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La esclavitud incesante en Ciudad Juárez
Para los empresarios lo más relevante es que sus máquinas no paren y que los trabajadores vivan lo más cerca posible de las maquilas y así no tengan necesidad de "lloriquear o reclamar que están lejos de sus familias”.
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Los dueños de las 330 empresas maquiladoras que hay en los 40 parques industriales de Ciudad Juárez –entre las que sobresalen las de los sectores electrónico, automotriz y el médico– han advertido a los trabajadores que no pueden parar máquinas, porque ello implicaría considerables pérdidas de producción y ganancias.

Las maquiladoras laboran las 24 horas en tres turnos. El primero es de 6:00 a las 15:30; el segundo de las 15:00 a las 23:00 y el tercero de las 23:00 a las 6:00 del día siguiente. En estas compañías la fuerza de trabajo es todavía primordial y los obreros deben ser puntuales y estar bien descansados para cumplir las jornadas de ocho horas.

Juárez es una ciudad que no duerme; en sus calles hay tráfico de “camiones maquileros”, la mayoría viejos y algunos sin asientos, que a todas horas recogen hombres y mujeres en paradas de cruceros para llevarlos a los parques industriales. Pero como el transporte de un ejército de 400 mil obreros es muy costoso, la clase empresarial propuso la creación de dormitorios en las maquilas.

 

 

Este proyecto fue impulsado por la Asociación de Maquiladoras, A.C. como una idea sugerida por varios de los empresarios con base en ejemplos de algunas plantas –entre ellas Winstron y Foxconn– que ya habían construido viviendas-dormitorios. Éstas suelen instalarse dentro de las fábricas o en sitios cercanos. El proyecto integral prevé su ubicación en los puntos cardinales de Ciudad Juárez.

En rigor, la idea proviene de un hecho por todos conocido: que colonias como El Mezquital, Juanita Luna y Anapra eran consideradas dormitorios de maquileros; aunque el número de las casas resulta insuficiente para cubrir la alta demanda de miles de trabajadores que las habitan para dormir, comer y levantarse nuevamente para ir a trabajar. Pero ahora a esta limitación se suma la propuesta empresarial de reducir los costos y los tiempos de traslado de los obreros.

Sí, a los empresarios solo les importa que las máquinas rujan día y noche para exprimir más los músculos de los trabajadores.

 

Seis de cada 10 son maquileros

La anteriormente llamada Paso del Norte y hoy Heroica Ciudad Juárez forma parte de los 67 municipios de Chihuahua, el estado más grande de México. Se ubica en la ribera sur del río Bravo, brazo de agua que nace en las montañas de San Juan, en el estado de Colorado de la Unión Americana, y recorre tres mil 51 kilómetros para desembocar en el Golfo de México. Su territorio es de 321 mil kilómetros cuadrados y alberga a un millón 512 mil 450 habitantes, según el Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Entonces tenía 449 mil 167 viviendas; en 91 mil 506 habitaban tres personas; en 95 mil 248 vivían cuatro; en 60 mil 160, cinco y 25 mil 331 viviendas tenían seis o más ocupantes. Cada habitación cuenta con una cocina, dos cuartos y un baño.

Ciudad Juárez es la segunda ciudad fronteriza de México con más habitantes, solo después de Tijuana que, en 2020, tenía un millón 992 mil 523. Según las estadísticas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 66.6 por ciento de los empleados en la ciudad fronteriza laboran en maquiladoras, el 11 por ciento de los trabajadores labora en el comercio, el nueve por ciento en empresas de servicios, el cinco por ciento en transporte y el tres por ciento en la construcción.

Las 330 maquiladoras dan empleo a poco más de 400 mil trabajadores. Para Jesús Manuel Salayandía Lara, presidente local de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), el que seis de cada 10 trabajadores formales laboren en este tipo de plantas ha estancado el desarrollo de la ciudad; y en una conferencia organizada por el Colegio Nacional de Educación Profesional (Conalep), donde participaron miembros del sector manufacturero, insistió: “es un error colocar todos los huevos en una sola canasta”.

 

 

Sin embargo, esta limitación no forma parte de las preocupaciones de los gobiernos municipal, estatal y Federal, ni mucho menos de los empresarios maquiladores, para quienes lo único importante es explotar a los trabajadores y aprovechar mejor la privilegiada posición geográfica de Ciudad Juárez en la frontera con Estados Unidos (EE. UU.).

Para estos empresarios, ahora lo más relevante radica en que sus máquinas no paren y que los trabajadores vivan lo más cerca posible de las maquilas para que puedan descansar lo indispensable, aprovecharse de su “bondad con el prójimo” y no tengan necesidad de lloriquear o reclamar que están lejos de sus familias”.

