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Cada día desaparecen en México 29 niñas, niños y adolescentes, una cifra casi tres veces mayor que la registrada hace cinco años. Esta persistencia refleja que las infancias son afectadas por diversas formas de violencia y por la falta de mecanismos efectivos actualmente desestimados por las instituciones gubernamentales.
México está perdiendo a sus niños; no sólo en el sentido literal, sino también en su derecho más básico: vivir seguros. Según los datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), hasta junio de 2025 se han reportado más de 116 mil menores de 18 años desaparecidos, de los cuales alrededor de 77 mil son mujeres. El 75 por ciento de las víctimas tenía entre 12 y 17 años.
Además, Redim identificó que los adolescentes son mayoría en las desapariciones, y particularmente mujeres, porque dos de cada tres menores desaparecidos pertenecen al sexo femenino.
Cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) refieren que, durante 2024, se levantaron seis mil 533 reportes de desaparición de niñas y mujeres adolescentes en México, de las cuales mil 420 continuaban sin ser localizadas.
En comparación con el año anterior, el número total de reportes aumentó 7.4 por ciento, pasando de seis mil 82 en 2023 a seis mil 533 en 2024.
Asimismo, la RNPDNO reveló que durante 2023 se registró el promedio de 25 reportes diarios por desaparición de personas de entre cero y 17 años; además, se ha documentado la desaparición de 106 mil 343 niños, niñas y adolescentes y hasta el 30 de agosto de 2024 más de 16 mil 300 menores continuaban en calidad de desaparecidos.
En el mismo periodo, reportes oficiales advierten que el 84.6 por ciento de los menores desaparecidos son localizados; sin embargo, uno de cada 100 es encontrado sin vida.
La distribución territorial registra que uno de cada cinco casos ocurre en el Estado de México (Edomex), con tres mil 593 reportes; Tamaulipas ocupa el segundo puesto, con mil 598 casos y el tercero, la Ciudad de México (CDMX), con mil 211. Los datos porcentuales muestran que Yucatán tuvo el mayor incremento: de un caso en 2023 pasó a cinco en 2024, lo que representa un incremento de 400 por ciento; en Sinaloa, Querétaro y Puebla se presentó un ascenso de 262, 252 y 231 puntos porcentuales respectivamente.
Entrevistado por buzos, Rafael Castelán Martínez, presidente del Consejo Directivo de Redim, comentó: “estamos ante una epidemia de desapariciones infantiles. Es una crisis que no ha sido atendida con la seriedad que exige. Los esfuerzos que ha querido hacer el Estado mexicano han sido prácticamente nulos”.
Informó que las causas de las desapariciones son variadas y complejas. Algunas niñas y niños se van por voluntad propia, muchas veces escapando de situaciones de violencia en sus hogares. Otros son sustraídos por familiares o personas cercanas ante conflictos legales o de custodia. También existen casos de desapariciones forzadas o por el crimen organizado.
Castelán Martínez también estimó que se ha instalado una idea “perversa” que justifica la desaparición de adolescentes, sobre todo mujeres, como si se fueran por voluntad propia; pero, cuestionó: “¿de qué están huyendo? ¿Qué los expulsa de sus hogares o comunidades?”. Sobre la respuesta institucional, consideró que ha sido insuficiente y con avances limitados. Por ejemplo, la creación de un banco nacional de datos biométricos como el ADN, resulta lento; y que la falta de coordinación entre las comisiones de búsqueda y las fiscalías dificulta las investigaciones. Además, la problemática tiende a politizarse, lo que dificulta la prioridad establecida en cada caso.
Ante el mundo, México enfrenta una situación particular debido a su contexto de tránsito y violencia complicada por la adopción de modelos externos; el presidente de Redim agregó que la reducción de financiamiento internacional también afecta el trabajo de las organizaciones civiles y de las autoridades. Para prevenir y atender las desapariciones, subrayó la importancia de que las familias estén preparadas con protocolos claros para actuar rápidamente, así como la necesidad de fortalecer y coordinar las actividades estatales de búsqueda con las federales. Destacó que las primeras horas son cruciales para la localización y que la denuncia debe presentarse tan pronto como se tengan indicios de una desaparición.
La solidaridad con las madres, padres y familiares buscadores de seres queridos desaparecidos es importante; y pidió que se reconozca el trabajo de éstos como una labor de defensa de derechos humanos fundamental para la sociedad. “Inicialmente, pues toda nuestra solidaridad con las madres buscadoras, con los familiares buscadores y ahora también con la niñez buscadora, que también se ha sumado lamentablemente a esta tarea. Y el llamado a las autoridades es que se les reconozca como personas defensoras de derechos humanos”, agregó.
