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Voto de castigo a Morena por errores de AMLO
Aunque los resultados siguen siendo favorables a las aspiraciones de López Obrador, su partido quedó lejos del resultado de 2018. Hace tres años tenía una aprobación del 80%, ahora, descendió al 56%.
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El partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) perdió algunas posiciones importantes en las elecciones del domingo seis de junio a causa de los errores garrafales del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cometidos durante sus primeros dos años y medio de gestión.

Encuestas de medios como Latinus y el diario Reforma, pronosticaron que Morena conseguiría la mayoría simple en la Cámara de Diputados (es decir, la mayor cantidad de curules); si se confirma dicho pronóstico, tendrá que negociar con los legisladores de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) cuando se proponga realizar cambios a la Constitución.

Este hecho es el que más preocupaba al Presidente, pues hasta ahora la mayoría morenista no tuvo que lidiar con ninguna de las otras fuerzas en la Cámara de Diputados para modificar o cambiar leyes, echar atrás proyectos, desaparecer programas de sexenios anteriores e imponer sus caprichos. La supremacía parlamentaria de su partido le permitió decidir a su antojo el qué, el cómo y el cuánto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), lo que para muchos analistas políticos y económicos resultó nocivo para la Nación.

El portal Latinus pronosticó: “Morena no logrará, aun con el apoyo de sus aliados, la mayoría calificada, ésa que se necesita. Para obtenerla, los morenistas se verán obligados a negociar”. La votación potencial de la coalición de Morena con los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y del Trabajo (PT), de acuerdo con las preferencias electorales, sumarían el 48 por ciento, mientras que la alianza PRI-PAN-PRD alcanzaría un 40 por ciento. El tercero en preferencia es Movimiento Ciudadano, que alcanzaría, según dicha encuesta, el siete por ciento de los escaños.

 

Aunque los resultados siguen siendo favorables a las aspiraciones del presidente López Obrador, su partido quedó lejos del resultado que alcanzó en 2018, cuando obtuvo una amplia ventaja en la mayoría de los puestos que se disputaron. Hace tres años, AMLO tenía una aprobación del 80 por ciento y ahora, atrapado por la pandemia y la crisis económica, su aceptación, en vísperas de la contienda, había descendido al 56 por ciento, mientras que la desaprobación hacia su gobierno era del 42 por ciento, según datos de Grupo Reforma.

En 2018, el entonces candidato despertó altas expectativas entre la mayoría de los sectores sociales del país, incluido el empresarial; pero hoy, muchos mexicanos que confiaron en él se sienten defraudados y algunos se hacen llamar “los arrepentidos” en las redes sociales.

Por ejemplo, la periodista Blanche Petrich publicó en su cuenta de Twitter: “Hace tiempo yo también llegué a gritar ‘es un honor estar con Obrador’. Hoy siento que nada tengo que ver con esos que, con ese grito que representó nuestro anhelo de paz, insultaron a quienes se manifestaron para denunciar que México todavía no está en paz”.

El actor Gael García, uno de los abiertos promotores del voto a favor de AMLO, también publicó en su cuenta de Twitter: “Si no cambia el gobierno y @lopezobrador de narrativa para asumir sus responsabilidades, ¿para qué chingados votamos por ustedes? Más vale que asuman por completo su responsabilidad y hagan lo imposible para que esto no suceda más. Que se vuelva su mantra y su objetivo”.

Expresiones como éstas inundaban las redes antes de este domingo, aunque no habían logrado conformar un grupo significativo. A decir de la encuesta de El Financiero, publicada una semana antes de la elección, de los 30 millones de ciudadanos que votaron por la “Cuarta Transformación” (4T), el 20 por ciento se había arrepentido de su elección; de éstos, el 14 por ciento se inclinaba a votar ahora por la Alianza por México y seis por ciento por otros partidos.

El propio grupo parlamentario de Morena en el Senado de la República reconoció en un análisis interno que se filtró a los medios, que su partido perdería la contienda de las gubernaturas en Querétaro, Nuevo León y San Luis Potosí; y que en Campeche, Baja California Sur, Chihuahua y Michoacán la elección estaría muy competida, por lo que tampoco el triunfo estaba garantizado.

En la misma dirección nacional de Morena, según informaciones extraoficiales, existía la presunción de que iban a perder siete de las 15 gubernaturas en juego y que en las ocho restantes se sentían confiados. Es decir, no esperaban que sus candidatos obtuvieran una victoria tan avasalladora como la de 2018, ni en el Congreso Federal, ni en los gobiernos de los estados.

 

Los errores del Presidente

El drástico cambio ocurrido en las preferencias electorales se explica sobre todo por la falta de resultados del gobierno de López Obrador en dos años y medio de gestión. Para la revista inglesa The Economist su desdén hacia las experiencias gubernamentales del pasado y sus ocurrencias lo caracterizan como un mandatario poco competente.

