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Basada en el libro homónimo de Idelfonso Falcones, la serie de televisión realizada por Jordi Frades en 2018, La catedral del mar, es una recreación histórica del periodo en que nacía en Europa la clase burguesa y se enfrentaba a la nobleza feudal y al clero. Sólo por ese simple hecho, La catedral del mar es una historia que vale la pena disfrutar. En esta serie se nos cuenta la historia de Arnau Estanyol (Aitor Luna), hijo del siervo de la gleba Bernat Estanyol (Daniel Grao), quien se ve forzado a huir de la hacienda en la que trabajaba, pues el día de su boda sufre la peor de las vilezas que se cometían en aquellos años. Cuando estaba festejando su boda llega al festejo un “señor de la horca y el cuchillo” –como se les denominaba a los señores feudales– y ejerce su “derecho de pernada” (era un derecho que las mujeres campesinas que se desposasen con un labriego, el terrateniente podía yacer con la mujer desposada antes que el propio esposo). Bernat sufre la más brutal de las humillaciones.
La vida de Bernat sigue en aquel señorío, pero el señor feudal que tiene un hijo recién nacido y su esposa no lo puede amamantar, dado que no produce leche materna, comete otro abuso: se lleva a Francesca Esteve (Natalia de Molina, joven, y Nathalie Poza, adulta), la esposa de Bernat, quien también tiene a un hijo recién nacido. Francesca debe amamantar al hijo del señor feudal. Bernat, profundamente herido en su dignidad, decide llevarse a su hijo, por lo que se introduce a la casa del señor feudal y mata a un guardia.
Huye hacia el Puerto de Barcelona para evitar ser descubierto. Se refugia en la casa de su hermana, quien está casada con el rico comerciante barcelonés Grau Puig (Ginés García Millán). Bernat trabaja casi como esclavo de su cuñado, pero gracias a su disciplina va consiguiendo ascender en la escala de los trabajadores. Mientras su hijo Arnau va creciendo. Siendo primo de los hijos de Grau, convive con ellos con cierta cercanía. Sin embargo, su prima Aledis (Andrea Duro), de mala entraña, convence a su hermano menor y a Arnau para que vayan a la playa en la noche. Cuando regresan, el hermano menor enferma gravemente y fallece, Aledis, para evitar su culpabilidad, acusa a Arnau de ser el instigador de los hechos que tuvieron fatales consecuencias. Por esta razón, Grau corre a Bernat y a su hijo.
Durante la niñez de Arnau, conoce a Joanet (Pablo Derqui), un huérfano que es adoptado por Bernat. Desde niños, ambos trabajan como bastoix (cargadores del puerto de Barcelona), por lo que también participan en la construcción de la Catedral de Santa María del Mar, que no fue edificada por la aristocracia o el Rey, sino mediante los aportes y el trabajo directo del pueblo trabajador: pescadores, cargadores, pequeños comerciantes, etc.
Varios años después, convertido en hombre libre, Arnau trabaja para una familia judía. Los judíos sufren persecuciones, por lo que Arnau los defiende; con la ayuda de un esclavo llamado Sahat (Josep María Pou) que trabajaba para la misma familia judía, Arnau se convierte en un prestamista y comerciante y finalmente en un hombre muy rico. Incluso llega a ser nombrado gobernante de la ciudad puerto de Barcelona.
El rey le impone a Arnau el matrimonio con su hija Elianor (Silvia Abascal); es un matrimonio de conveniencia que nunca pudo ser verdadero matrimonio. A la edad de 11 años, Arnau adopta a Mar (Michelle Jenner), quien a la postre será su esposa. Al final, el pueblo de Barcelona logra liberar a Arnau de las garras de la Santa Inquisición. En La catedral del mar se puede apreciar la lucha entre la burguesía naciente y la nobleza y también la lucha contra el fanatismo y el poder de la Iglesia.
La catedral del mar nos recuerda lo que dicen Marx y Engels en el primer capítulo del Manifiesto del Partido Comunista: “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras, franca y abierta en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”.
El pasado cuatro de julio más de 46.5 millones de electores aplicaron voto de castigo a la élite británica liderada por los Tories del Partido Conservador.
El imperialismo no está dispuesto a renunciar a su sueño hegemónico y ha desatado una campaña en sus medios de comunicación para descalificar a los BRICS.
El capitalismo en su fase imperialista está en edad provecta, se le acumulan los achaques y defiende su vida tratando de destrozar a otras economías que lo amenazan sólo porque existen.
Trump tiene intereses de apropiación, de intervención en nuestro país; no se debe tomar como un chiste, dijo el vocero nacional de Antorcha.
Pero los pueblos del mundo nunca se han rendido.
El pueblo ruso ha vivido asediado por lo menos desde la invasión de Napoleón, su inmenso territorio ha sido ambicionado por las élites de Europa y, desde fines del Siglo XIX, también por las de EE. UU.
Los embates del imperialismo podrán parecer débiles, pero tiene fuerza suficiente aún para aprovechar los conflictos internos y hacer valer sus intereses.
El imperialismo, como la fase superior y última del capitalismo, desde hace poco más de cien años, en 1916, ha entrado en una fase en la que sus contradicciones internas lo han sumido en una aguda crisis.
El mundo en el que vivimos se encuentra dominado por el capitalismo
Cada vez resulta más claro que el imperialismo yanqui solamente reacciona a la pérdida de su poder hegemónico en muchas regiones del mundo.
Nos encontramos ante una nueva contradicción: una derecha liberal y una izquierda "woke" o neoliberalismo políticamente “correcte”. ¿Qué las distingue? Casi nada, ¿o acaso notó alguna diferencia entre los candidatos del debate presidencial pasado?
El imperialismo siempre declara que busca el respeto a los derechos humanos y la democracia.
El andamiaje institucional internacional, parte de la superestructura político-jurídica, entra en crisis al perder el imperio el inmenso poder económico y político del que gozaba.
¿Qué es el imperialismo y por qué nos referimos a él como encarnación de la barbarie? ¿Quiénes representan hoy en día las fuerzas de la reacción y la revolución? La respuesta a estas interrogantes será lo más breve y concreta posible.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA