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La visita que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), realizó la semana anterior a su homólogo estadounidense Donald Trump no habría tenido mayor trascendencia si se hubiera efectuado en un contexto “normal” –es decir, en circunstancias propias de la diplomacia internacional y en el marco de una visita de Estado donde se obtuvieran acuerdos con beneficio mutuo– y no en un periodo y ámbito político que la enturbiaron.
En primer lugar, hay que recordar que cuando AMLO era solo candidato presidencial y andaba en campaña, afirmó que “pondría en su lugar a Donald Trump” y literalmente advirtió: “cada vez que haga lo que hizo hoy, va a tener respuesta directa, no es que le vaya a mandar decir con el canciller, con el secretario de Relaciones Exteriores, no. Si él usa su Twitter, su Face, yo voy a usarlo también, lo uso, entonces, voy a mandar decir lo que pienso”[1].
Es curioso que ahora, cuando es Presidente de México, no hayamos escuchado todavía ninguna respuesta contundente como las que prometió contra el mandatario de EE. UU., quien en vísperas de la visita de AMLO a Washington difundió, en un tuit, las fotos que días antes se había tomado en la construcción del famoso muro que limitará a México de su país; con el que replica el ejemplo de Alemania, criticado por los estadounidenses y con el que muestra su doble moral.
No vemos una respuesta contundente a las insinuaciones racistas, los malos tratos que Trump ha vertido contra los mexicanos, a sus dichos de que pagaríamos el muro y, peor aún, a la cancelación de las visas laborales para mexicanos en EE. UU., que se difundió poco antes de que viajara a la Casa Blanca. Hasta ahora no hemos visto ningún tuit o face del Presidente en el que se denuncie tal hecho, lo cual significa que AMLO ha dejado a su suerte a los migrantes mexicanos.
Otro suceso político, que cabe destacar sobre el viaje del Presidente al país vecino, fue la integración de su comitiva oficial, en la que figuraron el canciller Marcelo Ebrard; Martha Bárcena, embajadora de México en EE. UU.; Graciela Márquez, secretaria de Economía y Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia y quien acompañó a un grupo de grandes empresarios mexicanos invitados por AMLO.
La presencia de Graciela Márquez tiene que ver con la firma del Tratado de México, EE. UU. y Canadá (T-MEC), que significa la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y resulta más leonina y neoliberal porque favorece a EE. UU. Sin duda fue esto lo que se celebró con gusto en Washington, además del golpe económico brutal que se dio a la clase trabajadora mexicana, debido a que el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) firmó el tratado sin leer las letras pequeñas.
Por cierto, la presencia de la nefasta Secretaría de Economía (SE) en Washington estuvo precedida por el anuncio de una de sus decisiones de “austeridad” más absurdas: la reducción al 75 por ciento de los equipos de cómputo que utiliza el personal de base en esa dependencia, y la recomendación a los trabajadores afectados para que compren sus propios equipos.
Las computadoras son fundamentales para el análisis económico, pues con ellas se realizan modelos, proyecciones, se manejan millones de datos, cálculos de matrices y, entre otras funciones, se resuelven ecuaciones. Estas labores no pueden ejecutarse con equipos baratos y el retorno a la edad del ábaco en la SE justo cuando se visitaba a Trump fue otra más de las malas señales que hoy empujan a México hacia el precipicio.
La decisión de “doña” Graciela debió haber sido inspirada por el Presidente, quien en una de sus mañaneras más cercanas declaró: “no estemos pensando de manera egoísta, en forma individualista ¿qué voy hacer?... Imagínense lo que hacían los que lucharon en otro tiempo por la libertad, por la justicia, por la democracia, por la soberanía, ¿qué estaban esperando que tuvieran sus computadoras para luchar? ¿Para transformar?...”[2].
¿Por qué AMLO no se fue a caballo a EE. UU. como en otros tiempos lo hicieron Madero, Villa o Carranza?
En torno al viaje de AMLO a EE. UU. destacó la comitiva empresarial encabezada por Alfonso Romo, ya que entre sus integrantes figuraron varios personajes que, en el pasado, él mismo calificó como “la mafia del poder”: Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca; Carlos Hank González, presidente del Grupo Financiero Banorte; Bernardo Gómez, codirector ejecutivo de Grupo Televisa; Olegario Vásquez Aldir, propietario del Grupo Ángeles; Daniel Chávez Morán, desarrollador inmobiliario y fundador de Grupo Vidanta y Miguel Rincón, CEO de Bio Pappel. Fueron, asimismo, invitados, de acuerdo con Bloomberg, Germán Larrea, quien encabeza la tercera familia más rica de México y dirige la corporación Grupo México; y Alberto Baillères, propietario de grandes almacenes y la cuarta persona más rica del país[3]. ¿Ya se reconcilió AMLO con Televisa? ¿No que “la mafia del poder” no tendría cabida en México? ¿No que eran los grandes causantes de la corrupción?
¿Cuál fue el significado real u objetivo de la visita de AMLO a EE. UU.? El ingeniero Aquiles Córdova Morán lo escribió con antelación en esta misma revista mediante un artículo titulado ¿Seguiremos arañando solo la superficie de las cosas?[4]: “Es un pago de la factura pendiente gracias al apoyo de Trump al cambio del poder en México y un agradecimiento a los favores de México hechos a Trump al poner el muro humano de la Guardia Nacional para detener migrantes del sur que iban camino a Estados Unidos”.
Como puede verse, lo importante no fue que el Presidente haya portado o no cubrebocas en el avión comercial que lo llevó al lado de Trump –anecdotismo irrelevante para quienes olvidaron que el “detente” era más que suficiente– sino que la reunión entre ambos pudo haber derivado en un pacto relacionado con las elecciones que próximamente habrá en los dos países. Primero la de EE. UU., en la que Donald Trump intentará reelegirse, objetivo para el que necesita el voto de los mexicanos por él golpeados, insultados y vituperados; pero quienes inconscientemente pudieron haberse reconciliado con él gracias a la presencia de AMLO en la Casa Blanca. En el caso de la elección de México, la alianza electoral pudo consistir en una oferta de apoyo del gobierno gringo para que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) gane la elección del 2021 y mantenga la mayoría en el Congreso para que siga destruyendo el país a su antojo con lo que llama la 4T.
El objetivo real de su 4T no es fortalecer la soberanía nacional de nuestro país, ni la libertad, la justicia o la independencia; por el contrario, intenta destruir la economía y acotar o anular la vigencia de estos principios básicos para la supervivencia de México como una nación independiente que aspira a la igualdad socioeconómica para todos sus habitantes. Por ello, los antineoliberales de palabra hoy han resultado más neoliberales que aquellos a los que acusaban. Si no, al tiempo.
[1] https://www.eluniversal.com.mx/elecciones-2018/lopez-obrador-dice-que-pondra-en-su-lugar-trump
[2] https://www.eluniversal.com.mx/opinion/luis-cardenas/poco-pancho-villa-necesito-computadoras
[3] https://www.infobae.com/america/mexico/2020/07/07/quienes-son-los-empresarios-que-acudirian-con-lopez-obrador-a-cena-con-donald-trump-en-la-casa-blanca/
[4] http://www.antorchacampesina.org.mx/articulos_colaboradores.php?id=75319#.XwXpyC2z2jt
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.