A decir de la Redim, de cada 217 mujeres de entre cero y 17 años reportadas como localizadas, una es encontrada muerta. Esta situación se agrava debido a la lenta acción de las autoridades, la tramitología y burocracia con la que se enfrentan los familiares porque pierden tiempo que, en caso contrario, resultaría valioso para encontrarlas con vida.
Por ejemplo, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se reportaron más de siete mil menores desaparecidos.
Fanny Viveros contó a buzos que vivía como tantas madres solteras en México, cuidando sola a su hijo de seis años, un niño alegre y sensible. Un día, sin previo aviso, su vida se partió en dos: el abuelo paterno pasó a recoger al pequeño con el pretexto de ayudarle con la tarea. Ella accedió, pensando que sería sólo por unas horas, pero esa noche nadie lo regresó.
Cuando logró comunicarse con el abuelo, éste le dijo que había entregado al niño a la abuela paterna, quien vivía en Teotihuacán. Al buscarla, la respuesta fue brutal: la mujer la insultó, la llamó “mala madre” y le aseguró que no volvería a ver a su hijo; sin orden judicial, sin justificación.
Fanny, desesperada, efectuó la denuncia y acudió a la fiscalía, pero lo que encontró allí también fue cruel: desinterés, maltrato y negligencia. Desde el primer día, las autoridades minimizaron el caso. “El niño no está desaparecido, está con su familia”, le decían los policías. Aunque ella tiene la guarda y custodia, las instituciones se negaron a actuar.
Cuando insistía, le decían que no había delito porque nadie pedía rescate, como si el dolor de una madre no contara. Le advirtieron, incluso, que “ellos sólo encuentran gente muerta”. Así, quienes deberían buscar a su hijo, la culpaban y la desacreditaban.
Fanny ha peleado cada día por su hijo. Declaró que el abuelo, un médico del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), podría estar usando sus influencias para evitar consecuencias. Denunció que todo parecía haber sido orquestado entre los abuelos y el padre, un hombre que nunca cumplió ni con la pensión ni con las visitas y, a pesar de que un día supuestamente encontraron al niño en una casa, las autoridades llegaron tarde, sin órdenes claras; el menor desapareció otra vez, ante la vista de todos.
Fanny ha pasado nueve meses sin abrazar a su hijo, enfrentando una maquinaria institucional sorda, ciega y cruel; ha marchado, exigido y gritado su dolor en las calles. Pero los policías y ministerios públicos solamente le han dado “atole con el dedo”; le prometen acciones que nunca cumplen, la bloquean o ignoran. “Lo único que quiero es que mi hijo esté bien y que sepa que su mamá lo sigue buscando”, asegura. Manda un mensaje a su pequeño: “te voy a encontrar, te voy a recuperar. Tu mamá te ama y te necesita”. Mientras tanto, exige justicia, porque ningún cargo, apellido o contacto debería ser más fuerte que el vínculo entre una madre y su hijo.
Madre buscadora de Gómez Palacio, Durango, Ana Luisa Romo Díaz ha pasado 15 largos años de angustia caminando con el alma hecha pedazos, golpeando puertas que nunca se abren y gritando en el desierto para que alguien la escuche; vive sin saber dónde está su hijo Noé.
Poco antes de su desaparición, Noé de 18 años, soñaba con el futbol, con su novia y con el futuro. Como cualquier otro domingo, el 27 de junio de 2010 salió temprano de su casa. Ana Luisa lo vio por última vez a las siete de la mañana. Él se fue a jugar futbol; ella, a trabajar. Más tarde volvió para pedir un poco de dinero. Quería ver a su novia. A las 9:27 de la noche, le mandó un mensaje: “Ya voy para la casa, ma…”; pero nunca llegó.
Ella esperó como siempre. Le daba una hora para que regresara. Pero el teléfono no volvió a sonar. A las 11 de la noche, la novia de Noé la llamó, preocupada. “¿Ya llegó? No me contesta”. A las 11:15 volvió a marcar. Esta vez, le contó que alguien había respondido el teléfono de Noé para insultarla y gritarle obscenidades.
Esa noche llovió con furia. Como pocas veces en La Laguna. Las calles se inundaron, el auto de Ana Luisa no tenía limpiaparabrisas, quería salir a buscarlo, pero no pudo. Impotente, pateó el carro, golpeó un árbol, gritó y lloró; el agua no sólo caía del cielo, también de su pecho herido.
