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Condenación (I de II)
Un fiel retrato de la Gran depresión es la obra cinematográfica Las uvas de la ira (1940) del afamado director John Ford.
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La época de la Gran depresión, que inició en 1929 y que es considerada como la peor crisis económica y social en la historia del capitalismo, sigue siendo un referente en las historias –tanto de la literatura como del cine–, dado que volver la vista a esa época nos muestra lo terrible que se vuelve el capitalismo cuando crujen sus estructuras en lo momentos en que, por su propia naturaleza, sus convulsiones afectan a cientos o miles de millones de seres humanos que ven agravada su situación económica y social; que ven reducidas sus posibilidades de encontrar trabajo, de encontrar cómo alimentarse y cómo resolver sus más elementales necesidades materiales y espirituales. Y con mayor razón, volver a mirar la Gran depresión se vuelve una necesidad aun más imperiosa, en estos momentos en que la pandemia generada por el Covid-19 está produciendo, como en los años previos al Crack del año 1929, lo produjo el llamado Dust Bowl, una crisis climática producida por la desertificación del llamado Medio Oeste de Estados Unidos que abarcó una franja tan larga que iba desde el Golfo de México hasta Canadá y fue provocada por la voracidad insaciable de los capitalistas gringos, a los que no les importó que la agricultura norteamericana cayera drásticamente y que millones de campesinos tuvieran que abandonar sus tierras para irse a las grandes ciudades a buscar empleo para salir de la miseria.

Esa profunda crisis que se generó a finales de los años 30 del Siglo XX tuvo como causa principal, sin embargo: el “fundamentalismo de mercado”, el modelo económico que sostiene que es el mercado el que debe gobernar a la sociedad (y no al revés: la sociedad a través del Estado debe gobernar al mercado). Se puede establecer un paralelismo entre la crisis actual del capitalismo actual y la Gran Depresión, pues se están dando dos factores para que surjan las posibilidades de que el capitalismo caiga en una profunda depresión económica y se produzcan cataclismos sociales de incalculables consecuencias (al igual que en la década de los 30 del siglo pasado, existe un factor que no es estrictamente económico –la pandemia–, y el factor económico-político, que es el modelo neoliberal, máxima expresión del fundamentalismo de mercado). El neoliberalismo es un modelo económico que ha producido la concentración de la riqueza como nunca en la historia de la humanidad había ocurrido y, al mismo tiempo, ha producido la más grande y abismal desigualdad social.

Un fiel retrato de la Gran depresión es la obra cinematográfica Las uvas de la ira (1940) del afamado director John Ford. Esta cinta se basa en la novela homónima de John Steinbeck (ganador del premio Nobel de literatura en 1962), que nos narra un drama vivido por una familia campesina víctima de los dos cataclismos que provocaron el Crack del 29 y la crisis que produjo la caída del Producto Interno Bruto de más de un 30 por ciento en Estados Unidos, lo que generó el desempleo y una pobreza en niveles jamás vistos en aquella nación. Y hago referencia a esta obra pues, tanto Steinbeck como Ford, lograron no solo un nivel artístico de gran calidad, sino que reflejaron de forma profunda la inmensa necesidad que tenía –y sigue teniendo– el pueblo trabajador norteamericano de adquirir conciencia de clase, de estar organizado para defender sus derechos y de ser una fuerza social que pueda aspirar a un cambio profundo en las relaciones sociales económicas y políticas.

En 2017 se filmó la serie Condenación del realizador Tony Tost; la historia se desarrolla en el contexto de la Gran Depresión. Al ser entrevistado para hablar de esta cinta, Tost dijo: “Condenación es un tercio Las uvas de la ira, de John Steinbeck; un tercio la violencia de las novelas de James Ellroy; y un tercio Clint Eastwood”. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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