“Su plan de plantación de árboles ha animado a los agricultores a talar árboles viejos para que se les pague por plantar otros nuevos. Su política de ‘abrazos, no balas’ para los gánsteres no ha logrado reducir una tasa estratosférica de asesinatos (la más alta de la historia reciente)”. Aunado a ello, a pesar de todas sus críticas contra la corrupción, ésta no ha parado y ante la pandemia por Covid-19 gastó muy poco en amortiguar sus efectos económicos, asegura The Economist.

En efecto, hace un año el Presidente dijo que la crisis por la que atravesaba el país era solo un catarrito, pero no lo fue. Su hombre para contener los estragos médicos de la pandemia, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, anunció que en el peor escenario, México registraría 60 mil muertos por el virus; hoy, un año después, el país supera las 261 mil defunciones.

El primer mandatario aseguró que no iban a saturarse los hospitales, pero hicieron falta insumos médicos, lo que generó manifestaciones del personal sanitario en todo el país, escasez de medicamentos, poca protección al personal de salud, y hubo saturación en hospitales y crematorios, además de que hubo gente que fue obligada morir en casa, como lo confirmó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que el año pasado informó de 44 mil 244 más muertes por Covid-19 que las reportadas por la Secretaría de Salud (SS).

México sufre una de las peores tasas de mortalidad y se mantiene en el cuarto lugar con mayor número de decesos a nivel mundial, solo por debajo de Estados Unidos (EE. UU.), India y Brasil. En 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 8.5 por ciento, más de cinco millones de personas perdieron su empleo y 10 millones de mexicanos pasaron a engrosar las filas de la pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Este año, los dos hechos que más afectaron la popularidad del mandatario federal, así como de su partido y sus candidatos, fueron la abierta intromisión en el proceso electoral, claramente prohibido por la Constitución, y su mala gestión en la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México (CDMX).

El 11 de mayo, después de varias críticas de analistas políticos, partidos de oposición e incluso el llamado expreso del consejero-presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, para que dejara de intervenir en las elecciones, López Obrador aceptó públicamente que estaba “metiendo la mano” en el proceso electoral. “Claro que sí, claro que sí, si aquí lo di a conocer, si es de dominio público, lo estoy diciendo, no podemos ser cómplices del fraude”, dijo.

También aceptó que solicitó a la Fiscalía General de la República (FGR), por medio de la Fiscalía Electoral (FE), que investigara a los candidatos a gobernador de Nuevo León, Adrián de la Garza, del PRI y a Samuel García, del MC, por su posible comisión de delitos electorales (buzos 978). Y amenazó: “lo seguiré haciendo”.

Desde el pasado 15 de enero, el INE ordenó a AMLO que no hablara ni se inmiscuyera en la contienda electoral 2021; pero un estudio del diario El Universal reportó su intervención en el proceso electoral en 40 de sus conferencias matutinas, en las que ocupó 13 horas con 44 minutos para hablar de partidos, candidatos, comicios y llamar al voto.

Por otro lado, su notoria indiferencia hacia la tragedia de la Línea 12 del Metro de la CDMX –no visitó heridos, su gobierno y el GDF no brindaron apoyos inmediatos a las víctimas y tardó días para abordar el tema– provocó que Morena perdiera puntos en la capital del país. Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la CDMX y el canciller Marcelo Ebrard –el gobernante que impulsó y construyó la “línea dorada”– fueron señalados como culpables. La desaprobación ciudadana de la primera subió 22 puntos, al pasar del 26 al 49 por ciento.

Todos estos hechos le pasaron factura al partido en el poder. La encuesta realizada por Grupo Reforma arrojaba, días antes de los comicios, que en seis de ocho rubros, la gestión de López Obrador estaba reprobada: seguridad, combate a la pobreza, economía, salud, combate a la corrupción (su bandera del sexenio) y equidad de género. La calificación más baja se reportaba en el sector salud, en donde apenas cuatro de cada 10 mexicanos aprobaba su gestión. Solo sus acciones en educación y los programas sociales resultaron bien vistos por los ciudadanos.

El doctor en ciencia política Carlos Elizondo Mayer-Serra comentó que “hasta ahora, AMLO había podido resistir a sus errores garrafales”. En su libro Y mi palabra es la ley. AMLO en Palacio Nacional hizo un análisis del primer tercio del sexenio de López Obrador y aseguraba que a pesar de los “errores garrafales” cometidos por el Ejecutivo Federal en seguridad pública, cancelación de medicinas para personas y niños con cáncer, rechazo y represión del movimiento feminista y mal manejo de la pandemia de Covid-19, mantenía altos niveles de aprobación y Morena tenía probabilidades de retener la mayoría en la Cámara de Diputados.

