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Toda la semana anterior se estuvo hablando de la consulta de revocación de mandato, carta con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) intentó jugar a la democracia y que además de fraudulenta lo llevó a un nuevo fracaso, pese a que ahora quiere presentarla como “victoria”. Tal como se esperaba, el ejercicio fue solo un show mediático, un distractor muy al estilo morenista y un caprichito que costó al erario más de mil 700 millones de pesos (mdp).
¿Por qué un fracaso? Veamos el asunto más de cerca. En 2018, AMLO ganó la Presidencia con 30 millones de votos, en las elecciones de 2021, el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) obtuvo alrededor de 21 millones de sufragios y el pasado 10 de abril juntó apenas 15 millones, cifra que evidencia que tanto AMLO como su partido van en picada. Si consideramos que la lista nominal de electores está integrada por 93 millones 676 mil 29 ciudadanos, el resultado de la consulta fue malo porque ocho de cada 10 mexicanos decidieron no votar.
Pero AMLO siempre se “autolegitima”, nunca acepta las críticas de la oposición, ni siquiera las de sus simpatizantes, ya que después de tres años de desgobierno solo la mitad de ellos decidió ir a las urnas a demostrarle su simpatía. El lunes 11 de abril, AMLO declaró que el pésimo resultado de la consulta fue por las “trampas y el boicot del INE”, ya que solo se instaló la tercera parte de las casillas; pero resulta, amigo lector, que fue su propio gobierno el que decidió dar menos recursos para este ejercicio propiciando que se instalaran menos casillas. Pero a todo esto hay que destacar que el 70 por ciento de las boletas no fueron usadas en más de la mitad de las entidades de la República. ¿Qué más pueden alegar AMLO y Morena?
La votación en los estados gobernados por Morena tampoco fue abrumadora. En Tabasco, entidad natal de AMLO, fue donde se registró el mayor volumen, 627 mil, pero estos sufragios equivalen a la tercera parte del millón 752 electores, es decir, solo votó uno de cada tres tabasqueños; en Chiapas, de tres millones 780 mil ciudadanos enlistados, solo votó un millón (uno de cada cuatro); en Veracruz, AMLO fue apoyado por un millón 511 mil votos, de un padrón conformado por cinco millones 979 mil ciudadanos (uno de cada seis); en Guerrero 567 mil de dos millones 563 mil (uno de cada cuatro); en Oaxaca 645 mil de dos millones 565 mil (uno de cada cinco); en Puebla 917 mil votos de cuatro millones 739 mil (uno de cada cinco) y, por último, en la Ciudad de México (CDMX) un millón 502 mil votos de un padrón de siete millones 610 mil personas (uno de cada ocho). Las votaciones más bajas se registraron en Zacatecas, Nayarit, Campeche, Durango, Aguascalientes y Baja California Sur, donde el morenismo tampoco se mostró muy entusiasta en apoyar a su jefe máximo.
Recordemos que la consulta estuvo precedida por una intensa campaña de promoción del voto entre los ciudadanos coordinados por funcionarios públicos del primer círculo del Presidente, como fueron los casos del titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López y la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum; también por el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, quienes además de violentar la legislación electoral, constantemente amenazaron, descalificaron y agredieron a los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) por la supuesta mala organización de la consulta, que sin embargo se desarrolló en el marco de una jornada política normal.
El aparato del Estado fue usado para apoyar la “ratificación” de AMLO sin que a los involucrados les importara violar la ley mediante la promoción pública de la consulta, sino que además dispusieron del uso de infraestructura e instrumentos públicos (entre ellos un avión de la Guardia Nacional); y a millones de beneficiarios de programas sociales los amenazaron con la “pérdida” de estos apoyos si no acudían a las urnas a respaldar al Presidente. Todo esto dejó muy mal posicionado al Gobierno Federal. especialmente a AMLO.
La participación de solo ocho de cada 10 ciudadanos en la consulta puede ser una muestra del creciente rechazo hacia Morena y AMLO; y de que cada vez hay más mexicanos que advierten que el país está cayéndose a pedazos debido a la agudización de graves problemas sociales como el aumento de la pobreza y la marginación, inseguridad pública, violencia delictiva y la mala atención de la salud y educación pública. Los resultados de la consulta, más allá de su uso como show o distractor político, puede ser un avance de lo que se verá en las elecciones de junio de 2022, “cuando las cartas ya estén puestas” y solo queda por saber quiénes serán los futuros gobernadores. La participación ciudadana en la consulta también deja un antecedente de lo que deba “cocinarse” para las elecciones federales de 2024.
Por lo pronto, la “oposición”, pero sobre todo los mexicanos que ya estamos hasta la coronilla de los malos resultados de AMLO y Morena, debemos estar dispuestos a unirnos, organizarnos y luchar para defender a la democracia mexicana y evitar que México siga por el camino de una dictadura disfrazada. Nuestra primera tarea será defender al INE para que las elecciones de 2024 no se conviertan en una farsa como la consulta del 10 de abril. Aún estamos a tiempo y todavía podemos cambiar las cosas. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).