Los hogares de menores ingresos experimentan inflación baja, pero también una mayor sustitución de productos ante la falta de recursos.
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El pasado jueves se realizó en Oaxaca el Foro Internacional de Avances y Retos en la Pobreza Mundial, probablemente porque en el periodo de 2016 a 2020, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la entidad se colocó entre los tres primeros lugares nacionales en reducción de pobreza, pobreza extrema y en disminución de población con carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda, con 6.3, 3.6 y 8.3 por ciento, respectivamente.
Al presentar esta evaluación, el gobernador del estado Alejandro Murat Hinojosa expresó que se trataba de “dar seguimiento puntual a un tema que aqueja no solo a Oaxaca sino a todo el mundo, pero que en esta etapa de la humanidad…la pobreza no es destino, que con avances tecnológicos y con cambios de modelo… podemos tener avances importantes (para combatirla) …es a partir de esa realidad que podemos hacer los grandes cambios para nuestra sociedad, la pregunta es cómo planteamos esa ruta…”.
Este planteamiento es, sin lugar a dudas, la teoría del “Gran Reinicio” o “Cuarta Revolución Industrial”, esbozada en el reciente Foro Económico Mundial de Davos, que consiste en un rediseño del capitalismo imperialista para corregir las fallas estructurales de enfoque socioeconómico y de funcionamiento que lo han llevado al callejón sin salida de la crisis actual; para lograrlo, será guiado y gobernado por la inteligencia artificial, por la robótica y la tecnología digital y será un supercapitalismo ultra tecnificado.
El Ing. Aquiles Córdova Morán, dirigente nacional del Movimiento Antorchista, en una serie de trabajos expuso con profundidad la esencia de estos puntos y, sobre todo, los peligros que encierra. Apoyándose en estudiosos de esta teoría, sostuvo: 1) que el mencionado reseteo solo sería posible con una reducción masiva de la población que no podrá ser contratada dentro del diseño de la nueva economía; 2) que es una pueril ilusión creer que el bienestar de los trabajadores se obtendrá apelando a la buena voluntad del capitalista, pues dicho bienestar solo se consigue mediante la lucha organizada de la clase obrera; 3) que este reinicio deja intacta la explotación del trabajo asalariado, de donde brota la ganancia del capitalista, por lo que no se ve qué van ganando los pobres con su instrumentación; 4) finalmente, que acabar con la desigualdad y repartir la riqueza en forma más equilibrada resulta imposible si nos mantenemos prisioneros del modelo capitalista de economía que nos rige.
El comentario final del mandatario estatal oaxaqueño con respecto a la búsqueda de la ruta para combatir la pobreza demuestra que los organismos económicos internacionales despliegan en estos foros los lineamientos del “Gran Reinicio”, para su subsecuente aplicación.
Para quienes no compartimos la visión de estos curanderos sociales y sostenemos que se necesita un verdadero combate a la pobreza, es de vital importancia encontrar las condiciones para encauzar a nuestra sociedad por esta senda que es posible, necesaria y urgente, pues mientras China sacó en 30 años a más de 800 millones de personas de la pobreza y Rusia, a 59 millones en 20 años, de 2018 a 2020, en nuestro país los pobres aumentaron en más de cinco millones.
Esto no es casualidad. A mediados del Siglo XIX, Carlos Marx planteó, en su tesis central, que al cambiar la base económica de la sociedad se transforma toda la superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
A la luz de estos planteamientos, se entiende que China y Rusia deben sus asombrosos resultados a la organización de su economía y su sociedad sobre bases más equitativas, con lo que nos muestran alternativas reales en el combate a la pobreza diametralmente opuestas al sentido del exterminio de la población “sobrante” que están dispuestos a cometer quienes impulsan esta teoría.
Y, a todo esto, ¿dónde estamos parados los mexicanos? Bueno, en primer lugar, sostengo que en el seno de los aparentes dislates y contradicciones económicas del Presidente se esconde la sujeción de nuestro país a las políticas de los organismos económicos internacionales, que a su vez son los garantes de la aplicación de las medidas neoliberales del imperialismo norteamericano. En segundo, que detrás del supuesto gobierno de izquierda que encabeza está el objetivo de adormecer a las clases trabajadoras para, en última instancia, preparar el terreno a un gobierno de derecha, abiertamente neoliberal.
En consonancia con la tesis marxista, nos toca tomar conciencia de estas contradicciones y de la forma de resolverlas. Para ello debemos entender el momento político que vivimos, caracterizado por una total bancarrota de los partidos políticos y sus líderes, como la expresión de una clase política que se formó ante la necesidad del gran capital de contar con autoridades sometidas a sus intereses económicos. La conclusión es obligada: el surgimiento de una clase política que ponga como eje de sus propuestas el combate serio y decidido contra la pobreza. Cada día que pasa brotan, de la crisis generalizada, las condiciones para que la formemos. Urge organizar a los grandes sectores relegados; los antorchistas estamos haciendo lo propio.
Los hogares de menores ingresos experimentan inflación baja, pero también una mayor sustitución de productos ante la falta de recursos.
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Escrito por Dimas Romero González
Estudiante de la maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Anáhuac. Activista social por 20 años en entidades como Quintana Roo, Oaxaca y Guerrero.