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La credibilidad de un gobierno es fundamental para ganar la confianza de la población y para que ésta atienda sus indicaciones, como se observa en otros países en tiempos del Covid-19. En México, las cosas a este respecto están mal. Si bien Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ganó las elecciones con una votación copiosa, la proclividad a la mentira, característica de su gobierno, ha mermado significativamente la confianza de que gozaba como candidato y en los inicios de su administración. La Segunda Encuesta Nacional Covid-19, de Buendía y Laredo (15 a 21 de mayo) es elocuente: 80 por ciento opina que el Gobierno Federal no siempre dice la verdad en relación al coronavirus y 56 por ciento piensa que “a veces” dice la verdad. Respecto a resultados de la “Cuarta Transformación” (4T), 48 por ciento respondió que su situación económica “está peor que hace seis meses y 21 por ciento que está igual de mal”. Entonces, ¿de dónde aquello de que el pueblo está feliz, feliz, feliz? Es solo una más de las fabulaciones del Presidente.
El escepticismo popular no es nuevo; sus raíces son históricas. El pueblo no cree en el gobierno porque siempre lo han engañado, “los de antes”, sí, y también “los de ahora”. Forma parte de la tradición en la desvirtuada democracia mexicana que los candidatos engañen, prometan lo que suena bien y “jala votos”, pero que ellos mismos no piensan cumplir. Luego, tras la ilusión masiva viene el desencanto. Ya en el poder, olvidan sus promesas, e incluso hostilizan a quien les exige cumplir; así era antes y así es ahora.
Comparto con usted, amable lector, algunos ejemplos de esta perniciosa práctica, tan floreciente hoy como nunca. El nueve de julio de 2018, AMLO dijo en un foro de industriales: “No hemos crecido adecuadamente en los últimos 35 años, tenemos una tasa promedio del dos por ciento, y esto ha impedido que se puedan crear empleos en el país (...) Nuestro propósito es crecer en el sexenio, en promedio, cuatro por ciento, el doble de lo que se creció en el periodo neoliberal”. Todavía este 13 de marzo, con la pandemia a las puertas, dijo a los banqueros que, en México: “Hay condiciones inmejorables para crecer a pesar de las circunstancias”. ¡Inmejorables! ¡Qué aplomo! Pero las cosas distan mucho de ser como él imagina, ajustadas a esquemas que construye como lechos de Procusto.
A estas alturas, la dinámica de los acontecimientos deja claro que tales promesas son irrealizables: en todo 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) cayó, aunque ligeramente, y en el primer trimestre de 2020 se redujo en 1.6 por ciento respecto al anterior, su peor caída desde 2009, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Ante el fracaso, el gobierno se sale por peteneras; y en vez de admitir su ligereza, mejor dice que el PIB no sirve y que usará “otros indicadores” en los que “ya está trabajando”. E inmune a la autocrítica, el 24 de mayo dijo: “tan bien que íbamos y se nos presenta lo de la pandemia”. No es cierto que sea ésa la causa original; es un agravante, y en verdad fuerte. El freno en el crecimiento ocurrió antes de los estragos del Covid-19, que empezaron a manifestarse a finales de marzo. Después, entre abril y mayo se perdieron un millón de empleos, pero, el Presidente afirma que ya tiene listo un plan para crear ¡dos millones más! Ninguna razón convincente de cómo obrará tal milagro. Los pobres primero, dijeron, pero el desempleo los daña a ellos, y mientras se asignan jugosos contratos a corporativos empresariales, se niegan despensas alimenticias a los más humildes y apoyo real a pequeñas empresas en inminente quiebra. Según pronósticos serios, habrá millones más de pobres en este país.
El tema central de AMLO: acabar con la corrupción, respondía acertadamente a una profunda y añeja molestia social. ¿Pero en qué ha quedado su realización? Este gobierno va de escándalo en escándalo de corrupción entre funcionarios de alto nivel y sus familias, y la cruzada se ha dirigido a perseguir enemigos políticos. Hoy estamos peor. El 21 de mayo, el Inegi publicó su Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019, donde registra que, respecto a 2017, el año pasado los casos de corrupción gubernamental aumentaron: de 25 mil 541 por cada 100 mil habitantes a 30 mil 456; el costo económico subió en 64.1 por ciento.