Al día siguiente comenzó el viacrucis. Fue a hospitales, al Servicio Médico Forense (Semefo), a fiscalías en Gómez, Torreón y Lerdo… nada. Un agente judicial que la recibió en el Semefo le preguntó cuánto medía su hijo y cuánto pesaba. Le arrebató la foto y le lanzó con cinismo: “Tiene cara de malo” Ella se quedó helada; el hombre se detuvo, bajó la mirada y rectificó: “discúlpeme, señora. Tiene cara de enojado… pero en los ojos se le ve la nobleza”.
Nadie sabía nada. Nadie hizo nada. Era 2010, una época en que la muerte y las desapariciones eran cotidianas. Ana Luisa puso la denuncia, una que fue clasificada como “desaparición forzada”. Pero años más tarde, en 2021, le indicaron que tal delito no existía en esa fecha y la acusaron incluso de haber falsificado su propia declaración.
Los días se convirtieron en años. Todos los días, durante un año, Ana Luisa visitó fiscalías hasta que una agente del Ministerio Público le aconsejó: “ya no venga, señora, se está arriesgando y me está arriesgando a mí”. Cayó en una profunda depresión. Se aferró a los medicamentos que le daban para el insomnio y la ansiedad para no sentir. Terminó adicta a los tranquilizantes, anestesiando el alma.
Se encerró en su casa. No sabía que había más personas buscando y que no estaba sola. En 2015, descubrió Facebook y publicó la foto de Noé; en la CDMX, alguien la compartió y así sucesivamente. Fue entonces cuando supo que había miles de madres como ella, con el corazón desgarrado, buscando a sus hijos bajo la tierra, los archivos, los montes y las fosas.
Y aunque el Estado le ha cerrado puertas y desaparecido expedientes o le niegan justicia, ella sigue. El día que le arrebataron a su hijo, Ana perdió el miedo.
Ana Luisa empezó a integrarse a colectivos, marchó en la Caravana Internacional de Búsqueda; “también participé en exhumaciones en Acuña y Piedras Negras. Ahí fue cuando me sentí útil, cuando sentí que estaba luchando por mi hijo… hemos devuelto hijos a sus familias, eso es lo que más nos motiva a seguir”.
Denunció que la actuación de las autoridades representa un obstáculo constante: “son omisos, indiferentes. Ahora, cuando hacemos búsquedas, sí nos acompaña la Comisión de Búsqueda y Derechos Humanos, pero estamos batallando todo el tiempo con ellos. El apoyo es a medias, nada concreto”.
La línea de investigación estuvo plagada de irregularidades y desatenciones; “cuando denuncié, me dijeron que la novia tuvo algo que ver, que la harían hablar, pero la investigación fue desestimada entre Durango y Coahuila. El expediente de Noé ha estado perdido, declinado y negado desde 2019; en 2021 me acusaron de falsificar mi declaración. Es un sinfín de omisiones”.
Para Ana Luisa, los gobiernos han fallado a las familias: “Partido Revolucionario Institucional, Partido Acción Nacional y Morena... todos han sido falsos. AMLO dijo que ya no habría más desaparecidos y fue mentira… es una epidemia silenciosa”.
Pero, a pesar de todo, Ana Luisa reveló que cuando le arrebataron a su hijo, también la despojaron del miedo: “me di cuenta que si no buscaba, nadie lo iba a hacer. Ahora, con cada paso, me siento más fuerte. No sé dónde está Noé, pero sé que voy a encontrarlo, porque no soy la única, somos miles de familiares que no nos rendimos”. Ya pasaron 15 años y Noé, su hijo, su niño de ojos nobles, aún no regresa a casa.
La actividad turística contribuye con el 8.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) Nacional.
Con 17 votos a favor, 21 en contra y 1 abstención diputados en el Congreso CDMX se opusieron a la propuesta presentada en tribuna que llamaba al Gobierno de México a condenar los ataques del grupo Hamás.
Pueblos Mágicos ofrecen una rica herencia cultural, natural y gastronómica.
Monreal Ávila detalló que las iniciativas de Sheinbaum se suman a las 20 que propuso AMLO el 5 de febrero pasado.
Desde la prevención en la escuela hasta la atención especializada a las víctimas, cada sector tiene un papel crucial en la construcción de una sociedad más segura para niñas, niños y adolescentes.
Apenas llegar al gobierno de la entidad y de varios municipios, Morena buscó la oportunidad de deshacerse de los comerciantes ambulantes.
CAMe recomienda a la población mantenerse informada sobre la calidad del aire y evitar realizar actividades en el exterior entre las 13:00 y las 19:00 horas.
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Escrito por Carolina Ruvalcaba
Periodista con casi 20 años de experiencia en el medio.