José Emilio, obrero maquilero de la empresa Sunrrise confecciones de Juárez, reveló que esto le ha parecido muy bien a muchos de sus compañeros, porque ya no gastarán cuatro horas en viajar en el camión viejo y maloliente; podrán dormir otro rato más y ver más tiempo a sus familiares. Pero él no comparte esta visión sobre el proyecto, porque piensa que tiene como principal objetivo mantener al ejército laboral listo y concentrado en un lugar cercano para que trabaje sin contratiempos y le ahorre millones de pesos a los empresarios

Cuenta que hay ocasiones en que el camión pasa como “alma que lleva el diablo” y que los compañeros, que no alcanzan a abordarlo, tienen que tomar un taxi o Uber, por cuyo servicio pagan hasta 100 o 200 pesos para no faltar a sus empleos, ya que por cada día que faltan les descuentan 620 pesos y, si acumulan cuatro faltas seguidas en un mes, son despedidos.

 

¿Vivir solo para trabajar?

Cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) era candidato a la Presidencia de la República, inició su campaña de propaganda política en Ciudad Juárez. Durante su primer discurso, el 1° de abril de 2018, muy indignado declaró que “un trabajador de la industria automotriz en Ciudad Juárez gana dos dólares con 47 centavos por hora, mientras que, en EE. UU., un obrero con la misma especialidad, recibe 29 dólares por hora, es decir, diez veces más”.

Entonces ofreció a los asistentes que para solucionar el problema de los salarios bajos en México, aplicaría la siguiente medida:

“Vamos a bajar los sueldos de los de arriba, porque vamos a aumentar los sueldos de los de abajo. Van a ganar más: los maestros, las enfermeras, los médicos, los policías, los soldados, los marinos, va aumentar el salario de los trabajadores, va a aumentar el jornal de los campesinos”.

 

 

José Emilio gana apenas mil 600 pesos a la semana; de ese dinero, destina 800 pesos a la compra de despensa, ahorra 350 para pago de la renta de su casa, 100 pesos para agua, 200 para pagar la luz; y le quedan solo150 pesos para algún gasto extraordinario en su familia; ya sea para comprar ropa o cubrir gastos en caso de enfermedad.

Briselda M., trabajadora maquilera de arneses para coches, gana mil 500 pesos semanales; ella denunció que las maquilas se aprovechan de las necesidades de los trabajadores porque, cuando un supervisor o jefe de grupo advierte que un obrero tiene aptitudes para realizar trabajos especializados, lo cambian a otra área donde si cumple con las exigencias; al paso de un año le suben el nivel laboral y salarial.

Resaltó, sin embargo, que en ese año de “prueba” recibe el salario anterior y no el del nivel superior. Es decir, en ese lapso fue explotado mucho más y corriendo siempre el riesgo de que, si comete un error o llega un minuto tarde al trabajo, será reemplazado por otro compañero que también regale su trabajo.

Tanto Briseida como Emilio coincidieron en que el discurso de AMLO solo quedó en palabras huecas porque, desde que llegó a la Presidencia, ha incumplido con “las promesas” que hizo a “los de abajo”. Emilio cree que “en lo que le resta en el poder, AMLO no va a cambiar las cosas, solo nos engañó y creímos en él”.

Pero además de la falta de protección laboral por cuenta del Estado mexicano, los obreros de Ciudad Juárez recibieron la noticia de que, a partir de este mes, desaparecerían los bonos de contratación, un estímulo económico que hacía más atractivas sus tareas; pero que los empresarios consideraron innecesario y lo han eliminado de la lista de sus ofertas de trabajo.

Estos bonos de contratación oscilaban entre cinco mil y 20 mil pesos y se entregaban en el curso de un año. Para los trabajadores, era un ingreso extraordinario; así fueran 300 pesos a la semana, y estaba condicionado a la asistencia y la puntualidad del trabajador.

Briselda M., quien solo terminó la preparatoria, denunció que los mil 500 semanales que gana en la empresa donde trabaja no le alcanzan para nada, y que no entiende “eso de la inflación”, pero sí observa que el precio de la comida ha subido, que ahora es “un lujo comer huevo porque su precio está por las nubes”; y que se angustia cada día más porque su salario no alcanza siquiera para comer.

 

 

“Muchos juarenses pusimos fe en AMLO cuando dijo que iba a aumentar el sueldo de los trabajadores, pero no nos dijo que subiría mucho más el precio de la comida. Ésa fue una mentira y ahora lo estamos resintiendo no solo en Juárez, sino en todo el país", lamentó.

Además aseguró que su lema de "por el bien de México, primero los pobres" es una farsa porque es muy blando frente a la clase empresarial, “la que lo mantiene puesto de rodillas”.


Escrito por Juan Santiago Tolentino

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