Además, la gente deja de creer en el gobierno porque éste no se da a respetar; lo suyo es la frivolidad y la indolencia, como exhibe su respuesta a la pandemia. Mucho tiempo tardaron en la negación y luego minimizando el peligro, aconsejando prevenirlo con amuletos. El 28 de febrero, al conocerse los primeros casos, AMLO declaró que el virus “no es, según la información que se tiene, algo terrible, fatal, ni siquiera es equivalente a la influenza”. Ya propagado el mal, machaconamente decretan aplanada la curva de contagios y muertos; está horizontal, dijo el Presidente, y el 26 de abril declaró que ya “habíamos domado la epidemia”; pero la realidad es más terca, y en el recuento del 25 de mayo, México es noveno lugar mundial en fallecimientos (Universidad Johns Hopkins); la tasa de letalidad (número de defunciones respecto a casos confirmados) es 10.9 por ciento (la media mundial, 6.4). Un día después, los contagios confirmados aumentaron 4.9 por ciento, hay tres mil 455 nuevos casos y 501 defunciones, y esto dando por válidos sus datos, pues es vox populi que se están manipulando. Extraña forma de aplanarse una curva. Y así pretenden, criminalmente, reanudar actividades normales. Dijo también el Presidente que afortunadamente la pandemia nos halló preparados, con los hospitales públicos equipados con todo lo necesario; el mentís lo da la realidad: diariamente vemos en los noticieros personal médico denunciando fallecimientos de compañeros por falta de equipo y exigiendo se les dote de lo necesario.
Otros temas donde igual se miente sin recato. AMLO dice que exageran quienes hablan de violencia contra las mujeres; pero reportes especializados lo desmienten. Abril fue el mes con más feminicidios desde 2015: entre enero y abril aumentaron 11.65 por ciento respecto al año pasado (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). Finalmente, en la campaña presidencial se prometió que la 4T nos traería la paz, pero el 23 de abril, la Secretaría de Seguridad Pública reportó que marzo fue el mes con más homicidios en veinte meses: tres mil víctimas, 8.4 por ciento más que en febrero.
En fin, mucha falta hace, más en estos tiempos, un gobierno confiable, preocupado por la gente más que por sus propias vendettas; que respete la ciencia como guía, que no mienta, que sepa rectificar, y que escuche con respeto opiniones diferentes en lugar de emplear ejércitos de bots para acallar y difamar a quienes difieren, como ha trascendido en escándalos recientes. El pueblo mexicano merece un gobierno mejor, y para lograrlo debe elevar su educación política, ardua tarea, cierto, pero realizable si se pone empeño. Y, por paradójico que parezca, las mentiras y atropellos gubernamentales tienen su lado positivo y harán su aportación: el gobierno de la 4T, exhibiéndose solo, seguirá dando evidencia de que no es popular ni de izquierda; lecciones vivas que ayudarán, por propia experiencia, al despertar popular.
"En ningún momento ha habido alguna propuesta de diálogo o intento de conciliación por parte de la directora general", dice la carta.
Estos datos convierten a México en uno de los países “más letales” del mundo para ser ambientalista.
“Lo cierto es que lo sucedido en el puerto de Guaymas es sólo una gota en este interminable remolino de historias de asesinatos, levantados y desaparecidos
El Gobierno federal está distraído en evadir la responsabilidad de cosas muy concretas que se deben de garantizar”.
Mientras que López Obrador se reúne con la Iniciativa Privada (IP), al presentarse este lunes 18 de febrero el Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico, y en donde pidió que lo apoyen para crecer el 4 por ciento.
Entre los fallecidos hay mucha gente mayor, pero también están cayendo jefes de familia, quienes son responsables del sustento de esposas e hijos.
Cientos de antorchistas alzaron la voz y con pancartas le respondieron al presidente “¡miente, miente, miente el presidente!”
Los seguidores del morenismo, muchos de ellos fanáticos ignorantes y otros tantos oportunistas perversos, defienden las mentiras de la 4T y generan toda una maquinaria mediática.
El dirigente del PAN, Marko Cortés, criticó a AMLO por asegurar que en México la violencia “no es un problema grave ni urgente”.
Afirmamos que estas reformas serían un serio retroceso de nuestro estado de derecho, que echarían por la borda controles y equilibrios en el sistema mexicano.
Como parte de su política de “no repartir moches”, el presidente busca la manera de que los flujos de dinero los maneje el gobierno.
El Presidente de la República no es comunista ni socialista y es muy importante que el pueblo de México lo sepa para que no se deje engañar. En este artículo argumento por qué.
El Presupuesto de Egresos de la Federación de 2020 aprobado por el Congreso de la Unión la semana pasada incluye recortes a programas que beneficiaban a campesinas, que representan el 50.4 por ciento de la población agraria en México.
Cada vez resultan más desagradables las preguntas oficiosas.
El programa contempla más de 100 millones de dólares. Se van a incorporar a un programa similar para Centroamérica
Sigue cerrada la autopista México-Querétaro
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Una lección de Walter Benjamin. Una crítica al progreso
Escrito por Abel Pérez Zamorano
Doctor en Economía por la London School of Economics. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.