El también catedrático de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, atribuye la popularidad del Presidente a tres factores: la falta de una oposición coordinada, la credibilidad con la que López Obrador cuenta en un amplio sector de la población y la habilidad que ha tenido para imponer su agenda desde las conferencias de prensa mañaneras.

“López Obrador, incluso, tiene más poder que el que tuvo el Presidente en la época hegemónica del PRI. Uno, porque tiene una legitimidad electoral que no tenían aquéllos. Dos, tiene credibilidad personal entre un amplio sector de la población. Tres, y es el más importante, Morena es su partido, su creación. López Obrador hace con él lo que quiere. Nos prometió que iba a sacar al Ejército de la seguridad pública, pero no solo no lo sacó, sino que lo metió hasta la cocina con el voto de Morena. Eso lo vuelve muy potente; le puede decir a los legisladores que no cambien una coma a la ley”, dijo Elizondo Mayer-Serra en una entrevista con Expansión.

Por ello y ante el temor de que nadie pueda ponerle un freno, 430 intelectuales, empresarios y políticos –entre ellos Enrique Krauze, el escritor Héctor Aguilar Camín y el empresario Claudio X. González– publicaron un manifiesto en el que pidieron a los ciudadanos salir a votar en contra de Morena para defender la democracia y la libertad.

“México se debate entre la democracia y el autoritarismo, entre las libertades y el abuso de poder, entre el conocimiento y la demagogia (…). Urge poner un alto a la descomposición institucional y la improvisación. Hacemos un llamado a los ciudadanos para que voten con sentido estratégico y opten por las candidaturas más competitivas, de tal manera que no se diluya la votación opositora. Las posibilidades de triunfo crecen día con día ante el inocultable fracaso en todos los órdenes de la actual administración federal”, dice el escrito.

 

El gobierno que nos espera

A pesar de los llamados al “voto estratégico” y de las malas calificaciones del Ejecutivo en algunos rubros, analistas como Carlos Elizondo ven poco probable que Morena pierda la supremacía en las elecciones de este fin de semana. “El escenario más probable es que Morena gane la Cámara de Diputados, pero no la mayoría constitucional, y siga pudiendo legislar sin restricciones hasta el fin de sexenio sin poder cambiar la Constitución”, dijo a Expansión.

Este diagnóstico coincide con la encuesta de Latinus y Reforma, en la que se concluye que a pesar de que cinco de cada 10 mexicanos opinan que las cosas están mal en el país, no lo están tanto como para regresar a los gobiernos del PRI o del PAN. El problema, a decir de The Economist, es que a pesar del descontento por la gestión de AMLO, “los partidos de la oposición no han podido ofrecer una alternativa coherente”.

En su artículo México y la decadencia de la política el analista y escritor Diego Fonseca explica que la banalización de la política, la falta de propuestas y un proyecto concreto, además de políticos serios y nuevos al frente de los partidos, han llevado a la gente a seguir prefiriendo a Morena por encima de las propuestas de la oposición.

“Una panoplia de outsiders –actores, luchadores, cantantes o influencers en las listas de candidatos– se ofrece en las elecciones del seis de junio en México como alternativa a la omnipotencia del presidente Andrés Manuel López Obrador y a una oposición sospechosa de casi todo. Ese circo prefigura un futuro desastroso para México. Estas candidaturas silvestres, han banalizado la política cuando más se necesita vigilancia democrática, debates programáticos y planes concretos para resolver los problemas de fondo de México”.

Y remata: “México no tiene una salida fácil en la elección de junio. La apatía política y el voto suicida llevados al extremo con el freak show de la política del espectáculo no es la solución a la rabia de los ciudadanos”.

Con esta visión coincide el catedrático del Tec de Monterrey: “Los votantes tienen la oportunidad de frenar a su Presidente rechazando a su partido, Morena. Pero no está claro si lo harán. La mayoría está insatisfecha con la forma en que se maneja el país, pero el 61 por ciento aprueba al propio López Obrador. Muchos sienten que se preocupa por la gente común, incluso si no ha mejorado materialmente sus vidas”.

Así las cosas, Morena perderá preferencias en estas elecciones; pero ello no significará que el Presidente pierda el control de los tres poderes de la República. Mantener una mayoría numérica en el Congreso restringirá su control sobre los cambios a la Constitución, pero no su control del presupuesto y del Poder Legislativo. Para Carlos Elizondo, López Obrador seguirá siendo un actor muy poderoso y, como en la época del viejo PRI, el Presidente conservará su poder hasta su quinto año de gobierno, tiempo el que comenzará a pensar en su sucesor.


Escrito por Adamina Márquez Díaz

Directora editorial de buzos. Egresada de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación por la UNAM.


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