre el cumplimiento de sus 100 compromisos evidencia que es mentira.
Si López Obrador sigue con esa política de lanzar discursos y frases a modo para ocultar lo que en la realidad sucede; si insiste en que su gobierno va requetebién y que la gente vive feliz, feliz... tarde o temprano, el pueblo reaccionará.
Obligación fundamental de todo Estado... garantizar la vida y la seguridad personal de los ciudadanos, junto con el derecho de propiedad y el disfrute irrestricto de la riqueza. Sin tales garantías, el Estado se deslegitima y pierde su razón de ser.
El investigador del CIEP advirtió que México sigue dependiendo de hidrocarburos, lo que representa un retroceso en la transición hacia energías limpias.
Mientras el PAN, el PRD y el tricolor no se separen, afirmó Rubén Moreira, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, no pasarán los cambios constitucionales que quiere imponer López Obrador.
Hay funcionarios que en su momento fueron cesados por corrupción y que ahora regresan a ocupar puestos claves en las aduanas mexicanas, entre ellos, Mayte Ponce Cruz.
Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA