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Un clima electoral cada día más violento
La violencia ha hecho presa del campo de la política; la inseguridad y, en consecuencia, el temor y la preocupación de los ciudadanos se han incrementado.
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Cada vez son menos los que se atreven a afirmar que la violencia, el crimen, la delincuencia, organizada o no, y la inseguridad han disminuido o mostrado una tendencia a desaparecer durante lo que va de este sexenio presidencial; aumentan, en cambio, las voces que sostienen que la inseguridad en que vive la población mexicana es mayor que nunca y que la violencia persiste y se extiende en todas sus formas.

Al iniciarse el proceso electoral de este año, conocido como las “elecciones intermedias” o, como dicen los medios de comunicación oficiales y privados, “las elecciones más grandes de la historia”, la violencia política también se incrementó; así lo demuestran algunos informes estadísticos consultados por buzos y contenidos en el Reporte Especial del presente número.

La violencia ha hecho presa del campo de la política; la inseguridad y, en consecuencia, el temor y la preocupación de los ciudadanos se han incrementado. En los últimos meses, desde que inició oficialmente el Proceso Electoral 2021, las agresiones contra aspirantes a ocupar un puesto público, funcionarios, alcaldes y dirigentes de diferentes partidos han sufrido amenazas, ataques violentos o han perdido la vida. Es tan grande el número de casos, que pronto ya nadie le creerá a quien insista en que vamos bien y que la situación actual es un ejemplo de vida democrática.

El incremento de la violencia política lo atribuyen unos a la incapacidad, a la ineficacia de los gobernantes; otros, a la falta de estrategia de protección al sector de la población que requiere ejercer sus derechos políticos; y también surgen voces de personas e instituciones públicas que señalan como factor importante de la agudización del problema al Gobierno Federal; ellos definen a la política presidencial como “polarizante”, toda vez que acentúa el clima de violencia que se ha convertido en una amenaza para los comicios en puerta.

Todos los factores mencionados han contribuido, evidentemente, a enrarecer el clima político nacional, pero el de mayor impacto es el violento discurso del jefe del Poder Ejecutivo, que desde Palacio Nacional descalifica todos los días y lanza graves acusaciones sin demostración contra los opositores o críticos de la 4T; violencia verbal que sirve de ejemplo y norma la conducta de los grupos afines al partido gobernante, cuya propaganda es tan agresiva y divisionista como la de su jefe, seguros del triunfo solo por el hecho de ser quienes detentan los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Si la Presidencia de la República es el centro de la política nacional, si todos los ojos están fijos en el primer mandatario, no es difícil entender que el Presidente concentra, como nadie, poder para apaciguar o exacerbar los ánimos, para acabar la violencia o desatarla irremediablemente. 


Escrito por Redacción


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