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Si cualquier idea o proyecto ha de juzgarse por sus resultados, tanto más ha de ser con las formas de organización que los hombres escogen para mantenerse unidos y en progreso constante. No obstante que estas afirmaciones son, no solo elementales, sino que gozan de una aceptación generalizada, en los hechos diarios, con mucha frecuencia, se omite, se escamotea evaluar los resultados, las cosas se dejan sin reparación y volvemos a empezar, como si las plagas que padecemos fueran castigo divino ante el cual no hay nada qué hacer.
Nada hay qué inventar, todo está a la vista y podemos ocuparnos de analizar los resultados palpables de nuestra tan cacareada democracia. Casi nadie duda de que sea un gran logro, unos le llaman con orgullo transición democrática, otros, de plano, revolución democrática y hasta de nombre la escogieron para su partido. Pero ¿qué vemos?
Los imagenólogos han pasado a sustituir a los esenciólogos que se quebraban la cabeza diseñando un programa de gobierno, ideando soluciones macroeconómicas a los grandes problemas nacionales o a los más particulares de las regiones o sectores. La democracia que vivimos no le sirve al pueblo para reflexionar sobre los grandes problemas comunes y sus soluciones, sino para apartarlo de ellas. La diferencia de fondo entre las ideas y las propuestas de los precandidatos, ha tenido que ceder su lugar a la mimetización para ganar.
¿Qué más? Que dígase lo que se diga, nadie puede ser candidato si carece de dinero, es decir, el ejercicio de la política se ha elitizado más todavía. Los grandes planteamientos de los hombres que alguna vez –quizá– habrán de gobernarnos, giran en torno a denuncias de lo que gastan sus contrincantes, mientras ellos mismos se dedican a gastar lo mismo o más. Y, en este sentido, los grandes medios de comunicación se han convertido, guste o disguste, se acepte o se rechace, en los grandes juzgadores a quienes se les tiene que dar cuenta y satisfacción primero y más que a nadie para llegar a los puestos de poder.
La guerra electoral tiene como base el descubrimiento y la denuncia de corruptelas del adversario o, en su defecto, la invención o exageración de ellas para volverlo odioso ante el electorado. Ningún partido se escapa. Hay que tundir al oponente, hay que registrar en las cloacas para hacerse de materiales de combate, hay que decir, o mandar decir, lo peor. Nuestra democracia no sirve, pues, para educar a la población, para elevar su sensibilidad, sirve para acostumbrarla a los escándalos y a la exhibición de la vida privada, sirve para que los mexicanos nos denigremos.
La democracia que vivimos se ha mostrado francamente incapaz de seleccionar para los más altos puestos de la nación a hombres eficaces, cumplidores, sensibles y cultos, como lo demuestra palmariamente la última experiencia electoral por la que atravesamos todos los mexicanos. La población experimenta un desencanto generalizado, por decir lo menos, pues ninguna de las expectativas y ninguna de las promesas de campaña se cumplió y, en muchísimos aspectos, ahora estamos peor.
Pero, sobre todo, la democracia de la que tanto nos enorgullecemos ha fallado en procurar un mejor nivel de vida para los mexicanos. Ahora, por ejemplo, en todas las ciudades grandes sin excepción, hay más, muchísimos más vendedores ambulantes, lo cual es síntoma claro y evidente de que no se crean empleos formales en cantidad suficiente; ahora, también, la emigración al extranjero ha aumentado considerablemente, al grado de que es difícil encontrar una familia mexicana que no tenga un emigrado en Estados Unidos, lo cual, también, es síntoma evidente de la bancarrota de la generación de empleos en nuestro propio suelo. Y, no obstante el escape al comercio callejero y la huída a servir al extranjero, la pobreza en México ha aumentado impresionantemente, ahora hay más pobres y los pobres son más pobres.
Así de que si la democracia nos denigra, nos cuesta una fortuna, nos pone en manos de los dueños de los medios de comunicación, no ha garantizado, hasta ahora, que lleguen los mejores hombres y nada ha hecho por mejorar la suerte de los mexicanos que menos tienen, me pregunto ¿no es ya tiempo de dudar de ella y procurar una que sí responda a los intereses de quienes más lo necesitan? Nunca se me ocurriría, ni siquiera de broma, insinuar alguna modalidad de autoritarismo al cual, por lo demás, el pueblo ha vomitado varias veces. Antes bien, me inclino por que la gente tenga más participación, mucha más que dejar de vez en cuando un papelito en la urna y tenga, al mismo tiempo, muchas menos restricciones y obstáculos para hacer oír su voz y lograr que se tomen decisiones atendiendo a sus intereses. Una democracia así sería de celebrar, no la actual, cuyos resultados deberían hacernos cuestionar lo que hemos hecho.
El salario del miedo del año 1953 es una cinta clásica, una que muchos cineastas han querido imitar sin conseguirlo.
Las condiciones de los trabajadores no van a mejorar en el sexenio que comenzó el día primero de octubre.
"El caso de los pequeños productores de Morelos no han corrido con la misma suerte, la situación por la que atraviesan es verdaderamente crítica, nadie les da solución a su demanda y los han traído de una dependencia a otra".
El aparato educativo, escolar y no escolar, está diseñado para desclasar al joven y fomentar el egoísmo como recurso ideológico.
En lugar de propiciar la creación de empleos dignos y bien remunerados para el pueblo, este gobierno se ha dedicado a “acciones de caridad” que arrebatan a sus beneficiarios todo rastro de dignidad humana.
De acuerdo con el Coneval, casi el 80 por ciento de las personas menores de 18 años en México sufren algún grado de pobreza o vulnerabilidad socioeconómica.
“Está mañana me enteré que el asesino de mi padre salió porque su plazo de 48hrs había pasado, y que al hacerse cargo de la supuesta indemnización (que ni siquiera nos han dicho de cuánto).
El precio promedio de las viviendas en Baja California Sur resulta muy alto.
La realidad de los millonarios contrasta con la de la mayoría de los mexicanos.
En riesgo la vida de miles de familias, así como la producción de alimentos en gran parte del territorio nacional debido a que más del 50% de los ayuntamientos se hallan en crisis hídrica.
La India atraviesa una crisis en desigualdad económica.
Hay un fracaso estrepitoso en el combate a la pobreza por parte del gobierno de López Obrador y la creciente desigualdad sigue siendo el principal problema de México, advirtió Aquiles Córdova, analista político y líder social.
De acuerdo con el Reporte Mundial de Desigualdad 2022, cien millones de personas cayeron en pobreza extrema, mientras que, a nivel mundial, durante 2020, la fortuna de los más ricos registró su máximo incremento desde 1995.
La inmensa mayoría de los mexicanos viven en pobreza y pobreza extrema. “Con mil pesos ya no se puede comprar nada”, con esa forma lapidaria y precisa con que la gente suele llevar la estadística me comentó una señora.
Los mexicanos han sido pacientes en estos años; pero la pandemia de Covid-19 y las políticas fallidas y reaccionarias de la 4T, los ha llevado a una situación de sobrevivencia. Para entender la gravedad hace falta ponerse en los zapatos de los miembros de
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".