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El nivel de precios aumenta aceleradamente en México y en todo el mundo. En nuestro país, la mayoría de las personas está perdiendo su poder adquisitivo; el dinero alcanza cada vez menos para adquirir mercancías y la pobreza generalizada y la extrema han crecido sustancialmente durante el sexenio del gobierno del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). El último informe del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reveló que la inflación fue del 7.45 por ciento. Esto significa que el precio de la canasta básica fue 7.45 por ciento más cara entre marzo de 2021 y marzo de 2022. Pero el impacto socioeconómico de esta alza puede ser aún mayor si vemos qué mercancías y servicios han reportado los principales aumentos. En el rubro de alimentos y bebidas, los hogares han gastado casi cuatro de cada 10 pesos; pero esta proporción es aun más alta en las familias más pobres del país, porque el pan, la tortilla y los cereales subieron en promedio 12.1 por ciento; carnes y frutas más de 13 por ciento y las hortalizas 18 por ciento. Es decir, cada vez hay más inseguridad alimentaria y un enorme retroceso en el combate a la pobreza.
Hasta ahora, la única medida para contrarrestar la inflación es la política monetaria del Banco de México (Banxico), que esencialmente consiste en aumentar la tasa de interés que sirve como referencia para el resto de la economía. Esta herramienta proviene de la teoría económica convencional y es utilizada en los países ricos con el argumento de que la inflación es resultado de una tasa de desempleo menor a la “tasa natural” de la economía. Esto implica que la población está obteniendo ingresos monetarios mayores a la cantidad de bienes y servicios que la economía puede producir en un momento determinado. La economía está “sobrecalentada”; esto empuja el nivel de precios hacia arriba y si se quiere detener esta tendencia, el banco central debe reducir la cantidad de dinero circulante; esto eleva las tasas de interés y hace el crédito más costoso, lo que disminuye la tasa de ganancia y, por lo tanto, la inversión; el desempleo aumenta y vuelve a su nivel natural y con éste el nivel de precios.
Esta teoría tiene limitantes y genera problemas en países desarrollados; pero en naciones subdesarrolladas como México su aplicación resulta totalmente inválida para el tipo de inflación que hoy enfrentamos. La razón es que ésta no se debe a una demanda agregada causada por muy bajos niveles de desempleo y salarios al alza sino fundamentalmente a problemas en la producción de ciertos bienes y servicios; es decir del lado de la oferta. La causa de estos problemas son la pandemia y el confinamiento sanitario en muchas partes del mundo, lo que ha provocado rupturas en las cadenas globales de suministro, cuyo funcionamiento es crucial para la producción de múltiples bienes y servicios de consumo diario. La consecuencia es la formación de “cuellos de botella” en muchos sectores de la economía; es decir, las empresas no pueden producir normalmente porque les faltan insumos básicos. Esto hace que la demanda supere a la oferta y se incrementen los precios de ciertos bienes y servicios.
Esto se torna más grave cuando los cuellos de botella se encuentran en sectores clave para el resto de la economía. En el caso de México, por poner un par de ejemplos, de marzo de 2021 a marzo de 2022, el precio de fertilizantes, gas natural, hierro, maquinaria y equipos para producir alimentos y bebidas aumentaron entre el 30 y el 40 por ciento. Estos bienes son esenciales para la producción de prácticamente todas las demás mercancías, pues sin fertilizantes no hay producción agrícola; sin gas natural no hay electricidad y sin máquinas no hay alimentos procesados, etc. Es así porque el aumento en los precios de ciertos insumos termina impactando en otros productos. Del mismo modo, hay ciertas mercancías cuyo precio está determinado por los mercados financieros internacionales y que, por tal motivo, se vuelven particularmente sensibles a eventos que generan incertidumbre como es el caso de la guerra en Ucrania.
Por lo tanto, si éstas son las principales causas de la inflación que azota a México, el aumento de las tasas de interés resulta inútil y solo dificulta más la lentísima e insuficiente recuperación de la economía. Es urgente, pues, considerar medidas extraordinarias como el congelamiento de precios de ciertos bienes y servicios, así como políticas industriales y comerciales para eliminar o disminuir los efectos de los cuellos de botella antes descritos, y combatir en serio la especulación de precios donde ésta genera ganancias extraordinarias para unos cuantos a costa del sufrimiento de la mayoría.
El costo de algunos de los ingredientes básicos en la dieta mexicana ha subido considerablemente.
La inflación afecta, sobre todo, a los más pobres. Mientras los trabajadores perciben un salario fijo, a los empresarios la inflación no les afecta porque se compensan elevando los precios y trasladando el aumento a los consumidores.
El fenómeno de la inflación es muy complejo; podría resumirse en la reducción de la capacidad adquisitiva de la gente. Pero, ¿cómo se produce el alza de precios? Hay varias causas que aquí explico.
Los datos son contundentes. En la economía no hay crecimiento, incluso organismos nacionales e internacionales (FMI, OCDE y Banxico) coinciden en que éste no será suficiente para que México recupere el que tuvo antes de la pandemia.
El SAT anunció un aumento de impuestos y multas para el próximo año, debido al ajuste anual de la Unidad de Medida y Actualización (UMA).
Los campesinos describen su situación como “sumamente grave”. Pese a que las autoridades ofrecieron contrarrestar la inflación en ese rubro, este fenómeno económico aumenta; y hasta el momento no les han ofrecido ningún apoyo.
En México, la inflación crece vertiginosamente, prueba de ello es que la jefa o jefe de familia al comprar la despensa semanal, nota que los precios han subido, y, aunado a su bajo salario, es cada vez más difícil satisfacer las necesidades de su hogar.
“Nos interesa su bienestar”, repiten día tras día las empresas, para ganar clientes; nos interesan sus sueños, dicen los fabricantes de colchones; su salud es nuestro motivo, dicen las farmacéuticas.
En febrero el aumento general de precios fue de 7.2%, pero la canasta básica sube el doble respecto a 2021. Sobre la causa, EE.UU. acusa a Rusia y la "guerra" en Ucrania. Pero éste es un manejo falaz; la inflación mundial viene de antes.
El incremento de los productos, sobre todo los de la canasta básica, se debe, en parte, al aumento del precio de los combustibles, como es el caso del gas LP, que viene incrementándose desde el primer trimestre de este año.
Viven en la pobreza 20 millones de niños de 0 a 17 años, por lo que no podrán festejar su día por falta de ingresos.
La nueva era inflacionaria afectará directamente a la capacidad de compra de salarios y provocará menos crecimiento económico; es decir, habrá menos empleos y menos ingresos.
La inflación actual es una manifestación clara del agotamiento irreversible de la globalización neoliberal. La única solución posible es la lucha mundial de los obreros por mayores salarios y mejores niveles de vida.
Las altas temperaturas, el cambio climático y la escasez de agua provocarán un aumento en el precio de productos y servicios.
La inflación de diciembre se situó por debajo de las expectativas y destacó por caídas en productos agropecuarios.
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Escrito por Jesús Lara
Licenciado en Economía por El Colegio de México. Doctorante en Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst de EE.UU.